México está entre los países más corruptos de América Latina y del mundo, colocando a sus principales instituciones en medio de un lodazar que ha despedazado el sistema de partidos políticos y ha incrementado la pobreza y la violencia en niveles preocupantes.
Los políticos han desvertebrado y quebrado las finanzas públicas y ahora el Vaticano estudia aplicar su excomunión, la máxima de las penas de la Iglesia Católica, según ha trascendido.
Recientemente la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, dijo que México carece de instituciones que lidien contra la corrupción.
Los asesinatos de periodistas, dirigentes políticos, empresarios y líderes comunitarios se reproducen frecuentemente sin que las autoridades tengan control de una sociedad dominada por el narcotráfico y grupos paramilitares.
De acuerdo al Foro Económico Mundial entre los países latinoamericanos más corruptos están:
-Venezuela
-Bolivia
-Brasil
-Paraguay
-República Dominicana
-Argentina
-Nicaragua
-México
-Colombia
-El Salvador
-Guatemala
-Ecuador
-Perú
-Honduras
-Panamá
-Costa Rica
Castigo Moral
El peso especifico y fuerza de la medida promovida por el Vaticano podría ser de carácter moral y espiritual pero al mismo tiempo tendría un alcance e impacto inimaginable para quien la pueda padecer.
La Iglesia Católica está indisolublemente vinculada al poder, y ella misma por sí sola tiene un poder inmenso y absolutista capaz de derrocar gobiernos como registra la Historia Universal.
El Vaticano es el Estado más pequeño del mundo y por consiguiente, el Papa es un Jefe de Estado que emite decretos, establece órdenes, diseñas estrategias y adoptas medidas que trascienden más allá del purpurado.
Por siempre ha sido una aliada incondicional del poder político y económico en el planeta y se ha beneficiado sustancialmente de esas estructuras.
Ahora parece estar decidida a asumir un rol de dignidad ante tantas injusticias, saqueos y pobreza generada por acciones aplicadas desde el Estado.
En el Vaticano hay una línea bien trazada, separarse progresivamente del poder corrupto que tanta pobreza y desesperanza provoca en el mundo.
El Vaticano y los Desamparados
El Papa Francisco desde que asumió su pontificado aquel histórico 13 de marzo del 2013, ha expuesto reiteradamente la urgente necesidad de adecentar el manejo de los recursos públicos.
El pontífice de la Iglesia Católica y jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano ha reflexionado desde el púlpito sobre las enormes diferencias sociales que separan a la humanidad y las injusticias de un modelo político donde unos pocos se apropian de los bienes colectivos.
Sería una efectiva contribución al adecentamiento moral de una sociedad que contempla atónita como un grupo de burócratas de los sectores públicos y privados cargan con el dinero ajeno, con el sudor y sufrimiento de inmensas legiones y de pueblos oprimidos.
Está planteada la posibilidad de excomulgar a los políticos que desde el poder han acumulado riquezas materiales indebidamente, incrementado las desigualdades sociales especialmente en los países tercermundistas.
Así lo hizo saber la Arquidiócesis de México en un editorial publicado en el semanario “Desde la Fe”, editado en Ciudad de México, y que ha merecido la atención mundial.
El texto dice:”Mientras se acerca el inicio del proceso electoral 2018, los ciudadanos manifiestan desconfianza creciente hacia un sistema de partidos en irrefrenable caída y descomposición que, al final, se niegan a responder de las atrocidades cometidas por sus gobernadores que, al amparo de sus partidos, devastaron las economías de los Estados del país”.
Y agrega que” con justificada razón, la sociedad pide que los partidos respondan como terceros responsables del desfalco de las arcas por parte de estos delincuentes que ahora están bajo proceso”.
La Iglesia Católica haría un significativo aporte a la sociedad si finalmente se decide por excomulgar a los políticos corruptos que profesan la fe del catolicismo, como ha trascendido en los medios de comunicación internacional.
Es risible ver a un gobernante o dirigente político recibiendo la bendición de un sacerdote ante el altar de la iglesia a sabiendas de que se ha hecho rico con el dinero de los contribuyentes.
Las iglesias evangélicas o protestantes igual deberían asumir la sanción moral contra los responsables del incremento de la pobreza, principal causa generadora de la escalada de violencias que sacude a las grandes ciudades de América Latina.
En muchos de nuestros países el Estado de Derecho es pisoteado por los propios gobernantes haciendo aún más frágil las estructuras jurídicas y consecuentemente del poder judicial.
Muchas gentes deciden por hacer justicia con sus propias manos, evidenciando un cuadro social en el que las instituciones son convertidas en papeles desechables.
Artículo de Manuel Díaz Aponte
Sábado, 1 de julio del 2017