La miopía política de la oposición de la República Dominicana ha tomado por escenario el movimiento verde, este movimiento se caracteriza por luchar contra la corrupción administrativa y por encaminar esfuerzos hacia la institucionalización del país promoviendo las buenas prácticas en el marco de las políticas públicas, objetivos con los que nadie está en desacuerdo, es más, los peledeísta son, históricamente, los abanderados de dichas consignas y lucha.
Sin embargo, la oposición sin propuestas, sin planes, sin liderazgo, sin organización, entiende que camuflageandose al interior de los objetivos del denominado movimiento verde, será como obtendrá los bonos suficientes como para desplazar al PLD del poder. ¡Craso error! El Partido de la Estrella Amarilla está llamado a permanecer en el poder por varios factores, el primero, porque es una fuerza compacta con objetivos definidos que ha dotado al país de varios buenos gobiernos frente a una oposición que poco o nada puede ofertar ni exhibir. En segundo lugar, porque los errores de la oposición son mayores que los del PLD, pues, por ejemplo, en el primer mandato de Danilo se la pasaron enfilando cañones hacia Leonel Fernández, lo que dio lugar a que Danilo se anotara un segundo mandato presidencial con tan solo un toquecito por tercera.
En tercer lugar, porque los llamados modernos, cargan con el peso de todas las mañas del viejo buey blanco ahora famélico y lleno de garrapatas, además, de que carece de organización interna, de democracia interna y sigue enjaulando a los jóvenes como gustosamente lo hacían los viejos robles del viejo PRD. No tienen propuestas y la juventud capaz de sacarlos adelante está frisada. Por tanto, se ha auto descalificado para enfrentar la maquinaria morada. A lo sumo, podrán realizar alianzas abiertas o soterradas limitadas como la que les ha permitido asirse con el gobierno municipal de la capital de la república.
Una oposición sin propuesta está llamada a permanecer en la oposición, además, es la primera vez en la historia política nacional, que un partido de oposición hace política a través de un movimiento cívico, siempre había ocurrido lo inverso. Eran los grupos de presión y los movimientos sociales los que se adherían a un partido político. Si bien han desaparecido las ideologías lo cierto es que las propuestas institucionalizantes, las pro democracia expansiva y de defensa a grupos determinados garantizan un accionar político importante, sobre todo en el marco de un sistema democrático en desarrollo como el dominicano, pero cuando la miopía política es la que actúa, cuando se carece de propuestas y de liderazgos, entonces se puede pasar a hacer el ridículo, o bien, a esperar un yerro del partido en el poder para asumirlo como bandera de la oposición. Un buen ejemplo de ello es el tema de la corrupción. Pero resulta que bajo el sistema democrático, la oposición tiene la obligación de ir más allá del gobierno con propuestas factibles, es así como dicho sistema se ha funcional y la oposición gana adeptos.
El PLD ha sido tímido en la lucha contra la corrupción, primero por las condicionantes fácticas mediantes las cuales asumió el poder, y luego, porque un contexto neoliberal ha favorecido la integración al poder de corruptores y corruptos. De manera que el escenario internacional ha sido factor determinante para que el PLD más que enfrentar, haya contemporizado con la corrupción, y ahora no encuentra cómo salir del tollo creado por la política internacional. Es más, la izquierda latinoamericana como la europea, se encuentran padeciendo el mismo síndrome sin que se vislumbre salidas prácticas. La oposición ha debido canalizar estas discordancias.
Pero, ¿puede la oposición decirle al país que se encuentra libre de ese fenómeno? La verdad es que la fiesta de la corrupción no inició en los gobiernos del PLD, es más bien una herencia de nefasta con la que ha tenido que cargar debido a la existencia de compromisos internacionales asumidos por otros gobiernos. Se ha dicho que fuera de la globalización ningún gobierno sobrevive en la actualidad y no conocemos un partido de oposición con un programa ante globalización.
Claro, allí donde se han implementado políticas antiglobalización los resultados han sido diferentes, pues el flagelo de la corrupción ha podido ser combatido en mejores circunstancia, pero aquí la oposición es parte del problema y no de la solución.
Además, la consagración de la filosofía de corruptos y corruptores favoritos, que asumen los partidos opositores, impide una sana política anti corrupción, pues de lejos se nota, que la campaña anticorrupción no es tal.
Es lamentable el cómo el movimiento verde, debido a la influencia de la oposición camuflageada y abierta, puede, en cualquier momento, perder crédito, pues está claro que sus objetivos no son compatibles con los objetivos de ningún partido político sea de oposición o de gobierno. El otro sueño opositor, es la esperanza infundada de que en el partido de gobierno asome la división, jugada peligrosa pues para nadie es secreto que los peledeísta tienen no solo ejercicio de poder sino una sana vocación a preservarlo.
Ahí está la trampa en que la oposición se ha metido solita. Ahora el reto es suyo: salvar al movimiento verde de descredito que ella misma le proveyó y dotarse de propuestas programáticas más allá de coyunturas de momentos.
La oposición, si desea salvarse, debe asumir la Constitución de 2010, sus objetivos programáticos y presentar un programa creíble, es decir más allá de las expectativas que el gobierno ha creado pero mirándose el obligo desde el movimiento verde no lo conseguirá. DLH-27-7-2017