La mayoría de nuestros antepasados fueron gentes honestas y muy felices porque vivían con lo necesario y sin ostentación, en un espacio social solidario donde menos era más.
Inclusive en las estructuras del poder político tuvimos hombres y mujeres de notables integridad y pudor como el fundador de la Patria, Juan Pablo Duarte.
Hoy honradez, probidad, integridad, dignidad y entereza son cualidades que pocos pueden exhibir.
¿Se busca un hombre honesto? Podría ser el titulo de una serie televisiva para ilustrar la podredumbre que sacude a muchos países, incluida por supuesto la República Dominicana.
La Odebrecht y su escandaloso esquema corruptivo en el Continente han reabierto las heridas de un pasado colonial donde el robo y el engaño fueron las normas instituidas por las élites y sectores privilegiados que nos dominaron a fuego y espada durante siglos.
Como lo escribió el fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano en su ilustrada obra:”Las Venas Abiertas de América Latina”, con el arribo de Cristóbal Colón a América en 1492, se instituye formalmente la malversación en la región.
La Paz Interior
Tener la conciencia tranquila-aunque sea habitando en una choza-y comiendo arroz blanco con huevo no tiene precio y sobretodo poder alcanzar lo que muchos repletos de platas no pueden obtener. Sencillamente, dormir en paz.
Hay ciertos dineros que hacen daño, pero mucho daño convirtiéndose al final en una pesadilla que marca para siempre la vida de un ser humano.
El gran dilema de la especie humana es vivir en una sociedad equilibrada que contraponga la integridad a la opulencia y que la ambición desmedida no rebase los linderos de la pulcritud.
La sociedad de consumo hace que algunos pierdan la horizontalidad del equilibrio entre lo necesario y la exageración, entre vivir bien y quererlo todo para sí.
Cuando el hombre adquiere poder casi siempre cambia de actitud, se muda a otro lugar, abandona los viejos amigos y comienza a construir un imaginario de concentración de riquezas en muchos casos gracias al dolo, engaño, manipulación, maldad y contubernio en medio de una sociedad que no establece límites y terriblemente inescrupulosa.
¿Es es el ser humano proclive por naturaleza a corromperse o es el medio social que lo impulsa a adoptar ese pernicioso comportamiento?
República Dominicana y varios países de América Latina han sido impactados por el escándalo de corrupción de la empresa brasileña Odebrecht, quien pagó sobornos y ejecutó obras sobrevaluadas por millones de dólares.
¿Cómo afecta al sistema de partidos políticos en el país este deprimente escenario?
¿Se aplicará justicia realmente contra los funcionarios, dirigentes políticos, legisladores y empresarios señalados por la Procuraduría General de la República de integrar y beneficiarse de ese entramado mafioso?
Hay 14 imputados de los cuales diez están detenidos en la cárcel del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, acusados de recibir sobornos de la empresa brasileña Odebrecht.
El pueblo dominicano está demandando que las autoridades lleguen hasta las últimas consecuencias en este caso, procediendo también a someter ante la justicia a otras personas que formarían parte de esa desgraciada maquinación.
Si queremos salvar el sistema democrático dominicano se debe proceder y actuar sin contemplaciones contra quienes no solamente recibieron millonarios recursos en pagos de sobornos de la Odebrecht sino que además sobrevaluaron obras en el sector público ascendentes a miles de millones de pesos.
Articulo de Manuel Díaz Aponte