Hay quienes sugieren una negociación para un pacto verde-morado.
Hay quienes quieren poner a “negociar” al movimiento Marcha Verde en procura de un “pacto político” con un Estado, un gobierno y un sistema de partidos a los que no le caben más delitos y altos funcionarios mafiosos.
Malos consejos radio-televisados. Malísimos. Tan perjudiciales –como aquella recomendación de convertir Marcha Verde en partido para actuar dentro de esta marco institucionalidad o la que quiere reducirla a presionar al sistema de partidos e instituciones putrefactas por ellos asaltadas- que podrían conducirlo al suicidio o la derrota.
El poder constituido, sus instancias judiciales, congresuales, ejecutivas y empresariales, están tan evidentemente penetradas por la corrupción y abrazadas a la impunidad, que Marcha Verde, nutrida de la indignación callejera, ha tenido que demandar el sometimiento judicial del Presidente Medina y exigir se investiguen sus principales ministros, dos ex-presidentes, dos ex-presidentes/as y dos presidentes/as de Cámaras Legislativas; dando señales inequívocas de que esto va en serio y con duro, sin quitarse sus guantes de seda.
Mal podría entonces Marcha Verde negociar y pactar con quienes ella entiende -con todas las razones del universo y evidencias disponibles- deberían ser ejemplarmente procesados. Y peor aun sería confiar en que las instituciones y los funcionarios subalternos, que conforman en conjunto todo un sistema de corrupción e impunidad, podrían tornarse confiables para hacer justicia y auspiciar reformas democratizadoras.
Mal podría incluso favorecer por esa vía la permanencia en el poder de las mafias políticas, empresariales y militares; a cambio de limitadas modificaciones dentro de esta institucionalidad corrompida y decadente. La fuerza acumulada y desplegada, sin embargo, debe servir para perseguir metas más trascendentes.
A este régimen no se le debe dar respiro. Una transacción que lo salve y salve un orden constitucional conformado para generar instituciones y gobiernos corruptos y corruptores, sería imperdonable.
Marcha Verde debe seguir siendo un movimiento ejemplar en el ejercicio de democracia de calle, enfrentado y dispuesto a desmontar con acciones multitudinarias -plebiscitarias si se quiere- esta dictadura constitucional, este engendro de corrupción impune y lumpen capitalismo. Y ojala asuma la propuesta de Constituyente Soberana.
Esas metas no son compatibles con las propuestas light que les sugieren asumir, ni con el tránsito por las instituciones bajo control del danilismo pelediano y dentro de la agenda del sistema y del gobierno: ley de partidos, escogencia de jueces, procesos iniciados por la Procuraduría… Todos guisados desde el Palacio Nacional por sus impenitentes inquilinos.