Rafael Darío Durán
Cuando se habla de las características o atributos que distinguen al producto turístico dominicano se mencionan la calidad de la gastronomía, la variada oferta habitacional, la calidad de las playas, el clima cálido y la forma afable del dominicano de tratar al turista.
La mayoría de esos atributos se pueden cuantificar fácilmente y no así la amabilidad del dominicano. Es decir, cuánto contribuye ese atributo en el crecimiento y consolidación de la industria turística.
Si muchos turistas vuelven a escoger al país para vacacionar se debe, en gran medida, a la amabilidad natural de dominicano, que hace sentir al visitante como si estuviera en su propia casa.
Y hay que detenerse para ver la conexión especial que establecen los empleados, que en el sector muy acertadamente prefiere llamar colaboradores, con cada turista que se hospedada en los hoteles. Más que una relación de negocios, obligada por las reglas del empleo, es una relación de amistad que deja profundas huellas en cada visitante, que al marcharse se lleva en su corazón un pedacito de Quisqueya, mas importante que el más caro souvenir.
El colaborador en la industria hotelera es confidente, consejero, amigo, payaso (por esa gracia natural del dominicano, que hasta a las desgracias le pone un toque de picardía) y hasta funciona como tutor o niñero.
Pienso que se queda corta la Encuesta de Opinión, Actitud y Motivación, que aplica el Banco Central a los turistas que visitan el país, en lo referente que el 17.2% en 2016 dijo que el motivo de escoger el destino fue la hospitalidad.
Más sin embargo el 43.8% dijo, cuando se les preguntó el medio por el cual conoció el destino, que fue a través de amigos o relacionados. Es evidente que en esa recomendación influyó el trato afable de los colaboradores cuando quien recomendó estuvo de visita en el país.
El 97.4% expresó su decisión de regresar a vacacionar a la República Dominicana, cuando la tendencia del ser humano es explorar otros destinos, conocer nuevas experiencias. Se puede colegir el impacto del trato personal en la decisión de volver, ya que hoteles buenos, playas hermosas y gastronomía de calidad existen en otros destinos que son nuestra competencia.
Naturalmente, que el aspecto de la calidad-precio tiene un gran peso a la hora de escoger un hotel. En modo alguno eso quiere decir que seamos un destino barato, más bien competitivo, pero nadie regresa donde se le trata mal.
La hospitalidad en la Encuesta de Opinión, Actitud y Motivación tiene que ver desde el dominicano que recibe al turista en Migración hasta el que lo despide después de su grata experiencia de viaje. Es decir, que envuelve a todo el dominicano que tiene contacto con el visitante extranjero.
En la recién pasada Exposición Comercial de la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (ASONAHORES) le pregunté a su presidente, Joel Santos, si coincidía conmigo en que ese porcentaje de la hospitalidad era mucho mayor y sin pensarlo dos veces respondió que se quedaba corto.
La hospitalidad es el sello distintivo de este destino turístico, sin dudas el más exitoso y prometedor de la región del Caribe. Y lo más importante es que escapa de los grandes complejos hoteleros para convertirnos a todos en sujetos portadores del buen trato al visitante extranjero, a quien consideramos un hermano que habla un idioma diferente.