Las miserables cajas navideñas que todos los años distribuyen los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana sólo sirven para demostrar el fracaso de su modelo económico y los altos niveles de corrupción alrededor de las mismas.
El gobierno se ufana en mostrar el crecimiento económico “por encima del de la región” todos los años, pero más del 40 % de la población vive en miseria y el endeudamiento ya alcanza el 53% de cada cien pesos producidos, lo cual significa que no hay equidad en la distribución de las riquezas nacionales y que la estabilidad macroeconómica que exhiben el Banco Central y la Junta Monetaria es ficticia, está basada en préstamos que se utilizan para pagar otros préstamos. Es como el que tiene dos tarjetas de crédito y usa una para financiar la otra. Eso, lógico, tiene un límite. La bancarrota o quiebra será inminente. Durante el año que comienza la próxima semana comenzaremos a ver algunas de sus consecuencias.
El PLD ha fracasado. Las enormes filas de gente muy pobre amaneciendo para ocupar un lugar cercano, apretujándose unos a otros, recibiendo maltratos de agentes policiales y militares es una verdadera vergüenza. Constituyen actos penosos ver en todos los pueblos escenas de dolor de ciudadanos de todas las edades que se matan por una cajita navideña mientras la cúpula del partido y del gobierno navegan en la abundancia.
La escena que vimos en las redes sociales y en la televisión, del baúl, que en realidad parece un ataúd, cargado por cuatro hombres entre ellos dos militares, que debe costar más de 200 mil pesos, contrasta con el contenido de la “cajita navideña” del gobierno que no alcanza los 300 pesos, habla de la desigualdad, del abuso y de los altísimos niveles de corrupción que hay en este “negocio” navideño. Y es que para el PLD cualquier excusa es buena para la corrupción: Un terremoto, una vaguada, un ciclón, la navidad, los Santos Reyes Magos, la Semana Santa, etc.
Qué Danilo Medina invierta cientos de miles de pesos en “Cajitas” y “Funditas” navideñas no tiene nada de extraño. Está acorde con su formación política y cultura sureña. Pero que lo haga el ex presidente Leonel Fernández, con su aire de intelectual que anda por el mundo viajando en primera clase predicando y defendiendo derechos humanos fundamentales, hablando de transformación profunda de la sociedad, es más penoso todavía. Verlo con un traje y una corbata, con una sonrisa fingida y demagógica, en medio de la miserable muchedumbre, es un espectáculo de mal gusto. ¡Es deprimente!
(Por cierto, ¿de dónde salen los recursos de las cajas navideñas que distribuye Leonel, de sus bolsillos, de los aportes de empresarios, de sus alcancías o del presupuesto nacional?)
Si la gente se respetara, si le quedara un poco de dignidad y decoro, no aceptaría las migajas del PLD. Las “cajitas” y las “funditas” envilecen, postran, arrodillan y mancillan al pueblo.
Me pregunto ¿quiénes fueron los funcionarios y comerciales favorecidos en la compra de los productos y con la elaboración de las cajas y las fundas navideñas del gobierno? ¿Pueden transparentar esa operación desde el Palacio Nacional o desde el Plan Social de la Presidencia? ¡Lo dudo!