Estimado amigo: Hoy atraviesas por una difícil situación de salud y todos los que valoramos tu acción y tu vida, los que somos tus verdaderos amigos de siempre, estamos orando de manera humilde para que la mano del Dios Todopoderoso realice un milagro y superes esa situación. Eres un gran profesional de la comunicación que has generado muchas pasiones. Tu forma de hacer periodismo y comunicación sentó un gran precedente en la nación dominicana y has construido, a fuerza de valor, coraje, heroísmo y verdad, una imagen y un grupo de medios que han trazado nuevas sendas en la forma de comunicar, analiza e informar.

De manera particular y como joven comunicador en ese entonces, fui impactado grandemente en los años 90 por aquel programa llamado Recepción, donde mostrabas y analizabas la realidad política y social entrevistando a tus invitados en una recepción social que era presentada de forma muy agradable en la televisión. Asimismo, tus comentarios y artículos, siempre claros y a veces muy descarnados, son estímulos para quienes desde la radio, la televisión y la prensa escrita queremos ser algo diferente y aportar innovación y visión al trabajo cotidiano de comunicar e informar.
Una de tus principales cualidades es la solidaridad. Sabemos que con tus familiares, con tus amigos y con las gentes que valoras y estimas, siempre eres el primero en estar con ellos en todos los momentos que te necesitan. Eres un verdadero amigo de los amigos y eso incluso te ha generado conflictos, que muchas veces no son propiamente tuyos, pero lo asumes con valentía, decoro y dignidad. De mi parte, siento un gran agradecimiento por ti, César, pues cuando fui objeto de aquel alevoso atentado en septiembre del 2004, tu voz se elevó con firmeza condenando esa ruin acción, y enfrentaste con valentía y honestidad a un grupo de comunicadores que querían dañar mi reputación y desvirtuar la realidad de ese intento de asesinato en mi contra. Nuevamente gracias del alma, César, por esa acción tan solidaria y ejemplar.

Hoy levanto mis oraciones a Dios por tu salud y tu recuperación plenas. Y te pido que te aferres a El y a su gracia para salir airoso de esta difícil situación. Ten siempre presente que Dios te ama. Dios te cuida. Dios te protege. No es cierto que Dios castiga a nadie. Jesús pagó en la cruz por todos nuestros pecados. Tu enfermedad no es fruto de ningún castigo de Dios, por el contrario, Dios es tu consuelo, tu amor y tu fortaleza en este momento. El te quiere tanto que te ha enviado un cuidador especial para que esté siempre a tu lado y te proteja desde el punto de vista profesional, espiritual y humano. Ese cuidador es el doctor Rafael Lantigua.
Dice la Biblia en 1era de Juan capítulo 4, versículo 8, que “quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”. Por eso, en esta situación se que sientes como nunca el gran amor de Dios contigo, y eso se expresa no sólo en el cuidado y misericordia de El para tí, sino en la presencia y el afecto de todos tus hijos e hijas, de todos tus amigos, de todos que estamos en una gran cadena de oración para que la mano de Dios cure tus heridas y restaure tu vida en todos los sentidos, en el físico y en espiritual.
No pierdas tiempo ni esfuerzos en personas que no valoran la gracia de Dios. En este momento y en esta situación, no te desvíes de la ruta más hermosa que tiene la vida: Abrir nuestros corazones y dejar que Jesús se convierta en nuestro Señor y Salvador. Al hacer eso, encontramos la mayor riqueza del mundo y, de forma gratuita, conseguimos el más valioso de los premios que un ser humano puede aspirar: la salvación y la vida eterna.
César, mi corazón y mis oraciones están contigo y toda tu familia, hoy y siempre. Gracias por todo lo que has sembrado para bien, gracias por tu amistad y tu solidaridad, gracias por el amor y la justicia en todo lo que haces. Dios está contigo.
Tu amigo de siempre, Euri.