Es posible que alguna vez te hayas sorprendido viendo a todas horas el auto que estás pensando en comprar o que, de repente, cuando estás esperando tener un bebé, todas las mujeres de tu entorno estén embarazadas, y probablemente hayas pensado, ¡vaya casualidad!
Puede parecer casualidad, pero en realidad es una estrategia de nuestro cerebro, la ley del foco. La ley del foco nos permite enfocarnos en aquellas cosas que vivimos con más intensidad, nos permite justificar algún pensamiento que nos incumbe.
Piensa en un pájaro que se posa sobre una frágil rama de árbol. ¿Crees que el pájaro piensa que caerá de esa rama? La respuesta es no, el pájaro obtiene la confianza de sus alas y por eso no caerá de esa rama, controla su foco.
La cuestión entonces es: ¿cómo podemos desarrollar esta habilidad para que juegue a nuestro favor?
A todos nos gustaría que no hubiera guerras, que nuestros políticos hicieran bien su trabajo o que no hubiera atasco en la carretera cada vez que vamos a trabajar. Nuestra mente piensa constantemente en cosas que no nos gustan pero que, al fin y al cabo, quedan muy lejos de nuestro poder. Entonces, si no podemos hacer nada al respecto, ¿por qué gastamos energía enfocándonos en esos problemas?
Una vez comprendido cómo no se debe utilizar la ley del foco, es hora de saber cómo podemos desarrollar esta habilidad para avanzar en nuestro camino.
Primero de todo es identificar qué son las cosas que dependen realmente de ti. Deja de enamorarte de lo que tienes o de lo que te dan y empieza a enamorarte de lo que haces y lo que creas.
¿De verdad te molesta entrar en un atasco todas las mañanas? Pues estaremos en lo cierto de que quejándose no se soluciona el problema. Piensa en lo que depende de ti, quizás ir en moto o en bicicleta pueda evitarte ese problema o quizás salir 30 minutos antes de casa. En ese momento tu cerebro ya está aprendiendo a enfocarse en cosas que pueden tener un resultado real y positivo para ti.
Trabajar cada día esta cualidad te permitirá agrandar tu campo de dependencia y poder abarcar mayores posibilidades de mejorar tu entorno hacia donde quieras.
Si se desarrolla bien esta habilidad, no solo dejarás de sentirte frustrado por los problemas que ocurren a tu alrededor, sino que tomarás un mayor control sobre tu vida.
Recuerda que, detrás de cada problema existe una oportunidad, por mínima que sea, de cambiar un poco el mundo hacia un lugar mejor.