El vocablo “infierno” ha pasado al lenguaje popular como una situación que genera un sufrimiento insoportable, de la cual hay pocas posibilidades de salir. Pero su origen está en la revelación bíblica y expresa un estado más allá de la muerte, al que acceden aquellas almas privadas de “gracia divina”, es decir, en enemistad con Dios, por no haberse arrepentido de corazón de las transgresiones graves a su ley recogidas en el Decálogo de los 10 Mandamientos, instrucciones necesarias para funcionar bien y felizmente por la vida.
Hoy surge incredulidad acerca de este lugar de trascendencia extremadamente dramática, incluso entre los miembros de la Iglesia. Hay quien dice que Dios no puede someter a nadie a semejante castigo y por la eternidad. Pero esas opiniones son fruto de un desconocimiento de quién es Dios, de su Amor, de su Sacrificio en la Cruz, y de todos los medios que ha dejado para facilitarnos la salvación del alma. Entre ellos: la Iglesia Católica y sus sacramentos como ayuda espiritual para el combate contra el demonio; la Madre de Dios, verdadera Madre nuestra y a la que podemos recurrir en momentos de necesidad pero también establecer con Ella una relación filial, el Espíritu Santo que actúa como santificador del que se deja guiar por Él, las oraciones, la literatura y prácticas devotas que se han acumulado a lo largo de la historia bimilenaria de la Iglesia y un ángel custodio personal que nos acompaña y alienta, si le dejamos, en el camino hacia Dios.
Todo ello son regalos para fortalecer la fe y llegar así al final de la vida, si no en estado de gracia, sí al menos con la voluntad de hacer una última confesión de los pecados antes de entrar en la eternidad y ser juzgado ante el tribunal de Dios como persona apta para heredar el Cielo. Porque el Infierno existe, y hay muchos que fueron regalados con su visión para alertar a los que estamos aquí, no sólo santos de la antigüedad sino hombres y mujeres que han dejado por escrito su testimonio: Bill Wiese, Mary K Baxter, Choo Thomas… entre otros.
Pili Montalbán
Barcelona, España