No importa que la Policía Nacional, asesorada por “expertos” extranjeros en comunicación, haya decidido silenciar los crímenes que a diario se producen en el país, para luego decir que han disminuido sustancialmente cuando la realidad es todo lo contrario.
Los crímenes son demasiado siniestros y violentos como para ocultarlos sobre un manto de silencio. Niños y niñas mueren en los hospitales por falta de atención sin que nadie pague por ello; adolescentes embarazadas mueren abandonadas; curas predadores que violan y matan, hombres s asesinando a sus parejas o ex parejas todos los días como una moda de sangre y dolor, atracos, violaciones y muertes espeluznantes.
Por suerte la capacidad de asombro, indignación, impotencia y rabia, no ha desaparecido. A todos los que aún nos queda un poco de sensibilidad nos duele esta tragedia nacional que parece no importarle a los políticos que dirigen la “cosa pública”-
Creo que las autoridades se burlan del pueblo cuando afirman que los delitos se reducen.
No es verdad. Sucede que la gente, cuando los hechos no son de suma gravedad, se abstiene de hacer las denuncias porque; ¿para qué si los propios policías forman parte de los que roban, atracan, violan y matan?
(Conozco el caso de una profesora que decidió ir al destacamento más cercano a denunciar que había sido atracada a punta de pistola cuanto vio que el policía que recibiría la querella era justamente el que momentos antes la había atracado. Sigilosamente se marchó sin ser vista temiendo por su vida)
La Policía no forma parte de la solución de la seguridad ciudadana, es parte fundamental del problema. Me aconsejan que no lo diga, pero creo que el llamado “cuerpo del orden” constituye la principal banda criminal y delincuencial del país independientemente de que haya oficiales y alistados más honorables que en el Congreso. (La corrupción en la Policía y en las Fuerzas Armadas es mayor que en cualquier ministerio)
Una funcionaria del Ministerio Público ha dicho más de una vez que en el 80% de los hechos delictivos y criminales participan policías y militares, lo cual es alarmante, pero el coro de tres mil 500 bocinas que paga el gobierno sepulta en el silencio y el olvido cualquier información trágica o no deseada.
El país se les ha ido de las manos a las autoridades que ven como a diario ocurren crímenes que hasta hace unos años eran desconocidos por los dominicanos, como si de repente la vida humana no tuviera valor.
Todos, no importa edad, religión, color o sexo, enfrentamos la muerte violenta a menos de individuos o de bandas bien organizadas y armadas que salen a las calles a cualquier hora del día o de la noche a cometer un cometer sin importarle las consecuencias.
Desde hace años, tanto Leonel Fernández como Danilo Medina han prometiendo terminar con la criminalidad y garantizar la seguridad ciudadana. ¡Pamplinas! El crimen y el delito, tanto abajo como arriba, forman parte del juego político y la permanencia del PLD en el poder.
Los puntos de drogas en los barrios en su mayoría pertenecen o son protegidos por guardias y policías de todos los niveles. El tráfico y micro tráfico es un negocio económico con grandes dividendos políticos.
En el PLD hace años establecieron que la política no tiene moral, que lo único importante es el resultado, es decir, el poder. La ética y la moral son para religiosos temerosos de Dios, no para políticos inescrupulosos y corruptos.
(Muchos dirigentes del PLD aprendieron a comer tiburones podridos y echar los principios al zafacón para seguir en el poder)