Desde que fue anunciado el acuerdo político entre el PLD y el PRD, para las pasadas elecciones generales del 2016, supimos que esa alianza –contrario a fortalecer políticamente al PLD– traería consecuencias negativas, surgidas de las disputas por controlar los espacios en el gobierno.
En ese entonces, entendimos que resultaba más conveniente a los propósitos del PLD, mantener su alianza con el PRSC, con quien había logrado una sinergia considerable que permitía un equilibrio gubernamental sin grandes contratiempos.
Al efecto, nuestra posición estuvo basada en un análisis que suponía el desplome del PRD, frente a un emergente PRM, que aun cuando no tenía posibilidad alguna de alcanzar el poder, proyectaba suficientes simpatías para dejar debilitado al PRD, ante el electorado nacional.
Esa situación hacía suponer que era innecesaria una alianza en los términos que fue pactada, sin embargo, pese a los resultados electorales obtenidos por el PRD, el gobierno del PLD, le concedió espacios en el Estado, que muchos consideran exagerados e inmerecidos, tomando en consideración que no se corresponden con las expectativas creadas por el acuerdo.
Esto ha generado un malestar dentro de la militancia peledeista, debido a que muchos se sienten desplazados, mientras que otros que permanecen fuera del gobierno, observan desesperanzados como son colocados los perredeistas en posiciones relevantes que pudieran ser ocupadas por ellos.
A todo esto se suma un hecho todavía más preocupante, y es que en los lugares donde se están nombrados funcionarios del PRD, los empleados, militantes del PLD, son sustituidos y enviados a sus casas, en una acción que agudiza aún más el descontento dentro del partido morado.
Todo esto ocurre ante la mirada indiferente de la cúpula peledeísta que atrapada en una burbuja de diferencias estériles por razones de grupismo, no atina a reaccionar frente al maltrato que están sufriendo las bases del partido.
No obstante, algunos dirigentes entre ellos, Flavia García y Dionis Sánchez, han denunciado por separado el atropello que está ocurriendo contra el PLD, cometido por funcionarios procedentes del PRD, que están cancelando de forma masiva a empleados que son sustituidos abruptamente por cuadros perredeistas, sin que hasta el momento ninguna autoridad –ni del partido ni del gobierno–, se haya pronunciado al respecto.
Ciertamente, resulta deplorable que mediante esas designaciones, el gobierno esté fortaleciendo políticamente al PRD, en detrimento de su propia subsistencia como partido. Y, más aun cuando es el propio presidente Danilo Medina, quien está permitiendo que los peledeístas sean sacados de sus puestos de trabajo por funcionarios perredeistas de su gobierno.
El presidente de la república, debe detener esas acciones ejecutadas desde las instituciones a cargo del PRD, haciéndoles un llamado a esos funcionarios para que se abstengan de continuar con esa práctica.
Los empleados peledeístas están siendo sacados de forma inapropiada del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Ministerio de la Mujer, de la Autoridad Portuaria Dominicana, del Instituto Dominicano de Seguros Sociales y del Instituto Dominicano de Desarrollo Cooperativo.
Esos funcionarios perredeistas están maltratando encarnizadamente a los dirigentes del PLD, que laboran en esas instituciones, sin entender que ellos mismos están ahí porque los nombró un peledeísta, y que esos empleados se ganaron un derecho de permanecer en sus puestos.
Para finalizar, al observar el reciente nombramiento del Sr. Jaime Aristy Escuder, solo quiero exclamar lo siguiente: –Ojalá, y al PLD, no le ocurra lo que según la epopeya griega, “La Ilíada y la Odisea”, sucedió con la famosa ciudad de Troya, cuando el príncipe Paris, luego que conquistó a la hermosa Helena de Grecia, esposa de Menelao de Esparta, permitió confiado que las puertas de la ciudad se abrieran para dejar entrar un caballo de madera, como regalo “envenenado” de sus enemigos que destruyó la ciudad.