Por Daniel Gutman/BUENOS AIRES, 19 Dic 2017 (IPS) – Un país de América Latina lidera por vez primera el poderoso Grupo de los 20 (G20) de países industrializados y emergentes. Así lo promueve el gobierno argentino que desde el 30 de noviembre preside el bloque, aunque no es claro si esto traerá beneficios internos y globales en un momento de crisis para los consensos multilaterales.
"Argentina va a tener una enorme visibilidad internacional y eso representa una gran posibilidad. El presidente Mauricio Macri sucede a Angela Merkel, de Alemania, y Xi Jinping, de China, que presidieron el G20 durante los últimos dos años", dijo a IPS el analista internacional Jorge Castro, director del Instituto de Planeamiento Estratégico.
Castro, de todas maneras, advirtió a IPS que el poder argentino será relativo: "Lo que debe hacer es impulsar consensos. Pero lograrlos no va a estar en sus manos, sino en las de Estados Unidos y China, que en conjunto representan la mitad del producto interno bruto del mundo".
El G20 es un foro de cooperación y consulta que reúne a las principales economías del Norte industrial y del Sur Global, y representa dos tercios de la población mundial. Está integrado por 19 países y la Unión Europea (UE), más un grupo de invitados permanentes y ocasionales, y su presidencia es rotatorio. A fines de 2018 Argentina se la entregará a Japón.
Aunque funcionaba desde 1999, fue en 2008 cuando se produjo su primera cumbre de jefes de Estado y de gobierno y pasó a articular las respuestas multilaterales a la crisis financiera internacional que se inició un año antes en Estados Unidos y se propagó por todo el planeta.
Más tarde amplió el arco de sus deliberaciones, para establecer políticas coordinadas en temas como energía, empleo, lucha contra la corrupción y agricultura.
México y Brasil son los dos países latinoamericanos que lo integran además de Argentina, que esta vez hizo uso de una facultad acordada a los que ocupan la presidencia y convocó a Chile como invitado temporal.
En la periferia del G20 se mueven los organismos internacionales y los llamados Grupos de Afinidad. Entre los primeros está la Organización de las Naciones Unidas, que celebró los tres temas que Argentina eligió como prioridad de su presidencia: el futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo y un futuro alimentario sostenible.
Para el representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina, Mauricio Valdés, "los tres temas están en el corazón de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y de hecho se identifican con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 8, 9 y 2 (trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura y hambre cero, respectivamente)".
Valdés consideró que Argentina puede contribuir a crear las condiciones para que los grandes capitales internacionales se vuelquen al financiamiento de proyectos de desarrollo sostenible.
"Se deben crear incentivos, porque las apelaciones éticas no alcanzan. Hoy el sector financiero apunta hacia otro tipo de negocios, incluso especulativos", dijo.
El PNUD participó en el lanzamiento el 11 de diciembre en Buenos Aires del llamado Civil20 (C20), que agrupa a las organizaciones de la sociedad civil que pretenden influir en la agenda del G20. Ese C20 será presidido durante 2018 por Poder Ciudadano, una organización argentina que trabaja temas de calidad institucional.
Las áreas temáticas que se trabajarán en el C20 fueron elegidas en una encuesta en la que participaron unas 300 organizaciones de todo el mundo y serán: empleo, educación e inclusión; clima, energía y ambiente; inversiones e infraestructura; arquitectura del sistema financiero e internacional y género, que aparece como una novedad.
Casi en paralelo, el gobierno argentino dio una primera mala señal en su actitud hacia organizaciones de la sociedad civil, cuando se negó a acreditar a unos 60 de sus representantes para participar en la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que se celebró en Buenos Aires entre el 10 y el 13 de diciembre.
La justificación fue que esas personas, de acuerdo a sus antecedentes, podían participar en hechos de violencia. Luego de la deportación de un activista noruego y una periodista inglesa a su llegada al aeropuerto de Buenos Aires, la administración de Macri debió dar marcha atrás en varios casos, presionada por los reclamos de distintos gobiernos.
"Esperamos que esta actitud del gobierno argentino no se repita y que se garantice la libertad de expresión. Incluso con manifestaciones callejeras, que por supuesto no deben ser violentas", dijo Pablo Secchi, director de Poder Ciudadano.
Las fechas claves en ese sentido será la reunión de organizaciones internacionales de la sociedad civil, que se hará el 6, 7 y 8 de agosto en Buenos Aires, y por supuesto la Cumbre de jefes de Estado y de gobierno del G20, que tendrá lugar el 30 de noviembre y el 1 de diciembre de 2018.
En esa oportunidad el C20 le entregará a Macri sus conclusiones, con la ilusión de incidir sobre el documento final de la Cumbre.
Para Secchi, "luego de lo que pasó en la última Cumbre de Líderes, en Hamburgo, donde Estados Unidos no se sumó al consenso del resto sobre cambio climático y energía, el G20 quedó partido y ahora es 19 más uno. El desafío principal de Argentina será mantener a todos los países adentro".
En el orden interno, el gobierno presenta la presidencia del G20 como una oportunidad para atraer inversiones extranjeras, que ayuden a dinamizar una economía que lleva varios años de estancamiento. "Será un antes y un después para nuestro país", dijo Macri al asumir la presidencia.
Sin embargo, la mayor parte de los observadores son escépticos a este respecto.
"Se está tratando de sobredimensionar la importancia de un liderazgo que Argentina va a asumir en un momento muy difícil para encontrar consensos a nivel internacional", opinó Pia Marchegiani, de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), que es otra de las que integra el C20.
Marchegiani señaló a IPS como significativo que el abordaje del cambio climático no haya sido colocado entre las prioridades por Argentina, aunque no lo atribuyó solamente al desacuerdo planteado por Estados Unidos.
"La decisión se alinea con la política interna de Argentina, en la que clima aparece discursivamente como importante, pero en realidad no lo es cuando uno ve la agenda que trata de promover el gobierno, en la que se destacan temas como el desarrollo de combustibles fósiles y la inversión minera", afirmó.
El economista Alfredo Gutiérrez Girault, en cambio, rescata tres posibilidades que, a su juicio, le dará a Argentina la presidencia del G20: "filtrar algunos temas en la agenda, tomar cierto liderazgo regional, coordinando temáticas con México y Brasil, y volver a poner al poner país en la consideración internacional luego de muchos años".
Gutiérrez Girault, que es miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, una organización académica de larga trayectoria, conserva la esperanza de que el G20 sea en 2018 el escenario para lograr algunos acuerdos internacionales que últimamente son esquivos.
"Ya sabemos que Estados Unidos ahora es proteccionista y China, el paladín del libre comercio. Pero en la Cumbre los presidentes se verán cara a cara, por lo que pueden tener una interacción mucho más significativa y más operativa que la que tienen en Naciones Unidas", dijo a IPS.
Editado por Estrella Gutiérrez