La advertencia se hizo al inicio de segunda mitad del 2016: la explotación del yacimiento del oro de Romero, ubicado en la Provincia de San Juan de la Maguana, en la parte alta de la Cordillera Central, próximo a la Presa Sabaneta y en la cercanía del Río San Juan, afluente del Yaque del Sur, sería en sí misma una catástrofe ambiental.
Ese paso está concebido como la puerta entrada a una cadena de explotaciones cordilleranas llamadas a provocar una gran tragedia humana bajo la impronta de la transformación del fértil Suroeste agrícola en una región minera, con la consiguiente destrucción y contaminación de las fuentes de agua, la ruina de la agropecuaria y la afectación de la vida humana y animal.
Contenido por la indignación y movilización popular un intento parecido en el lado Norte (justo en Loma Miranda), se optó por tratar de hacerlo vía San Juan, sin desistir del proyecto original y de otros tantos que se le agregan, especialmente el de la UNI-GOLD en Dajabón.
· LA CORDILLERA CENTRAL: PRESA CODICIADA MAYOR.
La meta no es solo Miranda (hueso duro de roer), o solo Romero, o solo Miranda y Romero. La gran meta es la Cordillera Central, principal reservorio y fuente de agua de la isla, preñada a la vez de valiosos yacimientos de oro y otros minerales apetecidos por la voraces transnacionales mineras.
La aprobación por el Ministerio de Energía y Mina del proyecto de explotación a cargo de Gold Quest – ahora solo sujeto al permiso ambiental del mismo gobierno que trata de imponerlo a cualquier precio y a una licencia social que pretenden falsificar- ha sido otro paso funesto en la ruta hacia la ominosa meta denunciada.
· LA VERDAD QUE PROCURAN OCULTAR.
Tal aprobación ha sido argumentada faltando a la verdad, ocultando el carácter destructivo de ese proyecto, aceptando la trampa tendida por la Gold Quest y anunciado el ingreso en siete años de 224 millones de dólares (que tampoco es la gran cosa, menos aun comparados con los grandes daños que provocaría); millones que irían a parar a las alcancías de un gobierno ladrón.
La formula está clarita. Al pueblo dominicano le reservan la escoria envenenada, la escasez del agua, el empobrecimiento y las enfermedades (ver lo acontecido en Pedernales, Bonao, La Vega y Cotuí). La mayor parte del oro saldría camino a Canadá para ser disfrutado por los magnates mineros y el resto de las ganancias para alimentar las mafias políticas locales.
La verdad es que el presidente Danilo Medina, en medio de los graves déficits que aquejan a su Administración, procura adelantos e ingresos extras aprobando esos contratos mineros destructivos.
Y con esos fines está empeñado en ejecutar un programa extractivo subordinado a las corporaciones transnacionales (2018-2020 y más allá), sin reparar en sus terribles estragos a las fuentes de agua y al medio ambiente. Su alusión a la defensa del agua potable en este período es una manera habilidosa manera de encubrir el crimen ecológico en marcha.
En realidad la presencia de la Gold Quest en San Juan de la Maguana, en disposición de extraer el oro del Distrito de Romero es, repito, una presencia ominosa. Ni hablar de los demás planes de explotación minera en otras zonas de las alturas y el nivel medio de la Cordillera Central, principal reservorio de agua de esta pequeña isla.
Esa disposición cuenta con el apoyo de los magnates de la Cámara Minera y la predisposición favorable del Gobierno y el Estado, cuyos asesores coordinados por el Ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, coinciden por distintas razones en el saqueo del subsuelo y la depredación del suelo y sobresuelo del país; favoreciendo en lo inmediato que se le conceda licencia de explotación a Gold Quest sobre la base del supuesto engañoso de que la tecnología a emplear (explotación por túneles) no ocasionará los graves daños denunciados por quienes sostenemos que en ese nivel de la Cordillera Central la contradicción entre preservar las fuentes de agua y obtener oro, es irreconciliable.
· PRIMERO LOS TUNELES, LUEGO MINERÍA A CIELO ABIERTO.
Si bien los daños iniciales de ese tipo de explotación serían menores que “a cielo abierto”, que sería la modalidad a emplear después de agotado el “oro nativo”, situado por debajo de los óxidos y sulfuros (localizados cerca de la superficie y explotables solo a ras de suelo); yacimientos, por demás, imprescindibles para garantizar la rentabilidad durante los siete años de explotación.
La Gold Quest ha ocultado maliciosamente esas perspectivas, así como el conjunto de impactos negativos que a lo largo de la extracción del mineral se traducirían en serios daños a las fuentes y correntías de agua: fraccionamiento del curso de los ríos, afectando la demanda de agua en detrimento de agropecuaria y la alimentación, arrasando con las labores agrícolas y pecuarias, y con la vida humana y animal); contaminación de aguas subterráneas y superficiales; exposición de la región a los peligrosos riesgos de las “presas de cola”, al impacto negativo de la carretera de acceso y a los nocivos estímulos a otras concesiones mineras destructivas, que ya tienen permisos de exploración en esa zona.