La artesanía dominicana – a través de la cual se impulsa la cultura, el folklore, la identidad nacional y, por tanto, se aprecia la belleza y el talento criollo- te transporta de manera fascinante al pasado, al presente y al futuro.
Por FAUSTO ARAUJO
El desarrollo de la artesanía dominicana -cuyas hermosas y coloridas obras destacan parte de la idiosincrasia del pueblo y la historia de cada región- va en aumento.
Gracias a la calidad, colorido y elegancia que exhiben las piezas confeccionadas por hombres y mujeres que dejan plasmado en cada artículo su destreza, sensibilidad y extraordinario talento, la artesanía dominicana ha alcanzado altos niveles de competitividad.
Últimamente, el sector -pese a estar severamente golpeado por la falta de entrenamiento, de financiamiento, de mercadeo, por la dispersión, el aislamiento, la informalidad, la ausencia de una producción regular, altos costos de producción y equipos obsoletos- tiene un comportamiento comercial que supera los 4 mil millones de dólares.
Observar la artesanía dominicana es dar un viaje maravilloso por todas sus comunidades y su historia, penetrar en el alma de sus nativos y, en efecto, conocer casi a plenitud su gente, sus costumbres y tradiciones; su arte y su cultura.
La artesanía dominicana -a través de la cual se impulsa la cultura, el folklore, la identidad nacional y, por tanto, se aprecia la belleza y el talento criollo- te transporta de manera fascinante al pasado, al presente y al futuro.
A pesar de que la artesanía local -que en su mayoría es decorativa y utilitaria- presenta variadas diferencias de una provincia a otra, la misma constituye una rica expresión artística que conjuga diversos elementos de las culturas indígena, española y africana.
No obstante, a esas herencias e influencias, el pueblo dominicano ha forjado su propia interpretación de los procesos culturales y ha creado nuevas manifestaciones artesanales.
En principio, las primeras piezas elaboradas por nuestros artesanos eran de uso doméstico; después, entre los siglos XVI y XVII, estos empiezan a labrar imágenes religiosas a las que se rendía culto en los hogares. Fruto del desarrollo de la ganadería, entonces, florece la confección de artículos hechos de cuero, tales como yugos, arados, sogas y otros instrumentos relacionados con el cultivo.
Con la Revolución Industrial empezó la fabricación de vajillas de loza, calderos y recipientes metálicos esmaltados.
El Siglo XIX marca la producción artesanal de árganas, serones, esteras, macutos, aparejos, escobas, aguaderas, sillas, sombreros, hamacas canastas, correas, carteras, sandalias, cofres, maceteros, paneras, fruteras, platos para recipientes calientes, pantallas para lámparas y las canastillas o el “moisés” de los recién nacidos.
En las primeras décadas del siglo XX se incrementa la fabricación de bateas, lebrillos (utilizados por las amas de casa para lavar alimentos y por las marchantas para vender frutas y verduras) y los pilones de madera (para pilar arroz o café); mientras que en la segunda mitad del referido siglo toman un gran auge los diseños y fabricación de obras artesanales en madera, barro, hueso, cuerno, ámbar, oro y telas.
Como ya hemos dicho, la artesanía dominicana es un abanico de influencias, donde se conjugan las taínas, españolas y africanas.
Los taínos nos aportaron sus creaciones de hamacas, redes de pescar, hilos, cuerdas, paños, naguas, cestas denominadas haras, madera, piedra, algodón, concha, hueso, oro, tejidos, hilados y cestería, para lo cual utilizaban materiales como henequén, maguey, cabuya y bejucos.
De los españoles heredamos artículos utilitarios, entre los que se destacan botijas empleadas para el acarreo del aceite de oliva, las aceitunas, las almendras, la miel, la pólvora y el mercurio, así como la loza o cerámica vidriada, empleada en usos domésticos.
Mientras que los africanos nos aportaron signos, símbolos y contenidos; aspectos ligados a lo espiritual, festivo y cultural, destacándose la tambora y otros instrumentos musicales.
Para principios del año 2008, en la Republica Dominicana se estimaba en algo más de 6,300 la existencia de artesanos en plena producción, de los cuales el 80% eran hombres y el 20% mujeres. Actualmente, se calcula en más de 10 mil las familias que se ocupan del oficio en el país.
La concentración geográfica de la producción artesanal nacional está ubicada principalmente en las áreas del Cibao Central (41%), Santo Domingo (25%), y la Costa Norte (17%). El 17% restante se ubica en el Suroeste, el Este, Samaná y la Línea Noroeste.
