La recolección y tratamiento de los residuos junto al transporte colectivo se convirtieron en problemas claves a solucionar en las grandes ciudades.
Por Orlando Milesi/IPS
SANTIAGO, 22 Ago 2017 (IPS) – Cerca de 80 por ciento de los latinoamericanos viven ya en zonas urbanas convertidas en un motor de crecimiento, pero también de desigualdad, que en el caso de los servicios públicos se potencia con su privatización y el sacrificio de poblaciones periféricas, en un modelo no sostenible que se busca modificar.
"Los residuos, el aire, el ambiente, el agua, todo en esta aérea se ha ido deteriorando, al extremo que la población ha ido disminuyendo. La gente no se va de Rungue sino que huye de toda esta atmósfera con la cual se hace muy difícil vivir", relató a IPS el director de la escuela de esta localidad de 800 personas a 40 kilómetros al norte de Santiago, Denis Guerrero.
Nelson Orellana, alcalde de Til Til, un municipio del que forma parte Rungue y con 15.000 habitantes, explicó que ambas localidades se convirtieron en una zona de sacrificio lo que "es un hecho real para quienes vivimos cercanos al 70 por ciento de todos los residuos domiciliarios que se generan en la capital" de Chile.
"Solucionan el problema de contaminación que no saben cómo resolver en la gran ciudad, recibiendo sus residuos domiciliarios, industriales y lodos biológicos. Nos hemos transformado en un patio trasero…hoy recibimos todo lo que nadie quiere recibir", sentenció a IPS el alcalde del municipio que integra la Región Metropolitana de Santiago, con 7,4 millones de personas en total, 6,5 millones en la propia capital.
"Hace 20 años se inició el relleno sanitario Lomas los Colorados. Ahora ya tenemos en total más de 31 proyectos activos y contaminantes en la comuna (municipio). En total 12.000 toneladas diarias de basura ingresan a la comuna", agregó Orellana.
La recolección y tratamiento de los residuos junto al transporte colectivo se convirtieron en problemas claves a solucionar en las grandes ciudades latinoamericanas, que ya avanzaron significativamente en otras coberturas como el suministro de agua potable y el saneamiento.
Según el especialista Ricardo Jordán, en América Latina "estamos pasando de una etapa en la cual faltaba de todo a otra donde ya no falta tanto porque son menos las demandas, pero la desigualdad en la calidad y en la prestación de los servicios ha ido aumentando".
"Disminuyó la pobreza, pero en los últimos 10 a 15 años aumentó la desigualdad y somos uno de los continentes más desiguales", recordó a IPS el jefe de la unidad de asentamientos humanos de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), con su sede en Santiago.
De lo social a lo privado
"Hay países muy desiguales, como Brasil y Chile, donde el Gini (índice de desigualdad) de las ciudades es mayor que el de los países. Por ejemplo, São Paulo es más desigual que Brasil y Santiago es más desigual que Chile", aseveró.
Agregó que la región se globalizó y en los años 90 pasó de un modelo social de gestación, generación y prestación de servicios a un modelo privado.
"Todas las grandes empresas que eran públicas en la prestación de servicios se privatizaron. Quedan pocos vínculos con el Estado", ejemplificó.
Para Jordán, "no es una disyuntiva o un dilema entre lo privado y lo público sino que primero lo privado, pero regulado, y lo público como público, pero con eficiencia. Está pendiente para todos los servicios un régimen mixto público privado….que sin decir no a la gestión privada de los servicios, garantice cobertura y acceso".
América Latina es una región donde el proceso de urbanización puede darse por terminado y los expertos coinciden en que una ciudad sostenible se asocia hoy a la gestión de bienes y servicios de calidad.
"Agua y saneamiento fue el gran problema urbano sobre todo para sectores marginales hasta los 70 del siglo pasado. Ello se fue resolviendo poco a poco: Chile tiene 100 por ciento cubierto y en Brasil sigue habiendo algún déficit", afirmó Jordán.
Mientras la atención se concentró en agua y saneamiento, problemas con el transporte colectivo y los residuos sólidos no recibían atención.
