Por Sebastián Del Pilar Sánchez
La mañana del lunes 22 de mayo de 1967, de modo inaudito flotaba airosa una bandera roja sobre el techo de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), mostrando un colorido sombrío que le daba una apariencia ligeramente distinta a la enseña particular del partido oficial, aunque su diferencia real se advertía en sus emblemas; pues la entidad liderada por el presidente Joaquín Balaguer tenía un gallo colorado de lidia, en pose de cantor, encima del lema: “Ni injusticias ni privilegios”, y en cambio, lo que se apreciaba en aquel extraño pabellón era la hoz y el martillo enlazados; un símbolo propio del socialismo marxista que se había erigido en escudo de la Unión Soviética desde su creación en octubre de 1917.
Decenas de transeúntes y pasajeros observaron asombrados aquella extraña bandera vibrando excitada por el viento que soplaba sobre la azotea de aquella unidad académica. Ellos habían pasado por allí provenientes de distintos barrios de Santo Domingo, pues tenían -casi una obligación- que recorrer el tramo de la calle Juan Sánchez Ramírez, comprendido entre las avenidas Máximo Gómez y Alma Máter, como parte de su trayecto diario hacia la zona universitaria, las oficinas públicas del Centro de los Héroes y las empresas privadas instaladas en diferentes sitios de la extensa carretera Sánchez.
A mucha gente le causaba pavor la visión sobrecogedora de esa insignia foránea, deduciendo con justa razón que tendía a alterar la paz interior de esa alta casa de estudios, dando pie a que sus enemigos fraguasen un plan para violar su autonomía y fuero, una conquista sangrienta obtenida tras la promulgación de la Ley 5778 del 31 de diciembre de 1961.
¡Y no era para menos! Pues desde hacía algún tiempo era ostensible la animadversión del sector oficial, como venganza por la resolución No. 4 del Consejo Universitario, expedida en fecha 10 de enero de 1962, que suspendió de manera provisional la condición de catedrático de la escuela de Derecho que tuvo durante varios lustros el doctor Balaguer; siendo éste uno de los primeros actos del proceso de destrujillización del cuerpo profesoral de la academia, que se intensificaría luego de la Guerra de Abril de 1965 con la irrupción del Movimiento Renovador que la transformó en una institución democrática, crítica y popular.
- El uso de aquella bandera roja en área universitaria fue una precipitada decisión de la Juventud Comunista, un grupo de reciente formación que encomendó izarla a dos de sus militantes más aguerridos; uno de ellos llamado Justo Bienvenido de La Altagracia Giró Alcántara, estudiante de Derecho e hijo del poeta modernista puertorriqueño -nacionalizado dominicano- Valentín Giró Román y de la profesora Minerva Alcántara, del municipio El Cercado; y el otro, Melvin Mackenly Mathew Beaumont, estudiante de Comunicación Social, quienes carecían de la madurez necesaria para eludir esa responsabilidad a todas luces imprudente y arriesgada, y de la conciencia política para comprender que ni siquiera el ejército rojo de Mao Tse Tung, cuando culminó su “Larga Marcha” triunfal que lo llevó al poder en 1949, se atrevió a hacer algo semejante; sino que se inclinó por declarar el estado socialista en el inmenso territorio de China, decantándose por la opción patriótica de lucir su propio estandarte con un color rojo abundante y donde se destaca el amarillo de sus cinco estrellas refulgentes, representando las cuatro clases sociales que intervinieron en la revolución (la clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía urbana y la burguesía nacional), expresando –de modo más que simbólico- absoluto respeto a sus tradiciones, a sus dinastías imperiales y al nombre del río en cuyo contorno se formó su civilización.
El enhestamiento de aquella bandera no le serviría a la JC para acrecentar su simpatía entre los estudiantes, ni le ayudaría a obtener una buena votación en los comicios que se realizarían al día siguiente para elegir el comité ejecutivo de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) y los delegados a los organismos de cogobierno de la UASD.