Las provincias donde se presenta la mayor concentración de la producción son Santo Domingo, Puerto Plata, Monseñor Nouel, Espaillat, La Vega, Samaná y Santiago.
Lo mejor de la artesanía criolla en sus distintas clasificaciones lo encontramos en cerámica, madera talladas, cestería, joyas de ámbar y larimar, la alfarería, textiles, tejidos, máscaras de carnaval, instrumentos musicales, joyería, bisutería, pintura, santos de palo, higüeros, barro, jícara de coco, piedras, metales, hojalatería, reciclados y otros.
En efecto, las artesanías más populares de la República Dominicana se observan en los santos de palos de Bonao, que consisten en pequeñas esculturas religiosas; la artesanía de origen taino, que son generalmente trabajados en relieve y calados hechas con higüeros; las tinajas de barro rojo y las bellas mariposas artesanales en jícara de coco de Moca.
Además, las caretas del carnaval dominicano en diferentes formas y colores; la Artesanía de Proyección Taína, realizadas con piedras de las canteras dominicanas; el Guacamayo y otras aves y objetos -como cucharas y bateas- talladas en madera y pintadas a mano.
De igual modo, las hermosas bisuterías realizadas en ámbar y larimar; la Cestería con su creatividad consistente en sus cestas, macutos, carteras y sombreros, todos elaborados con fibras de canas y guano, y la Cerámica artesanal con sus suvenires cerámicos, sus muñecas sin rostros, cotorra verde, palomas, platos para pared y otros.
El larimar (conocido como la bella turquesa dominicana, es una piedra preciosa de color azul y muy preciada en la artesanía dominicana, la cual se extrae de minas en la provincia de Barahona) es incorporado a la joyería nacional a mediados de los años 70. Tiene un colorido y aceptación impresionante.
Mientras que el ámbar dominicano (que procede de una resina fósil del árbol del género Hymenaea del período geológico terciario y se encuentra entre Santiago y Puerto Plata) está considerado como el más rico y codiciado del mundo.
El mismo tiende a presentarse en numerosos colores brillantes (amarillo, opaco, blanco, rojo, negro, verde, azul, plateado, rosado y púrpura) y es utilizado como excelente materia prima en la elaboración de delicadas, variadas e insuperables figuras decorativas y exquisitos objetos de joyería que reflejan el esplendor y la belleza de la preciosa piedra.
Con el ámbar se confeccionan y comercializan maravillosos pendientes y broches (algunos incrustados en oro y plata), elegantes pulseras y aretes muy finos que son muy preciados en todo el mundo. Otras creaciones consisten en pequeñas esculturas en forma de animalitos como elefantes, peces, tortugas, búhos, ranas o gatos.
En otro orden, es digno resaltar el florecimiento -entre las décadas de los 80 y los 90- de la alfarería, la producción artesanal en barro y en resistente y atractiva cerámica; así como el de las famosas "muñecas sin rostro," las cuales, por su exuberante técnica y calidad artística, se han convertido en un símbolo nacional, en una marca país.
En muchas partes del mundo, estas muñecas, también conocidas como de "Lime," son bien apreciadas y demandadas y se les observa con vestido largo, cargando agua en tinajas, vendiendo frutas o flores, con la cabeza cubierta con un pañuelo o un sombrero.
El mercado de la artesanía
En este Siglo XXI -de la globalización, el conocimiento, el cambio tecnológico constante, la innovación y la rapidez- el fomento adecuado de la actividad artesanal constituye una vía adecuada para impulsar y potenciar la creación de empleos, el incremento de las exportaciones y, en efecto, el ingreso de divisas a la Republica Dominicana.
En los últimos años, el mercado artesanal en el país desarrolla un comportamiento comercial por el orden de los 4 mil 200 millones de dólares, lo que, inequívocamente, lo define como un importante renglón económico, que tiene su mayor mercado dentro del sector turístico, el cual atrae actualmente más de 6 millones de visitantes al territorio nacional y que dentro de poco llegarían a 10 millones, como lo ha propuesto el Presidente Danilo Medina.
Además, existe un elevado proceso de exportación de obras artesanales a más de 15 países, siendo los principales destinos, Puerto Rico, Estados Unidos, Barbados, Aruba, Canadá, Islas Vírgenes y Guadalupe.
