Hace poco, en una región norteña china, fuerzas paramilitares de la Policía Popular Armada utilizaron excavadoras y dinamita para destruir una enorme iglesia cristiana perteneciente a una conocida comunidad evangélica.
En teoría, la constitución china garantiza la libertad religiosa, pero con frecuencia las autoridades locales utilizan tecnicismos para atacar a las iglesias sin registrar. De la población mundial actual, 1.379 millones son chinos. En China hay 60 millones de cristianos que sobreviven en medio de tensiones por las animadversiones de las autoridades del gobernante Partido Comunista, oficialmente ateo.
Una situación similar ocurrió en Chile, donde se produjeron atentados con artefactos explosivos contra cinco iglesias católicas en diversos puntos de la ciudad en la víspera de la llegada a esa nación del Papa Francisco. También aparecieron grandes panfletos con amenazas directas contra su figura.
En Lima, Perú, el 13 de enero, una gigantesca estatua de Cristo donada por una empresa constructora en el centro del mayor escándalo de corrupción de América Latina, fue incendiada parcialmente, cinco días antes de la llegada del papa Francisco a esa nación.
Así van las cosas en el mundo. Y las preguntas obligadas ante estos acontecimientos son las siguientes: ¿Qué causas generan esos ataques? ¿Acaso es un repudio al cristianismo? ¿Atacarán más iglesias en otra parte del mundo? ¿Tiene que ver el ateísmo con esos ataques o son resabios de cortes políticos?
El ateísmo es el rechazo a la existencia de Dios. Se opone al teísmo, que en su forma más generalizada es la creencia de la existencia de una deidad.
Ser cristiano para quienes lo son, es un derecho inherente a los humanos; pero ser ateo, no creer en la existencia de Dios, también es un derecho. De ahí el hecho de la convivencia de creyentes y no creyentes. Hay historiadores que afirman que en el mundo existen “más no creyentes que creyentes”.
No hay una estadística unánimemente aceptada para cuantificar la proporción de población atea. Hay quienes no creen en las religiones, no oran ni asisten a los templos, pero sienten temor de ir al infierno cuando mueran. Es una contradicción sistémica que se lleva por dentro.
Pienso que es un problema de fe. Dios está simbolizado en la fe y en la conciencia de cada persona, como ocurría en la antigüedad cuando se consideraban dioses al sol, la luna, una estatua de un líder espiritual o un animal.
Un estudio, dirigido por el sociólogo Phil Zuckerman y publicado por el portal digital Marcianosmx.com, incluye un ranking de 50 países considerados menos religiosos. Estos son: Suecia, el que se considerada como el más ateos del mundo, siendo los demás Suecia, Vietnam, Dinamarca, Noruega, Japón, República Checa, Finlandia, Francia, Corea del Sur, Estonia, Alemania, Rusia, Hungría, Países Bajos, Inglaterra, Bélgica, Bulgaria, Eslovenia, Israel y Canadá.
También, Letonia, Eslovaquia, Suiza, Austria, Australia, Taiwán, España, Islandia, Nueva Zelanda, Ucrania, Belarús, Grecia, Corea del Norte, Italia, Armenia, China, Lituania, Singapur, Uruguay, Kazajstán, Mongolia, Portugal, Estados Unidos, Albania, Argentina, Kirguistán, República Dominicana, Cuba, Croacia y Uzbekistán.
La investigación considera que el ateísmo es casi directamente proporcional a las mejoras en condiciones sociales, de salud y hasta en el aspecto cultural, o sea, que cuanto más desarrollado sea un país, mayor es el número de ateos.
Comparto esa postura. El mundo no lo exterminará Dios, sino el hombre. Estoy convencido de que Dios no existe. Y si existiera, se muestra indiferente ante los males que agobian a los pobres.