A mediados de la década de 1960 la República Dominicana conoció el inicio de lo que en el correr de los años se convertiría en el soporte principal de generación de divisas y productor de empleos en varias regiones del país.
Para entonces surgió la llamada "industria sin chimenea" de la mano de un visionario a quien el presidente Joaquín Balaguer encomendó esa tarea, a pesar de ser un adversario político.
Don Ángel Miolán veía en el turismo uno de los motores del desarrollo económico nacional y trabajó con el apoyo de jefe del Estado para apuntalar el sector. Nunca se arredró, pese a las burlas de quienes preguntaban con marcada sorna: ¿Y los turistas dónde están? En la cabeza de Miolán, se respondían ellos mismos.
Sin embargo, los turistas salieron de la cabeza de Miolán y poblaron masivamente los diversos polos construidos por el Estado y empresarios privados que vieron el potencial económico de un sector que las grandes potencias tratan con esmero.
Desde las bases echadas por el padre del desarrollo turístico en nuestro país—me refiero a Ángel Miolán—saltamos al funcionario a quien le ha correspondido el afianzamiento indiscutible de la "industria sin chimenea", el licenciado Francisco Javier García, actual rector del sector.
No tengo ninguna duda para afirmar que Francisco Javier ha sido el más exitoso ministro de Turismo, no sólo porque ha estado al frente del sector por más tiempo de manera continua, sino porque los resultados de su gestión—medidos en términos proporcionales en relación con los años de desempeño—le hacen sobresalir con marcada ventaja.
¿Es un funcionario en particular el acreedor de méritos de una institución? Creo que se cae en la exageración si se hace tal afirmación. Pero aquí cabe lo del monje y el hábito: no le hace pero le ayuda.
Esto significa que la personalidad de un funcionario define el rumbo de la institución. Un servidor eficaz transmite eficacia; un servidor holgazán contagia haraganería.
Y es aquí la diferencia cuando medimos resultados en turismo. Lo proactivo del actual ministro impacta en el sector como un todo.
La República Dominicana se ha propuesto alcanzar la cifra de un turista por habitante en un lapso de 10 años, de los cuales han transcurrido cinco y el número de visitantes extranjeros se acerca a los siete millones, lo que significa que la meta es alcanzable al final de la gestión del presidente Danilo Medina.
De lograse esa meta, estaríamos hablando de que para 2020 los ingresos de divisas por turismo llegarían a unos diez mil millones de dólares anuales, un número envidiable para cualquier economía del tamaño de la nuestra.