"Nos dimos cuenta que esto era terrible porque tenía una acumulación y otros problemas y efectos. El nuevo gran tema en los 90 fue la gestión de los residuos sólidos. Y mientras tapabas los hoyos, el transporte estaba ahí hasta que se les ocurrió en Bogotá anunciar el Transmilenio para resolver el caos en el tema de servicios del transporte", reseñó.
Medellín y su modelo sostenible de transporte
La experiencia con el transporte público en Medellín, la capital industrial de Colombia, al noroccidente del país, fue muy relevante porque tiene que ver con la salud y la vida al tratarse de una de las ciudades más contaminadas de América Latina, según la Organización Mundial de la Salud.
Con poco menos de tres millones de habitantes en el angosto Valle de Aburrá, en el departamento de Antioquia, en Medellín los vientos no alcanzan a evacuar la contaminación atmosférica, causada en más del 78 por ciento por vehículos particulares, según el Plan de Descontaminación del Área Metropolitana de 2015.
Medellín es la única ciudad colombiana que tiene el servicio de metro, desde 1995. Su Sistema Integrado de Transporte incluye metro, tranvía, teleférico, buses con carriles exclusivos y hasta bicicletas.
Humberto Iglesias, secretario de Movilidad de la Alcaldía de Medellín, declaró a IPS que un secreto del éxito del transporte público en la ciudad ha sido la concertación con el sector privado.
"El primer objetivo fue disminuir los tiempos de desplazamiento mediante la coordinación de la operación; el segundo, generar tranquilidad tanto a los usuarios, como a las empresas de transporte, mediante un monitoreo tecnológico de la seguridad, con un recaudo electrónico y con vehículos en un estado óptimo y el tercero generar condiciones que permitan el acceso al sistema de todos los ciudadanos, en especial de las personas con discapacidad física o sensorial" dijo.
Añadió que "el propósito central es promover la movilidad sostenible teniendo el transporte público como eje principal y establecer parámetros que permitan la reducción de emisiones contaminantes en un sistema financieramente autosostenible con una tarifa asequible".
Iglesias subrayó el comportamiento de la ciudadanía gracias a "un programa permanente para desarrollar un modelo cultural alrededor del sistema".
"Uno de los principales logros es la articulación interinstitucional y el trabajo conjunto con los transportadores privados. Este esfuerzo entre la administración y el sector privado es uno de los factores diferenciadores frente a la manera como normalmente se han estructurado los proyectos en otras ciudades", resumió el funcionario.
La veterana periodista antioqueña Ana Cristina Navarro cree que otro secreto del buen funcionamiento del este sistema de transporte es que "hay bastante control social sobre lo público. Se ha dado en los últimos 20 años un proceso de avance en la participación social ciudadana y, por tanto, en veeduría".
Para los medellinenses ese sistema "es de todos, hay que cuidarlo. Los recursos que se invierten son pocos", dijo Navarro a IPS.
Empuje hacia lo sostenible
La Cepal está promoviendo "el gran empuje ambiental en la producción de servicios, tanto en residuos sólidos, transporte, agua y saneamiento y energía. La forma de producirlos es lo que tenemos que abordar ahora porque eso garantiza una calidad más completa", afirmó Jordán.
"Los desafíos están en la línea de la producción y la de cerrar las brechas de calidad de cada uno de los servicios…cómo accede una persona de menos recursos a un servicio cada vez de mayor calidad", resumió.
Gabriela Carvajal, dueña de restaurante Belén, en Til Til, graficó a IPS esa brecha: "Tenemos que vivir con las moscas. En el verano es mucho más intenso el mal olor. El tren pasa cada hora, con 20 vagones o más llenos de silos con basura, y tenemos que soportar también el percolado (liquido de materia descompuesta) que cae de la basura y corre por la línea".
En la única escuela de Rungue, 150 alumnos estudian desde preescolar hasta el final de la educación básica, en un entorno maloliente y contaminado.
"Uno mira a los niños y ve con las ganas que estudian, trabajan y tratan de salir adelante. Pero para las autoridades que deciden ese tipo de cosas no tiene ninguna significación. Más de 700 veces cada curso hay niños se retiran de clases anticipadamente debido a enfermedades" disparadas por la contaminación, lamentó Guerrero, su director.
Con el aporte de Constanza Vieira, desde Medellín.