Uno de los dramas sociales que mayor impacto negativo genera en la sociedad dominicana es la falta de oportunidades que tienen los jóvenes para ejercer dignamente sus respectivas carreras, generando el éxodo de profesionales valiosos al exterior.
Muchos optan forzosamente por dedicarse a otras actividades como taxistas, motoconchistas o vendedores de mercancías en las vías públicas.
Es un cuadro social preocupante que debe llamar la atención y despertar la conciencia nacional para que en la República Dominicana haya más oportunidades entre quienes se han esforzado por hacer una carrera universitaria.
Estudiar implica un gran esfuerzo y sacrificio a la vez porque estamos hablando de asimilar nuevos conocimientos con los objetivos primarios de llevarlos a la práctica, es decir, de poder demostrar que ciertamente tenemos las herramientas y habilidades adecuadas para ejercer la profesión que nos apasiona.
Sin embargo, la realidad política y económica del país tiende a frustrar esos sueños de la juventud dominicana que aspira a un sitial en la sociedad.
Hay que emprender una cruzada donde intervengan los sectores públicos y privados con el objetivo primario de cambiar esa dura realidad que tantas frustraciones, desesperanza y daños económicos y emocionales genera entre quienes están llamados a ser la “esperanza del mañana”.
En ese contexto, son saludables las preocupaciones y reflexiones externadas en el “Primer Foro por la Educación Superior del Futuro”, organizado por el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt) en un hotel de Santo Domingo.
¿Cómo abordar esta situación para tratar de encontrar soluciones al que podría ser uno de los problemas sociales más agudo del país?
La incorporación de nuevas carreras tecnológicas y científicas que estén adaptadas a los tiempos modernos y a nuestra realidad económica, política, social y cultural se hace impostergable.
De la calidad universitaria,… ¿Qué?
Una de las conclusiones del evento plantea que es necesario mayor diversificación y especialización en la tecnología, y motivar a los estudiantes a inclinarse hacia la ciencia básica así como retomar el trabajo de la investigación.
En teoría todo esto se ve muy bien, no obstante, en la práctica hay varios factores a tomar en cuenta empezando por una participación mas activa del Estado que debe garantizar a los jóvenes profesionales egresados de las universidades nacionales no tan solo un trabajo digno sino por igual salarios decentes acorde con el costo de la vida.
Es realmente abusivo que cualquier político sin la debida preparación académica y sin saber leer ni escribir esté devengando sueldos lujosos en la administración pública.
Los temas centrales discutidos en este Foro fueron: “La Educación Superior del Futuro: Perspectivas desde la Academia”; “La Educación Superior del Futuro: Perspectiva desde el sector empresarial”; “La Educación Superior del Futuro: Visiones desde la Investigación, la Tecnología y la Innovación”, y “La Educación Superior del Futuro: Leyes y Normativas. Impacto de la Internacionalización de la Educación Superior”.
Gran abanico de cuestiones trascendentales que deberá asumir el sistema educativo superior de la República Dominicana para lo cual es imprescindible tener el apoyo decidido del Gobierno, sector empresarial y las universidades.
Resulta contraproducente que todavía la mayoría de los centros de estudios superiores del país promuevan una oferta académica divorciada del manejo y uso tecnológico.
En consecuencia, hay que instalar allí modernos laboratorios y una estructura tecnológica acorde al siglo 21. Por supuesto, que los profesores deben ser debidamente adiestrados bajo un régimen pedagógico que otorgue un papel protagónico a los instrumentales y a programas actualizados que respondan y se identifiquen con las necesidades del mercado laboral.
El empresariado dominicano tiene que jugar su rol de forma entusiasta, decidida y firme en la visión de reinventar sus plataformas productivas partiendo del uso de adecuadas instalaciones, maquinarias y un personal bien tecnificado.
Empresa y Universidad
En definitiva, debe existir más acercamiento entre las empresas y las universidades para que conjuntamente elaboren y apliquen las estrategias mercadológicas encaminadas a la captación de los recursos humanos competentes salidos de las aulas universitarias.
Se hace imperativo el cumplimiento de las normas jurídicas que garanticen estabilidad laboral a los servidores del sector público y privado.
Los profesionales con maestría y doctorado no pueden estar dependiendo de los vaivenes de la política local, especialmente cuando se produce un cambio de gobierno. Por el contrario, a ellos se les debe dar seguridad y respeto en sus respectivas áreas de trabajo.
El subdesarrollo en que navega el país tiene su raíz en la mentalidad imperante entre los propietarios de los bienes productivos que en su mayoría son renuentes a los ajustes salariales de sus empleados.
Solo incentivando la aplicación de mecanismo de compensación salarial gradualmente entre los trabajadores podrán éstos tener la capacidad de compras para adquirir en el mercado los bienes y servicios que demanda la vida moderna.
Si de verdad queremos capacitar a nuestros jóvenes con carreras técnicas y profesionales que respondan a las necesidades del mercado laboral de la República Dominicana, primero tenemos que incentivarlos pagándoles salarios justos y facilitándole su espacio de trabajo con las herramientas tecnológicas adecuadas.
En cuanto a las universidades están en el deber moral de contratar a los docentes con mayor nivel profesional y de actualización pedagógica porque serán ellos los responsables de adiestrar a esos nuevos recursos humanos.
Las propias instituciones docentes a nivel superior tienen que invertir en la investigación científica y promover las publicaciones de libros entre sus cuerpos docentes.
La renovación educativa nacional específicamente en lo concerniente a la función de las universidades depende de la buena voluntad y determinación del aparato gubernamental, el empresariado y las autoridades de la enseñanza superior.
¿Por qué no actuar ya con la adopción de políticas que incentiven la creatividad y entrega de los docentes en las aulas universitarias?
¿Tendremos que esperar la realización de otro Foro Educativo de la Enseñanza Superior para volver a discutir lo que todos conocemos y sabemos hasta el cansancio?
Artículo de Manuel Díaz Aponte
Lunes, 27 de noviembre del 2017