SANTO DOMINGO.-Ante el hecho de que las exportaciones dominicanas vienen disminuyendo su proporción en el Producto Interno Bruto (PIB), dos expertos del ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM) sugieren que es necesario adoptar un dispositivo estratégico destinado a reforzar el desempeño exportador.
Juan T. Monegro, viceministro de Desarrollo Industrial; y Miguel Palmers, especialista sectorial, ambos del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes, sostienen que las políticas públicas deben enfocarse en el establecimiento de tres condiciones que son inherentes al crecimiento económico mismo y a la estabilidad en el largo plazo, como son el incremento de la participación de las exportaciones de bienes en el PIB, incrementar el coeficiente de apertura económica del país y elevar la tasa de cobertura de las exportaciones de bienes.
En un ensayo titulado “Dime qué produces, cómo y te diré si vendes” colgado en el portal www.mic.gob.do, Monegro y Palmers sostienen que “en República Dominicana solo un tercio de la incidencia en el crecimiento se puede atribuir al sector industrial, en donde la mayor ponderación se le imputa a las actividades de construcción y, en menor medida, a la manufactura local.
Para ambos, de acuerdo a una nota de la Dirección de Comunicaciones del MICM, esa realidad sugiere que “hay espacios u oportunidades aprovechables para empujar el crecimiento hacia fuera basado en políticas públicas que impulsen la capacidad exportadora de la industria nacional”.
Explican que esas políticas deben inducir cambios en el tejido productivo, favorecedoras de la agregación de valor en la producción de las empresas industriales y que sea una producción más y mejor articulada a las cadenas globales de valor. “Una producción más cualificada y con vocación a ser comercializada en los mercados internacionales”, apuntan.
Al abordar el cuestionamiento acerca de cómo se avanzaría en estas direcciones, el estudio concluye que “se precisa de más y mejores políticas públicas orientadas al desarrollo de capacidades productivas, de medios logísticos y de facilitación de comercio que desemboquen en un mayor flujo de comercio de las exportaciones dominicanas hacia los mercados mundiales”.
Indican que esas capacidades productivas han de tener como fundamento, entre otros, “buena inteligencia de mercados, que oriente la toma de decisiones, y mayor y mejor articulación con las cadenas globales de valor”, además de una intensificación de la articulación productiva al interior del tejido productivo nacional.
Monegro y Palmers consideran que ese direccionamiento estratégico puede y debe alcanzar mayor precisión de política “en un marco de diálogo público-privado enfocado a cómo hacerle para impulsar la industrialización del país, incluido el desarrollo agroindustrial”.
Sugieren que el Congreso de la Industria, cuya tercera versión está proyectada para finales de este año, son propicios para encaminar este tipo de políticas, así como ejercicios de planificación participativa, en alcances institucional y sectorial, llevados a cabo a nivel institucional no sólo por el mismo Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes, sino también por entidades adscritas del sector Industria y Comercio como son el CEI-RD, PROINDUSTRIA y el Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportación y otras.
Además, deben participar otros ministerios cuyos respectivos mandatos de ley les confieren incidencia sustantiva en el desarrollo productivo como son los de Agricultura, Energía y Minas, Turismo y otros.
Los autores esperan que el III Congreso de la Industria genere los insumos necesarios para conferirle “mayor precisión al direccionamiento estratégico de avanzar hacia una industrialización más competitiva, generadora de mayor valor agregado y más y mejor articulada a las cadenas globales de valor”, visto en la perspectiva de mejorar la capacidad competitiva del sector manufacturero y agroindustrial.
“Estos dos sectores, particularmente, tienen alto potencial para generar producción con mayor valor agregado, fortalecer la oferta exportable y potenciar un crecimiento hacia fuera”, sostienen los economistas.
Señalan que la mejora de la productividad en las empresas industriales es un “objetivo medio” de camino a elevar la competitividad y lograr mejoras en el desempeño exportador.
