El Partido Revolucionario Moderno exhortó recientemente al gobierno dominicano a desconocer la constituyente venezolana, desatino que revela falta de visión sobre el rol a jugar por una organización opositora en un país, como el nuestro, con tantos problemas económicos, sociales e institucionales, los cuales ameritan prioridad en su agenda al momento de ofrecer declaraciones públicas.
Esa conferencia de prensa debió de aprovecharse para emplazar al gobierno a ofrecer el servicio eléctrico que paga la población, en momentos en que se producen apagones kilométricos que ocasionan daño al comercio y dañan el nivel de vida de la gente, sin que las autoridades den una explicación satisfactoria.
Y de paso denunciar la incapacidad para garantizar seguridad ciudadana y detener los crecientes niveles de criminalidad que convierten a nuestras calles en un infierno. De igual manera, anunciar la incapacidad del Ministerio Público y de la Policía Nacional para enfrentar los crecientes índices de feminicidios, pues muchas de esas muertes de muchachas indefensas se pueden evitar.
Pensé que el opositor PRM se referiría a la inflación de bienes y servicios, particularmente de los productos de la canasta familiar que regularmente aumentan de precio, reduciendo el poder de compra del consumidor. (Lo único que no aumenta son los miserables salarios de los servidores públicos).
Pensé también que el PRM hablaría del abuso cometido con miles de profesores que no recibieron el pago del mes de julio, que elevaría protesta por la persecución practicada por el gobierno hacia miembros de la Marcha Verde, algunos de los cuales ya han sido asesinados. Y que, de igual forma, se referiría a la agresión a infelices trabajadores cañeros que en demanda de una miserable pensión fueron salvajemente reprimidos.
Se esperaba, de igual manera, la protesta del PRM por la agresión inmisericorde de la Policía Nacional en contra de antiguos miembros de la uniformada y de las Fuerzas Armadas a los que les entraron a bombazos y a tiro por el simple hecho de exigir incremento en sus míseros sueldos, tal y como se hizo con los policías y militares activos.
La situación de Venezuela es preocupante, pero les toca a los venezolanos buscar las alternativas que lleven la paz a ese hermano pueblo. Mientras tanto nuestros problemas, iguales o mayores a los de Venezuela, son prioritarios y es un desatino de un partido supuestamente de oposición pedir al gobierno dominicano —como si fuese un gobierno modelo de democracia— que intervenga y de cátedras a Nicolás Maduro.
¿Acaso el PRM está olvidando que el PLD en el 2012 vació las arcas del Estado para imponerse en el poder, lo que conllevó una reforma tributaria, para sacarle a la gente de las costillas el dinero de sus marrullas electorales? ¿Está olvidando el fraude electoral sin precedentes cometido en el 2016, que todavía a esta fecha ningún candidato sabe la real votación que sacó?
En términos institucionales no observo diferencia entre Venezuela y República Dominicana. Pero, además, ¿cuál es el beneficio político del PRM al tomar partida en la crisis venezolana? ¿Anunciar que es un partido conservador? ¿Hacerse el gracioso o pelarle el diente al imperio, tal y como hizo Hipólito Mejía cuando envió tropas a Iraq sin nadie pedirla? ¿Tirarse a una serie de partidos de izquierda en contra?
Hace mucho tiempo, primero como PRD y ahora como PRM, que se insiste en colocarse a la derecha del PLD, sin cosechar ningún fruto en término electoral, porque los segmentos conservadores dominicanos, desde que se firmó el Frente Patriótico en 1996, se sienten cómodos con el partido gobernante.
Y la gente del pueblo, esa misma gente que padece problemas sociales y económicos de toda clase por culpa del gobierno, no es de derecha, es liberal. Pero Hipólito Mejía nunca se ha solidarizado con las causas del pueblo, lo de él es aspirar a la “ñoña”, pero sin tener programa ni responder al para qué. (Y ya fue presidente de la República y se pasó cuatro años relajando).
Y el otro líder del PRM, me refiero a Luis Abinader, no tiene cola que le pisen, pero es un empresario ultraconservador, que carece de inquietudes sociales. Es un hombre que cree en Agripino y se lo reproché en conversación personal en una ocasión. Y cree también en el cardenal, por lo que no es casual que una vez resulta electo candidato presidencial del PRM, para las pasadas elecciones del 2016, su primera actividad fue “agarrar de mano a Jorge Mera para girar una visita al mal recordado Nicolás de Jesús López Rodríguez”.
En síntesis: El PRM es un PLD chiquito, pero con la diferencia de que se halla en la oposición. Y aunque la oposición al PLD en estos momentos sobrepasa el 50%, el PRM, por su carácter conservador, no está en capacidad de aglutinarla.