Por Rafael Morla.-Tengo muchos años comentando que el problema esencial y decisivo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo es ético, siendo la crisis de valores la que distorsiona una buena parte de la vida institucional de la academia.
Dicha falta de transparencia ha enajenado la confianza de segmentos importantes de la sociedad dominicana hacia la UASD, mientras que a lo interno los académicos pierden el encanto respecto al futuro, probablemente motivados por las promesas de un cambio académico e institucional, siempre prometido por las sucesivas gestiones universitarias.
La sociedad es compleja en su manifestación objetiva, y en su propia comprensión, de ahí la interacción dialéctica de lo económico, político, social y moral. Se ha escrito, en un exceso de determinismo, que lo moral brota de las condiciones económicas, sociales y políticas, pero hay momentos en que la falta de transparencia de los sujetos actuantes es tan profunda que termina por afectar seriamente las demás instancias de la sociedad. Eso está pasando en el país que nos gastamos, y en las UASD de nuestros sueños.
¿Tienes la UASD valores? Sí los tiene, según el artículo 9 del Estatuto Orgánico, son los siguientes: solidaridad, transparencia, verdad, igualdad, libertad, equidad, tolerancia, paz, responsabilidad y convivencia. Y en cuanto a si se cumplen, hay personas que no les importa, si los observan o no, en el otro extremo, están los que aman la UASD, y como parte de ese amor se apegan a sus normas y reglas, son los que cumplen con su trabajo, tratan de hacer las cosas bien, se desvelan permanentemente por la institución, y puede decirse con fuerza, sin temor a error, que sostienen en pie la academia de hoy. Todo no es decadencia e inmoralidad en la UASD, pero como pasa en la sociedad, el ruido de los malos que suele contar con la apatía e indiferencia de los buenos, es muy fuerte.
Si alguna diferencia hay entre los hombres y mujeres del Movimiento Renovador, y una buena parte de los dirigentes de las últimas décadas, es que los primeros pusieron mente, corazón valores e ideas, en el proyecto académico, como parte de un país mejor; mientras que los segundos, lo redujeron todo a la sobrevivencia, al “dame lo mío”, a los negocios, y a buscar “bajaderos” para proteger y eludir responsabilidades frente a los infractores del Estatuto y sus reglamentos.
Aunque no se ve con los ojos del cuerpo, pero sí con los del espíritu, la universidad tiene un fundamento moral. Por eso cuando los valores no se observan se experimenta un deterioro institucional, que daña la academia, y luego el olor putrefacto se expande a la sociedad, la cual termina cuestionando algunas prácticas de la institución como tal, o de algunos miembros en particular. Es obvio que muchos problemas que tiene la UASD no son económicos, sino de simple responsabilidad de los dirigentes, que no prevén las dificultades, no supervisan, no le dan seguimiento a nada, no llaman la atención a los irresponsables, y mucho menos proponen en los organismos sanciones a los reincidentes. Sin orden, disciplina, transparencia, seguimiento, sanción y reconocimiento del mérito, la universidad no recuperará el espacio y el respeto de la sociedad dominicana.
Vivimos en la República Dominicana y en la UASD una crisis e inversión de valores, que es como estar con las patas hacia arriba y la cabeza hacia abajo; urge revertir esta situación, como condición imprescindible para desbrozar el camino del cambio, siempre de cara a los nuevos tiempos y a las necesidades nacionales. Cualquier renacer de la más antigua Universidad de América, pasa por el reconocimiento de que las ideas son tan necesarias como el pan, que ellas pueden más que las balas y las piedras, y que la fortaleza moral constituye el supremo honor guerrero de cualquier universidad del mundo.
El autor es profesor de la Escuela de Filosofía y ex decano de la Faculta de Humanidades.
23 de octubre del 2017.