El Colegio Dominicano de Periodistas planteó hace poco abrir con urgencia un debate nacional acerca de la realidad del ejercicio del periodismo en República Dominicana, que podría generarse a partir del contenido del documento publicado por la Sociedad Dominicana de Diarios (SDD) en el que expresa su preocupación por el distanciamiento que muestran los más altos funcionarios del Gobierno para evitar ser entrevistados por los medios de comunicación.
La entidad profesional, además, llamó a la atención de que la situación es aún más seria porque constituye una de las resultantes de cómo la profesión ha sido permeada por personas sin el mínimo dominio de las técnicas para ejercerla.
“Tenemos en muchos medios de comunicación a personas haciendo opinión, en el rol de periodistas, pero que nunca han ido a la universidad a estudiar esa carrera”, expresaba el gremio de los periodistas en un documento público. Agregaba que algunos de los que se autodenominan periodistas ni siquiera se rigen por los preceptos éticos que deben adornar a la comunicación social en la actualidad.
Llama la atención que este planteamiento no fue comentado con el rigor que merece por las personas encargadas de velar por el respeto de esta carrera, la cual en el correr de los años ha sido cualquierizada.
La televisión nuestra está llena de programas conducidos por individuos que nunca han estudiado periodismo. Estamos hablando de economistas, abogados, religiosos, intelectuales, comerciantes, transportistas, dirigentes comunitarios, políticos, ingenieros, empresarios, y otros. Incluso hay personas que llegan al descaro de andar con un letrero que dice “Prensa” en sus vehículos y con identificaciones personales para colarse en las ruedas de prensa.
Ahora recuerdo que en esas prácticas también han participado, desde hace varias décadas, miembros de los organismos de inteligencia del Estado, que eran infiltrados (aún lo hacen) en actividades sindicales y de otras índoles con la misión de luego rendir informes a sus superiores.
Comparto la inquietud del gremio de apoderar al Congreso Nacional de una iniciativa de modificación de la Ley 10-91, que creó el Colegio Dominicano de Periodistas, con la finalidad de que sea adecentado ese ejercicio.
Independientemente del derecho que tienen a expresarse en un país libre, a esos impostores de la comunicación hay que enfrentarlos porque muchos daños están causando. Es preciso que nuestro CDP insista sobre el tema, dada la gravedad de la situación.
El otro ingrediente a debatir tiene que ver con los casos de maltratos a periodistas de parte de la seguridad cuando tratan de acercarse al Presidente de la República. Suelen mantener a los reporteros lejos y sin permitirles moverse a otros lugares. Obvio, son instrucciones recibidas de sus superiores; esa estrategia es vieja.
Los presidentes y sus funcionarios hablan cuando les conviene que la opinión pública conozca alguna inquietud suyas, pero rehúyen a responder las preguntas cuyas respuestas les pueda perjudicar.
Ya la Sociedad Dominicana de Diarios había advertido esa disyuntiva cuando expresó su preocupación por el distanciamiento que muestran los más altos funcionarios del Gobierno para evitar ser abordados por los medios de comunicación.
El problema es muy complejo. Pienso que la mejor opción frente a esos maltratos es retirar por un par de semanas a los reporteros que cubren fuentes y no abordar a los funcionarios en los lugares públicos, a ver qué pasa. Pero los medios no aplicarán ese método por razones que todos sabemos.
En la actualidad, las instituciones estatales utilizan con más intensidad a las redes sociales para promover sus actividades, pues son excelentes herramientas para la implementación de las políticas comunicacionales.