Datos aportados por el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana (CEI-RD) revelan que las exportaciones de productos artesanales, en los últimos 12 años, han registrado descensos graduales y repunte significativo en el país, siendo, en el periodo 2006-2010, los más destacados los elaborados con barro, cerámica y madera.
Así, para el año 2010, estadísticas registradas por la Dirección General de Aduanas (DGA) y el CEI-RD, dan cuenta de que las exportaciones de artesanías se incrementaron a un valor de US$1.55 millones de dólares, para un 32.35%, con respecto al año 2009.
Para entonces, los principales productos artesanales, en cuanto a valor exportado durante el 2010, fueron los elaborados con piel o cuero, 17.53%; barro, 12.43%; porcelana, 10.34%; cerámicas, 9.75% y madera, 9.61%. Las artesanías con un componente de ámbar y larimar sumaron un 3.91% del valor total exportado en el referido año.
Después de ahí, el crecimiento en las exportaciones del sector han sido astronómicas, al punto que solo en el año 2013, el mismo registro un crecimiento de un 23.0% con respecto al 2012, desempeño este que significa más de 4 mil millones de dólares (US$$4,186.6 millones).
El CEI-RD explica que esos datos conforman la suma de las exportaciones de larimar, con un total de US$177.3 millones; las del barro, que ascienden a US$445.7 millones, y las que integran en su componente madera, que arrojan un monto de US$ 3,563.6 millones.
Ese gran potencial que exhibe la artesanía en el país se equipara al volumen de recursos aportados a la nación cada año por los sectores turismo y zonas francas, los cuales promedian los 5 mil millones de dólares. Solamente el mercado interno actual de las ventas de obras artesanales (que no incluye el informal por carecerse de estadísticas) mueve una suma importante de recursos económicos.
Si a ello adicionamos un flujo de exportación masiva (que inicialmente podría estar por el orden de los US1, 230 millones anuales) estaríamos frente a una novedosa fuente de producción que, por demás, prácticamente no requiere la importación de materias primas.
Cálculos y proyecciones conservadoras estiman, que por la comercialización de los artículos producidos, se podría registrar un movimiento económico por el orden de los 5,400 millones de dólares anuales, que justifican la viabilidad de apoyar sin reservas este dinámico y estratégico sector, tan ligado al espíritu, el arte, la cultura, la historia, las tradiciones y las costumbres del pueblo dominicano.
Sin embargo, lo que ha de ser una alegría para todos, en la actualidad se traduce en tristeza y frustración, ya que, entre el 60% y 70% de las artesanías que se encuentra en las tiendas locales son importaciones provenientes de varios países, por lo que aproximadamente 3 mil 217 millones de dólares de los comercializados anualmente no son el resultado de una producción nacional, sino foránea.
Esa desproporcionada realidad ha de ser cambiada de inmediato con el impulso de políticas a favor de la producción en serie de obras artesanales locales, el fomento de clústeres, la protección de la denominación de origen, las certificaciones de las obras y la aprobación en el Congreso Nacional de la Ley de Fomento, Desarrollo y Competitividad de la Artesanía Nacional.
Además, con la actualización de un registro y operación de los artesanos nacionales, la organización del Concurso Nacional de calidad artesanal con la finalidad de impulsar la adopción de mejores niveles de calidad, innovación y diseños en la producción artesanal, que permitan desarrollar una cultura de competitividad entre los artesanos dominicanos, y la organización de ferias artesanales para dar a conocer los productos artesanales dominicanos estaríamos contribuyendo enormemente al bienestar del sector.
Así mismo -insistimos- en que, inequívocamente, a los fines de garantizar el fomento, desarrollo y competitividad de la artesanía se hace necesaria e impostergable la obligación de certificar los productos artesanales e imponer sanciones en los casos en que se comercialice el producto artesanal sin la debida certificación, así como que se erradique y prohíba la venta de artesanía engañosa.
Es preciso, también, seleccionar los artículos con mejores cualidades estéticas y mayor demanda, para ser incluidos en el catálogo y en la producción nacional masiva, con lo que se garantiza de antemano una aceptación y distribución en los mercados locales e internacionales.
A los fines de fortalecer la industria de la Artesanía dominicana, en el Congreso Nacional cursa el Ante-Proyecto de Ley de Fomento, Desarrollo y Competitividad de la Artesanía Dominicana, el cual se propone crear la Dirección Nacional y el Consejo Nacional de Artesanía, lo cual es muy atinado.