La Juventud Comunista había surgido de una escisión en el grupo FRAGUA, derivada de la fragmentación continua que experimentaba el Movimiento Revolucionario 14 de Junio desde finales de 1966, así como de un desgajamiento menor que se produjo en el seno del Movimiento Popular Dominicano (MPD) con la salida de importantes cuadros ideológicos; y estaba entre sus fundadores -con sello catorcista- el secretario general de la FED, bachiller Alexis Licairac Díaz, quien sin embargo no sería su candidato en esta jornada electoral, pues estaba concluyendo sus estudios universitarios y los ideólogos de este proyecto preferían que su dirección estuviese en manos de una nueva generación; surgiendo así el caudillaje súbito del joven estudiante sancristobalense Salvador Uribe Montás, quien cursaba estudios en la escuela de Medicina y comenzaba a sobresalir por su temperamento psicorígido y el uso inmoderado de un vocablo despreciativo que se esmeraba en mostrar en sus contradicciones continuas con el gordo José Ernesto Oviedo, quien lograba con facilidad desquiciar sus teorías, pues era un cultor inimitable de la fina ironía y detentaba gestos escénicos impresionantes que animaban a sus seguidores fragüeros en las maratónicas discusiones articuladas en la explanada de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, donde avasallaba a sus rivales con su indiscutible superioridad teórica.
Uribe Montás era un dirigente aguerrido y contestatario, muy activo y tenaz, y estaba casi siempre acompañado de un muchacho fortachón llamado Marcelino Corporán y de la novia de éste que era una hermana del antiguo administrador de la Corporación Dominicana de Electricidad y profesor de la UASD, ingeniero Marcelo Jorge; así como de los principales activistas de su grupo, quienes se les aproximaban en pasión, beligerancia y lance de agravios; poseyendo algunos una clara formación cultural y doctrinal que les ayudaba a imponer sus puntos de vista en los debates en los pasillos, en los que predominaba su inconfundible estilo grupal de humillar y amedrentar al contrario con el uso recurrente de una serie de adjetivos hirientes y mortificantes que los revelaba como genuinos francotiradores de la palabra.
En esos actos era cotidiano ver a los bachilleres Elsa Peña Nadal, que era entonces una de las figuras principales de la Unión de Lucha por una Nueva Quisqueya, entidad liderada por su esposo, el excomandante constitucionalista Héctor Homero Hernández Vargas; a Justo Giró Alcántara, a Catalina Pumarol (novia y futura esposa de Licairac), a Zacarías Benoit “D’Artagnan”, a Generoso Ledesma, a Elías Kuret (hermano de Haydee Kuret de Rainieri, del consorcio de Punta Cana), a Daysi Molina, a Machy y Mirna de Peña (hijos del periodista Eliseo de Peña Durán), a Luis Taylor, a Cecilio Gómez Pérez, a Ramón Sanabia, a Bolívar Reynoso, a Clara Ledesma, a Freddy Martinó, a Robín Alcántara, a los hermanos Popa Santiago y a Margarita Melenciano Corporán, exdirigente de la Federación de Mujeres Dominicanas (FMD), estudiante de Contabilidad y empleada universitaria, conocida por el sobrenombre de “La Coca”, quien había tenido un rol de combatiente en la Revolución de Abril de 1965 y en estos debates mostraba siempre una actitud guerrera que infundía temor y respeto, sobre todo cuando estaba a su lado “Gabrielito Tableta”, el agitador más conspicuo de Villa Consuelo, quien tableteaba tan duro con sus manos que opacaba las consignas que lanzaban sus compañeros.
Esos jóvenes importaron de China los capirotes y el dazibao, que eran las gorras y los afiches que durante la Revolución Cultural utilizaron los guardias rojos mientras ofrecían al público la tétrica escena de colgar letreros en el cuello de los seguidores del depuesto presidente chino Liu Shao-Chi y de su colaborador Deng Xiaoping, en la violenta campaña de reafirmación ideológica desarrollada por los líderes maoístas para depurar el aparato político y militar sacando a los llamados “traidores” y “escorias capitalistas”. En la UASD se ejecutó una operación similar, por medio de los periódicos-murales instalados en diferentes áreas académicas, contra los profesores afiliados al Partido Socialista Popular, doctores Hugo Tolentino Dipp, Andrés Avelino hijo y Alberto Malagón, quienes eran tildados de agentes revisionistas.
