El lingüista y activista estadounidense Noam Chomsky acusó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de “querer avanzar hacia la destrucción del medioambiente” con su negación de luchar contra el cambio climático.
“El país más poderoso se está confrontando con el mundo entero y se ha quedado solo por haber querido avanzar en el camino de la destrucción del medioambiente”, sentenció el filósofo en relación a la voluntad de Trump de retirarse de los Acuerdos de París.
“Es un peligro severo”, alertó en un debate con otros científicos sobre el tema en una actividad en la Universidad Nacional Autónoma de México donde fustigó al Gobierno mexicano por haber “anunciado con orgullo” el descubrimiento de 1.000 millones de barriles de petróleo, lo que conllevaría que compañías internacionales acudan a estas reservas de crudo para “explotarlas, enriquecerse y llevarnos al desastre”.
Aseguró que el sistema capitalista es responsable del cambio climático puesto que “busca maximizar la ganancia individual sin tener en cuenta los efectos que tendrá en los demás” o en el medioambiente.
Él está en lo cierto. Ese fenómeno, y no el apocalipsis bíblico como nos hacen creer, será la causa de la destrucción del planeta que habitamos. Esa inquietud también la comparten organismos internacionales que viven denunciando el peligro que representa para la humanidad el cambio climático y medio ambiental.
Nosotros, como país, nos incluimos en esta lucha priorizando la reforestación de las montañas, como una de las maneras más eficientes de adaptación al problema y garantizar así la seguridad alimentaria. Lo propio están haciendo otras naciones latinoamericanas.
Hay que tomar con seriedad esta situación. El planeta se está calentando en forma acelerada y los efectos, que ya se están sintiendo, serán catastróficos. Sequías, hambre, pobreza y destrucción, son algunos de los terribles males que el calentamiento global provoca en el planeta Tierra. Y se hace urgente activar acciones concretas para frenar sus efectos, si queremos que las futuras generaciones hereden un mundo con mayor probabilidad de vida.
Otras consecuencias letales que se aproximan, según los científicos, son las siguientes: temperaturas más cálidas como causante de la acumulación de gases contaminantes que hace que los climas cambien, provocan sequías y eleva el riesgo de incendios que conllevan la deforestación y la desertización del planeta; tormentas más intensas, propagación de enfermedades, olas de calor más fuertes y derretimiento de los glaciares, lo que aumenta el nivel del mar.
Además, el surgimiento de huracanes más peligrosos y violentos por el aumento de temperatura del mar; cambios de los ecosistemas que conlleva a temperatura más alta y menos precipitaciones. Las sequías e inundaciones hacen que el clima se adapte a esta nueva climatología y se produzcan cambios en la duración de las estaciones, aparezcan patrones más propios de climas monzónico como son la desaparición de especies animales y de muchas islas, mientras que un buen número de ciudades verán cómo su distancia a la costa se reduce de forma significativa
Otros efectos son: alimentos más caros. El cambio climático pone en peligro la producción de comida y esto significa que cientos de miles de personas cuya vida depende de sus cultivos están en riesgo de perderlo todo. Si las siembras escasean, los precios se disparan. Esto nos afecta a todos, pero en los países menos desarrollados, con altísimos índices de pobreza, las consecuencias pueden ser devastadoras.