En los matrimonios, durante los periodos vacacionales, los conflictos latentes se agudizan con una convivencia más intensa y resulta en resoluciones intempestivas que llevan, en algunos casos, a una ruptura irreversible.
Pero cada nuevo año que comienza está cargado de esperanzas, de superar tensiones y situaciones desagradables que hacen de nuestro paso por la Tierra un camino áspero y dificultoso. 2018 puede ser diferente en nuestras relaciones, si, en lugar de quedarnos en la negatividad, aspiramos a un poco de luz que ha de venir de lo alto, si permitimos que Dios entre, con su voluntad sanadora de conflictos, en nuestras vidas.
Desacuerdos que muchas veces son fruto del egoísmo porque cada uno quire salirse con la suya a costa de los deseos de los demás. No ha de ser así, y menos después de clausurado un tiempo de Navidad que nos recuerda que la paz sí es posible, si se elige la senda de los preceptos divinos que nos llaman a la comunión con Dios, con el Amor, para dar después ese mismo amor a los que nos rodean, perdonando injurias y dando una nueva oportunidad a los que nos han hecho el mal.
Dios está con nosotros y esa es la buena noticia, con Él todo tiene solución si se espera con fe inquebrantable, entonces lo malo se torna bueno, porque una vez superado, nos madura y refuerza nuestra unión, y lo bueno en un motivo de acción de gracias, porque para el que vive como hijo de Dios nada que le convenga le será negado del Cielo.
“Venid a Mí los que estáis cansados y agobiados y Yo os aliviaré” (Jesucristo). Qué buen indicio para saber cómo es Dios y qué quiere de nosotros: una fe confiada y un propósito para seguir sus mandamientos, la brújula que nos lleva a una vida plena de satisfacción sobrenatural y humana, como herederos que somos, de su Cielo.
Isabel Planas
Vallmajor 31
Valencia España