De ahí que la imprudencia de poner una bandera roja en el techo del edificio de Ingeniería, fue el fruto de ese fanatismo que respondía sin duda a un particular propósito de boicot a las elecciones del martes 23 de mayo, que era muy distinto al llamado a la abstención electoral que había hecho pocos días antes el Bloque Revolucionario Universitario Cristiano (BRUC), pretextando una supuesta parcialidad de las autoridades universitarias con el grupo estudiantil mayoritario FRAGUA; pues éste se había inclinado por exhortar a sus numerosos y tradicionales simpatizantes a no acudir a las urnas, argumentando que el ambiente interno no era propicio para asegurar una asistencia masiva, ya que unos 400 estudiantes se encontraban de vacaciones y que en el Colegio Universitario, con una matrícula de 2 mil 700 inscritos, se llevarían a cabo las pruebas finales, existiendo el bien fundado temor de que cerca del 80 por ciento de los jóvenes que serían examinados sucumbiesen en las de matemáticas.
Por esa razón el BRUC planteaba la posposición de las elecciones para el miércoles 7 de junio, y defendía su razonamiento indicando que no era prudente un proceso electoral en medio del clima de violencia que imperaba en las principales ciudades del país; pues durante el año 1966 el terrorismo había derribado decenas de vidas útiles, y desde enero del 67 la sociedad estaba escandalizada con la desaparición del periodista y abogado Guido Gil Díaz; siguiéndole el atentado a tiros que casi le cuesta la vida al general Antonio Imbert, perpetrado el 21 de marzo, y el lanzamiento –el día 4 de mayo- de una bomba de fósforo blanco contra el vehículo en que se desplazaba por Ciudad Nueva el senador perredeísta Pablo Rafael Casimiro Castro, provocándole graves lesiones físicas tanto a él como a otras dos personas que lo acompañaban.
El BRUC pedía que las elecciones se hicieran el 7 de junio para dar tiempo a que se aclarara un poco el ambiente político nacional enrarecido por la situación descrita y por la actitud que acababa de asumir el principal partido de oposición, el Revolucionario Dominicano, que se había retirado del Congreso el día 9 de mayo, poniendo como condición para regresar que el gobierno del presidente Balaguer hiciese de modo público un compromiso de respeto a la integridad física de sus legisladores y que instruyese a las autoridades civiles y militares en cada provincia a aplicar las medidas necesarias para el restablecimiento claro de las garantías democráticas.
La posición del BRUC estaba contenida en un documento público firmado por su secretario general Carlos Pimentel Rivera y los miembros de su comité ejecutivo, José Antinoe Fiallo Billini, Rafaela Espaillat Llinás, Joaquín Paniagua, Luis Ernesto Brea, Luis Rufifin Castro, Manolín Peralta, Héctor Valdez, Rafael Estévez, Eddy García, Nelson Hernández y Aquiles Cristopher.
Sin la presencia de esta agrupación en la contienda electoral no había ningún encanto ni expectativa en la UASD, ya que desde la fundación de la FED ella era -junto a FRAGUA- la que tenía mayor número de votantes; y ese dominio se había extendido con el tiempo por el fomento de una rivalidad grupal enconada, comparable con la que exhibían en esa misma época los equipos de beisbol profesional de invierno, Tigres del Licey y Leones del Escogido.
De modo que era mera ilusión de los jóvenes comunistas soñar en ser rivales de FRAGUA, aunque fuese de modo transitorio; pues obviaban la realidad del desarrollo de una tercera fuerza desde el año 1962, que era el Frente Universitario Radical Revolucionario (FURR), que en estos comicios había cambiado su nombre por Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD) y estaba dirigido por los jóvenes perredeístas Franklin Almeyda Rancier y Abraham Bautista Alcántara.
La colocación de la bandera roja en terreno de la UASD, el mismo día de las elecciones trajo un conflicto con el grupo FRAGUA, por las declaraciones públicas servidas por su dirigente Diómedes Mercedes exigiéndole a la Juventud Comunista que apartara la enseña del lugar, argumentando que esa acción irresponsable iba a ser “aprovechada a las mil maravillas por la reacción y el imperialismo”, a través de sus órganos de comunicación, para desatar una campaña de hostilidad contra la institución.
Decía el bachiller Mercedes que la mejor forma de defender la bandera roja del proletariado era desarrollando el movimiento estudiantil como un aliado firme de la clase obrera en la lucha por la revolución y el socialismo, y según creía ese estandarte sólo ayudaba a la reacción, al imperialismo y a los sectores interesados en impedir que se celebraran las elecciones, mediante la creación de una situación de crisis interna que precipitara su cierre.
“Nosotros respetamos esa bandera, y creemos que con la misma no se debe jugar, pues eso es lo que han estado haciendo los de la Juventud Comunista, añadió Mercedes; advirtiendo que tal actitud “engendra anticomunismo en la universidad” y sólo servía “para provocar reacciones contrarias a la revolución del proletariado”.
