La ciudad, en pleno día, bajo un manto de lluviosa nocturnidad adelantada. Sin un sólo tapón. Sin bocinazos. Sin horas pico. Si agentes de AMET entorpeciendo el tránsito. Sin prisas. Sin venduteros, ni limpiavidrios, ni paralíticos reales o ficticios en sillas de ruedas pidiendo en sus avenidas. Con una Zona Colonial donde pudimos, por fin, estacionar donde nos dio la gana. Sin caravanas presidenciales (pues hasta Danilo se quedó en su casa para bajarse un cocido y jugar dominó con los guardias)…Es decir, para que estemos claros: Ayer vivimos en una ciudad totalmente civilizada… (¡Por favor, María, devuélvete!).