Para tranquilidad de la Nación y, en especial, de los artesanos dominicanos, en el Capítulo IX, concretamente del articulo 38 hasta el 48 de la pieza, están los elementos fundamentales para dejar resuelto el dolor de cabeza del sello de origen y garantizar que el país y el sector realmente obtengan el 99% de los ingresos provenientes de la comercialización de las obras artesanales que se fabrican en la República Dominicana.
PRINCIPALES RETOS Y PLAN DE ACCION:
A los fines de procurar y garantizar el fortalecimiento, desarrollo y competitividad del sector de la Artesanía dominicana se debería, sin demora, poner en práctica, las siguientes acciones:
Buscar, identificar y organizar a los artesanos dominicanos.
Priorizar la actualización del Registro y Operación de los Artesanos nacionales.
Coordinar y ejecutar programas efectivos y puntuales de entrenamientos, financiamientos, mercadeo, innovación y modernización a favor del sector.
Impulsar un programa masivo de formalización de los artesanos y de regularización de su producción durante todo el año, a los fines de que puedan estar en capacidad de satisfacer la demanda local e internacional.
Procurar la justa distribución de la explotación de Ámbar y Larimar que se hace en la Republica Dominicana, con el propósito de que se disponga que un porcentaje, de primera calidad de dichas materias primas, sea asignada al mercado local.
En ese mismo orden, disponer que un porcentaje de la producción de oro y plata en el país este asignada al mercado dominicano, para que sean usados como materia prima por los artesanos.
Organizar y participar activamente de Ferias Artesanales para dar a conocer las obras y los artistas.
Promover, exhibir y vender la artesanía dominicana en todas las ferias del libro a nivel nacional e internacional.
Garantizar que representaciones de artesanos y sus obras estén siempre presentes en todas las Ferias Internacionales a que acuda el Ministerio de Turismo.
Priorizar la Producción en Serie de Obras Artesanales locales que cumplan con criterios de identidad, calidad, sostenibilidad e innovación, y el fomento de clústeres.
Seleccionar los artículos con mejores cualidades estéticas y mayor demanda, para ser incluidos en catálogos y en la producción nacional masiva.
Diseñar y crear las obras artesanales de interés para los más de 6 millones de turistas que nos visitan cada año y que son potenciales compradores. Los regalos y recuerdos en tamaños pequeños (suvenir), las joyas elaboradas con productos autóctonos de cada pueblo, las piezas con rasgos étnicos y las figuras con motivos indígenas serian excelentes y atractivas propuestas.
Tener presente que cuando al país empiecen a llegar 10 millones de turistas su mercado crecerá extraordinariamente y hay que estar debidamente preparado para ello desde ya.
Precisar y velar por el Sello de Origen para garantizar que el sector obtenga el 99% de los ingresos de las ventas de las obras artesanales que se fabrican en el territorio nacional.
Garantizar la protección de la Denominación de Origen y las Certificaciones de las Obras.
Procurar la aprobación en el Congreso de la Ley de Fomento, Desarrollo y Competitividad de la Artesanía Nacional.
Institucionalizar el Concurso Nacional de Calidad Artesanal cada año, cuya fecha de entrega de premios coincida con la celebración del Día del Artesano.
Fomentar el desarrollo de una cultura de competitividad entre los artesanos dominicanos.
Declarar la obligatoriedad de la Certificación de los Productos Artesanales.
Imponer sanciones en los casos que se comercialice el producto artesanal sin la debida certificación.
Erradicar y prohibir definitivamente la venta de artesanía engañosa.
Incentivar y estimular a los artesanos para que conozcan y aprovechen al máximo los acuerdos preferenciales y de libre comercio suscriptos por el Estado dominicano con otras naciones, así como los programas de estímulos que existen en algunas instituciones, los cuales favorecen grandemente la competitividad de la artesanía nacional.
Encaminar un Plan Piloto, mediante el cual el Estado dominicano proceda a clasificar (asumiendo el costo y la asistencia técnica necesaria) las empresas artesanales locales que en la elaboración de piezas de ámbar y larimar u otras incorporan componentes de oro y plata, que actualmente son importados. Con la clasificación, esas empresas pueden acceder a los beneficios de la Ley 84-99, de Reactivación y Fomento de las Exportaciones, bajo el Régimen de Admisión Temporal o del Sistema de Reintegro de Gravámenes.
(La clasificación, por ejemplo, de 300 empresas que importan oro y plata, y exportan preciosas joyas en ámbar y larimar con oro o plata incrustada, conlleva un costo no mayor de RD$1,500.000.00, a razón de RD$5,000.00 por cada negocio).