La compra sobrevaluada de los aviones Súper-Tucanos por el Gobierno Dominicano, bajo soborno de Embraer brasileña, es un caso del ex presidente Fernández, de las jefaturas de turno de la fuerzas armadas y la fuerza aérea, y encumbrados legisladores leonelistas y danilistas, perfectamente identificables.
La operación judicial que excluye a los tutumpotes de esa estafa y concentra temporalmente las culpas en el coronel Pitini, solo puede ser obra de un pacto de impunidad entre los “jefes” políticos y las cúpulas de las dos facciones corruptas del PLD.
El caso Odebrecht es un caso compartido por dos ex-presidentes (Hipólito Mejía y Leonel Fernández) y el presidente de turno Danilo Medina, confesado así por la propia corporación mafiosa de Brasil. En cuanto a monto de sobrevaluaciones, las Plantas a Carbón de Punta Catalina y los financiamientos electorales, es el escándalo que tiene en jaque a Danilo y a su claque gubernamental.
La descarada puesta en libertad de las dos principales figuras del “encarte judicial” de los sobornos de Odebrecht ( el lobista Angel Rondón y el ex ministro Díaz Rúa, tiene las características de una transacción entre el Presidente de la República y el señor Leonel Fernández, presidente del partido de gobierno; en la que este último, desde su propio interés de quedar impune, le concede igual “derecho” al primero en ese tema crucial.
Ambos casos fueron negociados en conjunto, siguiendo las pautas de garantías de impunidad a los responsables de otros hechos comprometedores como la corrupción en OISOE, Hospital Darío Contreras, Diandino-Metro, CEA…
Actúa en ellos el chantaje soterrado de los excluidos y favorecidos por la venalidad judicial, combinando expedientes fallidos, control de fiscales e instrumentalización de jueces. Usados primero para evadir, después “allantar”, y luego desinflar y disolver los procesos penales.
Cogollos policiales-militares, Cámara de Cuentas, Ministerio Público y tribunales dóciles a una u otra facción entran en ese juego perverso por “órdenes superiores”. Las facciones compiten y pactan, procurando que “la sangre no llegue al río” a fin de garantizar la sobrevivencia impune del conjunto, sacrificando temporalmente una u otra ficha menor.
No olvidemos que en estos dos casos recientes están comprometidos personeros que conocen intríngulis de la podredumbre oficial: lobistas, empresarios, militares, legisladores y dirigentes políticos de alto calibre.
Y eso es tan tal que es difícil concebir a Rondón o a Días Rúa presos y condenados, con Leonel y Danilo pasándola tranquilamente. Es obvio que si dejan preso y condenan a los dos primeros, se joden los dos segundo, quienes son los mayores responsables de esa corrupción gubernamental.
El problema para todos ellos es que el pueblo va arribando al trascendente consenso de que hay que bajarlos y trancarlos a todos. (El Nacional, domingo 17-08-17)