Mercedes declaró que la propaganda de FRAGUA en esos comicios estaba centrada en el objetivo de fortalecer su planteamiento de Reforma universitaria científica y popular, e incrementar la lucha del pueblo por la liberación definitiva del imperialismo yanqui, y en desarrollar actividades para ampliar la solidaridad internacional entre los estudiantes y los pueblos que luchaban contra la ignorancia.
Su declaración fue ripostada por el candidato de la Juventud Comunista, bachiller Salvador Uribe Montás, que justificó la acción de su grupo señalando que era la más consecuente de la nación, porque la preponderancia de la bandera socialista -situada en el nivel correspondiente a la enseña tricolor dominicana- demostraría a largo plazo que poseían una visión dialéctica de la realidad mundial en consonancia con la apreciación marxista que certificaba la cercanía del momento en que dentro del marco del desarrollo capitalista y producto de determinadas condiciones históricas, económicas, políticas y sociales, se produciría la desaparición de todas las naciones y su integración en una sola sociedad (la comunista), cobijada bajo la bandera roja que simbolizaba -a su juicio- la causa más grande de la humanidad.
Al rato de que Uribe Montás emitiera su polémico alegato, en la tarde del martes 23 de mayo (día de las elecciones), sobrevino un roce físico entre los parciales de FRAGUA y la JC movilizados en la explanada de la Facultad de Ciencias Médicas, luego de que una persona que nunca fue identificada sacara un arma de fuego y se originara al instante una pedrea y un corre-corre que duró algo más de cinco minutos, y que no fue un mayúsculo desorden por la aparición de un pacifista mediador como el profesor de la escuela de Derecho y presidente de la Asociación Nacional de Músicos, Cantantes y Bailarines (AMUCABA), doctor Almanzor González Canahuate, que fue a calmar el alboroto con la añadida suerte de no ser tocado por los palos y las piedras que zumbaron sobre su cabeza.
Esa situación obligó al doctor Julio César Castaños Espaillat, rector de la UASD, a trasladarse desde su oficina en el Alma Máter hasta el edificio de Medicina, acompañado de otras autoridades académicas, para intervenir en medio del tumulto de un modo temerario, exponiéndose –como ya lo había hecho el profesor mencionado- a que algún anarquista, de un lado o de otro, intentase agredirlo. Luego, con mucha firmeza arengó a los presentes para que cesaran los ataques, censurando con vehemencia la ofensa al símbolo patrio y anunciando la aplicación de sanciones enérgicas para quienes persistieran en desacatar la posición oficial de la Universidad, alentando la anarquía en su territorio.
“Repudio con todas las fuerzas de mis sentimientos de hombre y de rector la insólita actitud de un grupo de estudiantes que ha enarbolado en el recinto universitario una bandera extraña por encima de la nacional”, dijo el rector, agregando que entendía que “con esa actitud, esos estudiantes se han portado como elementos extranjerizantes y han herido profundamente la dignidad nacional y de esta misma universidad, que es símbolo de ella”.
Castaños Espaillat aseguró que las autoridades universitarias estaban “decididas a no permitir que hechos de esa naturaleza vuelvan a suceder en el recinto universitario, y en caso de que se repitan, harán caer sobre los culpables todo el peso del estatuto orgánico y de los reglamentos”.
A la mañana siguiente, todos los diarios de circulación nacional editorializaron sobre el referido incidente, y días más tarde, la Cámara de Diputados, con la presencia sólo de los legisladores oficialistas, aprobó una resolución condenando el izamiento de una bandera comunista en la UASD y calificando el hecho de “ofensa inferida a nuestra nacionalidad”.
Esa resolución fue sometida por el legislador de la provincia de Bahoruco, doctor Juan Esteban Olivero Félix, y secundada por los diputados Manuel Emilio Pérez y Federico Collado Melo, del Distrito Nacional y la provincia Espaillat, que deploraron el ultraje cometido contra el venerado pabellón tricolor al poner en su lugar, “al tope de las astas, la bandera de la hoz y el martillo, símbolo del comunismo ateo y disociador, doctrina ésta divorciada de las esencias cristianas que sirven de fundamento a la dominicanidad”.
