En noviembre del 2015 hubo debates por la reseña de unas declaraciones del presidente de la Sociedad Dominicana de Diarios (SDD), Persio Maldonado, en el programa D’ Agenda, de Héctor Herrera Cabral, en la que se externaba la misma queja que fue expresada esta semana en un comunicado de la entidad que agrupa a los dueños de los diarios impresos.
El asunto está centrado en el intercambio de una comunicación más fluida entre los principales funcionarios y los periodistas acreditados en la fuente del Palacio Nacional, que permita que el presidente y sus más cercanos respondan preguntas, y no se limiten a comunicarse a través de notas de prensas o mensajes de twittear.
En ambas oportunidades he considerado valedero el reclamo, pero innecesaria la emisión de un comunicado, a menos que no sea la expresión de inconformidades por temas distantes de esa preocupación.
Meses después de la declaración de Maldonado, se produjo en el país la reunión 72 de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que concluyó con un reconocimiento a la República Dominicana por figurar entre los cuatro países de la región con avances en lucha por la libertad de expresión y defensa de la prensa.
Una de las características de la administración del presidente Danilo Medina es la de la accesibilidad de los medios a los ministros y directores generales, y prueba son las cantidad de comparecencias de funcionarios que se registran desde enero a parte de octubre en los medios electrónicos e impresos: 410 a los programas de panel de la televisión, 399 a los espacios radiales y 141 a la prensa escrita.
Si en 950 entrevistas en nueve meses no se trata todo lo que al país les interesa saber, se estaría hablando muy mal, no del gobierno, sino de la calidad del trabajo de los profesionales de la información que participan de los espacios que se producen en la país, que por el nivel de competencia, se afanan a diario por ofertar la primicia.
Más que nada el cuestionamiento parece estar dirigido al estilo de trabajo del presidente Danilo Medina, que no se caracteriza por andar emitiendo declaraciones a cada momento, aunque es el presidente más asequible que haya tenido la nación en mucha tiempo.
En sus habituales visitas sorpresas no se mueve con una parafernalia que desnaturalice el vínculo directo que busca lograr con las personas con las que ha decidido entrar en contacto, por lo que en las reuniones, los visitados, por más humildes que sean, son el centro de atención.
Una visita acompañada por periodistas, lo menos que resaltaría sería a los productores de ñame, yautía, jengibre, pipiota, cacao, pitahaya o cereza, ganado o peces, porque la prioridad mediática está dirigida a los acontecimientos nacionales, pero además todo el que quisiera ver al presidente, o dejarse ver con él, concurriera a esas visitas desnaturalizándolas.
La prensa escrita, que conserva un gran peso en la pauta de los temas que son objetos de amplio debate en televisión, radio y prensa digital, en vez de estar empeñada en una declaración de pasillo que tiene más utilidad para las noticias televisuales, tiene que transformarse para hacer la diferencia en el enfoque noticioso.
En vez de un reporte o de una noticia que todo el mundo conoce, tiene que aportar la crónica que hace hablar gestos y silencios, vestimentas y miradas, y acompañar la información de una perspectivas distinta a la de los medios electrónicos