Santo Domingo, Rep. Dominicana. El 80% de los dominicanos considera que entre ricos y pobres no existe igualdad frente a la ley, el 60% entiende que los ciudadanos no son tomados en cuenta por las autoridades y más de la mitad asocia el “éxito individual” a los “privilegios” y los “amarres”.
Según los resultados de la encuesta de cultura política “Imaginar el futuro: ciudadanía y democracia en la cultura política dominicana”, realizada por el Instituto de Investigación Social para el Desarrollo (ISD) y la Fundación Friedrich Ebert (FES), entre octubre y noviembre de 2016, para la mayoría de los dominicanos el país incumple los estándares básicos de un Estado democrático y de derecho.
Para los consultados por ISD, la igualdad ante la ley resulta nula, el gobierno no hace caso a la ciudadanía y el desarrollo de las personas más que del trabajo meritorio depende del “enganche”.
Al presentar el análisis de los datos, Carlos Morel, director ejecutivo del ISD, afirmó que la principal demanda de la sociedad dominicana es la de justicia y que la política no se ve como el espacio para alcanzarla. “Esto se debe a que los partidos políticos han abandonado su rol de representar las demandas democráticas de la ciudadanía”, sostiene.
Explicó el director ejecutivo del ISD que el compromiso con la democracia se debilita, que si bien un 76% considera que la democracia es la mejor forma de gobierno, una proporción similar (75%) desea un gobierno de mano dura, lo que se relaciona con el clima de inseguridad y el sustrato autoritario del discurso político dominante.
Morel aseguró que la forma como se concibe y se construye la ciudadanía en la sociedad dominicana responde a una relación de “sumisión a la autoridad”, lo que obliga a replantear su rol como protagonista de la democracia.
Además de la evaluación del gobierno, los partidos políticos y los actores de la sociedad civil, la investigación se extendió a temáticas como el racismo, las migraciones, los derechos sociales y económicos, las identidades sexuales diversas, la homofobia, el aborto, el Estado laico, la situación y la lucha de las mujeres, entre otras.
Entre los resultados avanzados por Morel resalta que el déficit democrático se encuentra fundamentalmente en la falta de igualdad/justicia (43%) y la violación de la ley (42%).
Insatisfacción con la gestión de gobierno
Destacó que el gobierno “se quema” en cuatro de cinco aspectos, que una escala de 0 a 100 obtiene 21 puntos en seguridad ciudadana, 22 en combate a la corrupción, 35 en la lucha contra la pobreza y 36 en el manejo de la economía.
Dijo que “la única buena nota la saca” es en educación, con una evaluación de 72 puntos. El promedio total es de 37 punto sobre 100.
La desconfianza
Puso de manifiesto la desconfianza que existe en la población a la labor de Junta Central Electoral (JCE), el Congreso, la Justicia y las Fuerzas Armadas.
Dijo que menos del 25% de las personas confía en la labor de esas instituciones y que el caso de FFAA es menor al 40%.
“Solo el Presidente mantiene un nivel de confianza aceptable con un 66%. La mayor desconfianza se expresa en los partidos políticos con tasas mayores al 50%”, indica Morel.
Los derechos sociales
Dijo que si bien la mayoría de los dominicanos respalda medidas redistributivas y progresión impositiva (75%) y la gratuidad de la salud y la educación (77% y 83% respectivamente), el apoyo a otros derechos resulta mucho menor.
“Solo el 47% de la población apoya que se otorgue la nacionalidad a los hijos de inmigrantes haitianos nacidos en territorio dominicano, un 33% favorece el aborto como derecho y apenas un 13% defiende el matrimonio paritario.”, señala el director del ISD.
La encuesta de cultura política se sustenta en 5,033 entrevistas a nivel nacional y prosigue el estudio Narrativas sobre la democracia dominicana del siglo 21 presentado por el ISD en septiembre de 2016.
La investigación fue realizada por un equipo interdisciplinario encabezado por Anselmo Muñiz y compuesto por Lety Melgen, Carlos Morel y Aris Balbuena.
La publicación en formato de libro de 266 páginas contó con el respaldo de Fundación Friedrich Ebert, Fundación Masada y Oxfam.