La Biblia dice en el evangelio de Marcos 9:23 que “para el que cree, todo es posible.” Y el que cree tiene fe. Y el que tiene fe no tiene que estar discutiendo su fe, sino ejerciéndola de manera permanente. En Hebreos 11:1 se define la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Yo creo en los milagros de Dios. Tengo fe y sé que para Dios “nada es imposible”. Por eso es que estuve presente y respaldé la cruzada de milagros del profeta TB Joshua.Esa jornada ha creado muchos comentarios de gente que no tiene fe y que usan cualquier situación de los cristianos para “acabarnos” y decir que somos farsantes. Ellos no pueden entender los milagros, por su falta de fe.
Quiero precisar que no comparto algunas de las formas del profeta TB Joshua, pues mi iglesia tiene otra manera de abordar la sanación y los milagros, pero en el fondo no creo que es un brujo, sino un hombre de Dios, que actúa movido por el Espíritu Santo, usado por Dios, haciendo milagros y sanaciones que son reales y que nuestra fe certifica y valida.
El está cumpliendo con una función definida por Jesús en la Biblia. En el evangelio de Mateo 10:8, Jesús envía a sus discípulos a hacer los siguiente: “Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios”. Y hay que estar claros en que, tal y como plantea el libro de Gálatas, Dios no puede ser burlado. Todo el mundo cosecha lo que siembra. Dios no puede ser burlado por nada ni por nadie. Si TB Joshua está burlándose de Dios, recibirá las duras consecuencias por eso, y su ministerio entrará en una profunda crisis que lo llevará a desaparecer.
Algunos incrédulos dicen que eso de las sanaciones y los milagros no es algo científico y por tanto es un engaño. Respeto ese criterio, pero no lo comparto. Para mí y para quienes creemos, la oraciones y la fe pueden curar enfermedades, sanar cánceres, restaurar matrimonios, recuperar la vista, levantar paralíticos, en fin, hacer muchas cosas en los seres humanos que la ciencia no puede explicar.
Algunos dirán que ya los milagros de Dios no existen. Yo creo que hay milagros que se producen a diario a muchas personas en el mundo. Pero para ver y sentir esos milagros hay que tener fe en Dios.
Y la fe no se discute. La fe se practica y se vive en cada instante, en cada segundo, en cada minuto. Yo no discuto mi fe. Así como muchos no creen en TB Joshua, mucha gente cree que mi vida de fe es una pantalla o un engaño. Y yo respeto al que crea eso. No puedo ponerme a discutir si es cierto o no que yo soy un falso o un verdadero siervo de Dios. Por mis frutos me conocerán.
Pero no puedo perder tiempo tratando de convencer a quien no tiene fe para saber si mis 13 años en el evangelio son un bulto o una bendición de Dios. Eso Solo Dios lo sabe. Asimismo, el que no quiera creer en TB Joshua, que no crea. Yo lo respeto. Pero permítanme a mí creer que el es un hombre que Dios usa para hacer milagros, sanar y restaurar vidas.
Si ahora mismo Jesús apareciera en el Estadio Olímpico en una jornada de milagros y sanaciones, mucha gente diría que es un brujo, un farsante, que eso no es verdad, que es un impostor. Igual que como le hicieron hace 2000 años. Igual como nos hacen a todos los que queremos seguir su ejemplo entregándonos por los demás.
Mucha gente piensa que quienes creemos en Jesús y trabajamos para ampliar su reino aquí en la tierra, somos unos “locos fanáticos religiosos desfasados”. Y podrían tener razón. Para seguir a Jesús hay que estar loco de Fe.
Estoy profundamente convencido de que los milagros existen y que Dios usa hombres y mujeres especiales, o circunstancias muy especiales para concretar esos milagros.
Y yo puedo creer en los milagros de Dios, porque los he vivido de manera personal. Estoy vivo después de un atentado criminal donde me hicieron 9 tiros con una pistola Glock, tres de los cuales debieron darme en la cabeza. Mis dos hijas está vivas por milagros de Dios en sus vidas. Por situaciones que la ciencia no me puede explicar.
Los milagros existen. Tal vez los míos no fueron en un estadio lleno de personas y por el toque de un profeta, pero son milagros de Dios. Y solo Dios sabe como es que El los dará y a quien utilizará, porque tal y como dice el evangelio de Lucas 1:37 “Para Dios nada es imposible”.