Diversos ciudadanos del mundo, toman la decisión de emigrar de la tierra que los vio nacer, por diversas circunstancias sociales, económicas, políticas y educativas, parten a tierras lejanas con el sueño de encontrar la oportunidad que no obtuvo en su patria, pero al llegar al destino seleccionado se debe empezar a dar pasos firmes para que el deseo de alcanzar los objetivos por los cuales emigro no se queden en solo sueños, sino se transformen en hechos palpables, que permitan a cada caminante despertar observando como el sol aparece positivamente en el horizonte de su proyecto de vida, los caminante de tierras lejanas deben tener la capacidad de aceptar, analizar y aprender de cada experiencia vivida, para adquirir el aprendizaje necesario y seguir avanzando hacia la oportunidad soñada.
Otra realidad que debe saber enfrentar los caminantes de tierras lejanas, es la fuerte discriminación que van a vivir por los ciudadanos de los países a donde estén, ya que por patrones sociales culturales, serán observados como personas ajenas, como amenaza para la sociedad y tratarán de cerrar las puertas para que el caminante desista de alcanzar la oportunidad soñada, este fenómeno sucede debido a que dejamos de escuchar a Dios en el corazón que nos dice que todos somos hermanos de la misma fuente y que las fronteras fueron diseñadas por los seres humanos que olvidaron el legado de dios y se aferraron a sus egos para dominar y parcializar el mundo, este tipo de eventos el emigrante lo va a poder superar mediante sus sentimientos, luchamos constantemente contra ideas que se encuentran arraigadas en lo más profundo del ser, a las raíces que suelen estar colmadas de principios con las que no se están de acuerdo, pero que continúan durante el resto de la vida, es ahí donde los valores de nuestras raíces impulsan al caminante a demostrar que el sueño que lo impulsó a llegar a esa tierra lejana, será la mejor oportunidad cultural, social y educativa para el país que acobije a esos soñadores que vienen dispuestos a luchar para superar sus carencias, miedos y frustraciones, si esa transformación es alcanza por cada uno de los emigrantes entonces el país empieza a recibir aportes significativos para el desarrollo de la sociedad, es decir, transformar la amenaza en una gran oportunidad para el bien de la comunidad.
Para finalizar les dejo este pensamiento que en pocas palabras representa mi sentir sobre el tema:
“No me gustan las fronteras, soy defensor de leyes abiertas, pero no comparto una política suicida de inmigración. Hay una solución que sería invertir en los países de origen, subdesarrollados.” Salvador Paniker