Monegro y Palmers afirman que para mejorar el desempeño exportador es necesario “incrementar la productividad de las empresas industriales”, lo que a su vez pasa, entre otros aspectos, por mejorar procesos productivos tales como son el desarrollo de capacidades gerenciales en las empresas exportadoras, desarrollar o consolidar la cultura de calidad, incorporando las normas de calidad en la gestión productiva y operacional de las empresas y “apoyar la transferencia e incorporación tecnológica como elemento fundamental para la mejora de la producción, reducción de costos y estandarización o alineación con los requerimientos de los mercados internacionales”.
Manifiestan que “calidad, precio competitivo y mayor valor agregado son ingredientes críticos para dar con una oferta exportable competitiva”, lo que se torna una condición necesaria y suficiente para un mejor resultado exportador.
“En la medida en que así sea, se estarían aprovechando oportunidades del comercio para crecer más y mejor, generar empleos productivos, elevar el ingreso nacional y contribuir al funcionamiento equilibrado de la economía”, puntualizan.
Reiteran que “la mejor política para el fomento de las exportaciones es desarrollar una oferta de calidad, competitiva y bien articulada a lo interno (encadenamiento productivo) y a lo externo (cadenas globales de valor).
El desempeño exportador: dinámica y estructura
En el ensayo, Monegro y Palmers sostienen que en los últimos 25 años la economía dominicana creció a velocidad sobresaliente, a razón de 5.5%, promedio anual, significativamente más rápido que el crecimiento logrado por el conjunto de países de América Latina y el Caribe (2.8%).
Agregan que en ese lapso, el valor de las exportaciones se multiplicó por tres, pero el PIB lo hizo por seis, reflejando un crecimiento de la economía que duplicó el de las exportaciones.
En el caso del sector Zonas Francas, del pico en participación alcanzado en 2003 (21% del PIB), se han encogido de manera sostenida hasta en casi dos terceras partes, representando tan sólo un 7.7% del PIB en 2016.
“El resultado exportador de las Zonas Francas, en términos de su relación con el PIB, ha caído de manera sostenida; a tal punto, que el valor atribuido a ese sector en 2016 ($US5,500 millones) es sólo modestamente superior (en US$700 millones) al que se logró en el año 2000, que fue un año “pico” (US$4.800 millones). O sea, casi el mismo nivel que 17 años atrás”, apuntan.
En lo relativo a las exportaciones “nacionales”, explican que ellas multiplicaron por 4.4 veces el monto registrado en el 2000, compensando en buena medida la ralentización del resultado exportador del sector Zonas Francas. “Aun así, no ha sido suficiente para revertir la tendencia bajista del coeficiente de participación de las exportaciones totales en relación al PIB; tampoco para que el resultado global de desempeño de las exportaciones pueda catalogarse de satisfactorio”, agregan.
Monegro y Palmers dicen que desde los noventa hasta acá, el país negoció, pactó y alcanzó condición de socio en cinco importantes acuerdos y esquemas multilaterales, regionales y bilaterales de comercio.
Detallan que el país ingresó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en diciembre de 1996, se integró al Acuerdo de Libre Comercio con los países de la Comunidad del Caribe (CARICOM), en agosto de 1998; se sumó al Acuerdo de Área de Libre Comercio de Bienes y Servicios con Centroamérica, en abril de 2002; celebró el Acuerdo de Alcance Parcial con la República de Panamá, en noviembre 2003; pactó el Tratado de Libre Comercio con los países de Centroamérica y los Estados Unidos de Norteamérica (DR-CAFTA), en agosto 2005; y se adhirió al Acuerdo de Asociación Económica entre los países de África, el Caribe y el Pacifico (ACP) y la Comunidad Europea (EPA), en 2008.
“La apuesta estratégica de apertura comercial e inserción en los esquemas globales de comercio ha dado buenos resultados en términos de reducción de la concentración comercial y de una sustancial mejoría del índice de diversificación. Esto es, el país ha diversificado su matriz de productos, así como también el destino de las exportaciones, tendiendo su estructura de comercio a converger con la propia del comercio mundial”, concluyen Monegro y Palmers.
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