A consecuencia del incidente indicado, el Consejo Universitario se reunió de urgencia en la madrugada del sábado 27 de mayo, disponiendo la cancelación de las matrículas de Salvador Uribe y los otros dos jóvenes que izaron la bandera, así como la expulsión por dos y tres años de un grupo de estudiantes de la Juventud Comunista, demostrando así su poder de sanción y su autoridad incuestionable. Entre los expulsados estaba el exsecretario general de la FED, bachiller Alexis Licairac Díaz, seguido por su hermano Leopoldo Licairac, Roberto Corcino, Jorge Mora, Zacarías Benoit “D’Artagnan” e Ismael Peña Tactuk, quien fue sancionado por agresión al decano de la Facultad de Humanidades, doctor Andrés Avelino hijo.
Castaños Espaillat aseguró que con esta decisión se demostraba que el fundamento de la autoridad en la UASD estaba basado en la búsqueda de consenso y la opinión de la familia universitaria sobre la necesidad del respeto a la libertad y a la democracia, de acuerdo con sus normas estatutarias; y comunicó al país que en la reunión del Consejo Universitario se desconoció a la Juventud Comunista como agrupación y se canceló a tres empleados que intervinieron en los incidentes del día de las elecciones.
Finalmente debemos significar que el proceso de votaciones del martes 23 de mayo, pese al acto incivil acontecido en el área de la Facultad de Ciencias Médicas, fue ejemplo de civismo y democracia interna, pues tuvo un desarrollo normal, aunque en un ambiente de mucha tensión por estar el BRUC ausente de la contienda y sus dirigentes torpedeando hasta el último minuto la concurrencia masiva de estudiantes, persistiendo en el uso de una propaganda extemporánea cerca de los centros de votaciones, sobre un supuesto fiasco electoral y culpando de ello a las autoridades universitarias, que a su juicio favorecían a FRAGUA, en venganza tardía por la actitud que había asumido el BRUC en septiembre de 1962, capitaneado por el bachiller José Joaquín Puello Herrera, de denunciar a Castaños Espaillat ante el Consejo Universitario por haber financiado sin permiso de ese organismo una serie de viajes a países socialistas que hicieran los líderes estudiantiles Asdrúbal Domínguez y Cayetano Rodríguez del Prado. Esa denuncia provocó su renuncia, mediante el oficio No. 6586, dirigido al Consejo en fecha 18 de septiembre de 1962 y su aceptación en el Claustro que designó en su lugar a un nuevo rector, que fue el doctor Salvador Iglesias.
En estas elecciones de 1967 votaron mil 448 estudiantes de un total de 6 mil 840 inscritos, y por tercera vez consecutiva FRAGUA obtuvo el triunfo, alcanzando mil 118 votos, contra 230 del FUSD y 73 de la JC, para conseguir cinco delegados al Consejo Universitario: Fernando Báez Pozo, Julio Ravelo Astacio, Rafael Valencia, Sonia Vargas y Miguel Ángel Reynoso Sicard; mientras el FUSD lograba colocar en ese organismo a su secretario general, Abrahán Bautista Alcántara.
FRAGUA logró igualmente casi todos los puestos en el comité ejecutivo de la FED, donde fueron electos Guaroa Ubiñas Renville, secretario general; Basilio Peláez, vicesecretario general; Rafael Mena, secretario de asuntos nacionales; Diómedes Mercedes, de organización; José Bujosa Mieses, de bienestar estudiantil; Ramón B. Castillo, de asuntos obreros y campesinos; Pedro Caro, de asuntos internacionales, Arístides Martínez, secretario de finanzas, y por el FUSD, Abrahán Bautista Alcántara, de prensa y propaganda, y Héctor Montero De Oleo, de actas y archivo.
En esas elecciones FRAGUA consiguió 402 votos en el Colegio Universitario, contra 69 del FUSD y 33 de la JC; 385 en Ingeniería y Arquitectura, contra 16 del FUSD y ninguno de la JC; 226 en Ciencias Médicas, contra 34 del FUSD y 10 de la JC; 190 en Ciencias Económicas y Sociales, contra 39 del FUSD y 7 de la JC; 115 en Ciencias Jurídicas, contra 49 del FUSD y tres de la JC; 48 en Ciencias Agronómicas y Veterinarias, contra 15 del FUSD y dos la JC; 27 en Ciencias contra dos del FUSD y ninguno de la JC; y 25 en Humanidades, contra 15 del FUSD y uno de la JC .