La prensa ha publicado un estudio donde se analiza, e incluso cuestiona, la magnitud de los gastos en que ha incurrido el Tribunal Superior Electoral (TSE), desde su creación a la fecha, como si dicha corte hubiere incurrido en algo pecaminoso al emplear su presupuesto en los menesteres que les son propios. Esa publicación pretende enlodar la esfera de actuación de ese tribunal sin observar los servicios que este tribunal ha rendido al país.
Baste recordar la forma en que los partidos políticos resolvían sus diferencias antes de su inexistencia para estar conteste en que dicho tribunal ha contribuido de manera eficaz con la consolidación de la democracia en construcción que tenemos.
Recuérdese que la dilatada transición de dictadura a democracia en la República Dominicana se ha debido, entre otros factores, a la ausencia de instituciones fuertes en el sistema democrático, como a la cultura autoritaria y montonera que tienen nuestros partidos políticos, los cuales ni siquiera les importa que no exista una apropiada ley sobre partidos políticos. Aun con esa limitación, el TSE ha realizado una labor loable y no se debe dudar de que ahora con esta segunda generación de jueces electorales, se encamina a consolidarse como una de las instituciones de mayor confianza de nuestra incipiente democracia.
Entendámonos, el TSE es un tribunal constitucional de lo electoral, es decir, del primero de todos los derechos que poseen los ciudadanos que viven en democracia. Es el TSE el garante del voto de cada ciudadano, eso que Rousseau llamó la fracción de soberanía que posee cada ciudadano y que de manera directa ejercita en cada periodo electoral.
De modo que dicho tribunal tiene una trascendencia importante. Los amigos del estudio deberían preocuparse, por ejemplo, de la otra corte de vital importancia pero que está rezagada, precisamente porque no les han sido aportados los recursos que requiere, por ejemplo, para operar en cada distrito judicial como manda la Constitución.
Nos referimos al Tribunal Superior Administrativo (TSA). Este órgano encargado del derecho constitucional material, de las relaciones entre el gobierno, sus instituciones y los ciudadanos, no acaba de arrancar, precisamente, por las carencias que posee. Es sobre la calamitosa situación de esta Corte de lo administrativo que los ojos de la opinión pública y de los estudiosos deberían concentrarse.
Además, el TSE conoce también de las disputas entre partidos políticos y entre los partidos y sus militantes, simpatizantes y votantes, sobre todo, cuando el derecho a elegir y a ser elegidos es conculcado falseado o ignorado. Estos son temas de alta trascendencia que el TSE ha sabido canalizar de forma institucional. De manera que no puede sino felicitarse a los jueces salientes, todos ciudadanos y ciudadanas probos, al tiempo que se exhorta a los entrantes a que superen en eficiencia a sus antecesores. Es así como se avanza en democracia con pequeños pasos que unidos muestran los progresos que vamos obteniendo en democracia.
Ya a ningún militante de partido político alguno, se le escapa que sus derechos pueden hacerse efectivos en caso de que la cúpula del partido a que pertenezcan pretenda negarlos. Esta es una situación que nunca antes en la historia nacional había tenido el cauce que tiene hoy. Por tanto, no debemos sino felicitar a los salientes por su labor. Se trata de ciudadanos con todos los defectos y todas las virtudes de nuestra sociedad que han cumplido un cometido de gran importancia para la nación, su presente y su futuro.
Piénsese en los mayores frutos que pudo haber obtenido dicho tribunal si existiere ya una ley sobre partidos políticos. Su inexistencia justifica el desempeño de dicha corte de lo contencioso electoral. Es un lujo de nuestra democracia que no puede ser atacado, porque atacándolo atacamos nuestra institucional, nuestra constitucionalidad y nuestra democracia. Allí donde no existe una administración de justicia especial como garantía de apego a la legalidad electoral no puede hablarse de democracia real. Puesto que la democracia, la vida en democracia, se aprende ejerciéndola y luchado por su consolidación y los derechos que garantiza. De donde se infiere que la justicia es la garantía de la existencia de derechos. Así, el Estado garantista que hoy tenemos es solo tal en la medida administra nuestros derechos. DLH-24-7-2017