En pleno siglo 21 todavía en la República Dominicana hay muchas gentes que se resisten al cambio, prefieren la obsolescencia y la centralización generalizada en pocas manos. Es decir, son dictadores mesiánicos que no creen en la juventud y mucho menos en las mujeres.
La cultura autoritaria dominicana no tan solo se refleja en los ámbitos políticos, por igual en instituciones de la sociedad civil; empresarial, sindical, deportiva, social y religiosa.
Entonces quien llega a una posición no quiere ceder y mucho menos abrirle pasos a las nuevas generaciones contribuyendo al estancamiento, atomización y descalabro de las entidades que aspiran conducir eternamente.
Eso, es precisamente, lo que está ocurriendo en la Iglesia Evangélica Dominicana dominada por una cúpula machista que no deja pasar a nadie, sobre todo, si quien aspira es mujer.
Ha ocurrido en las últimas dos elecciones internas para elegir al comité ejecutivo nacional de la IED, donde dos destacadas reverendas se han postulado para la secretaria ejecutiva y terminaron siendo bloqueadas internamente.
La primera fue la pastora Susana Sánchez y más recientemente, la también pastora de la Iglesia Evangélica Dominicana de San Pedro de Macorís, Geovanny Santana.
Ambas poseen un historial académico y pastoral de alto nivel, que incluye maestrías y diversos cursos y estudios realizados en el país y en el exterior.
Las dos alcanzaron mayoría de votos entre los miembros de las iglesias evangélicas a nivel nacional, pero con el voto de la dirección central que integran los pastores les impidieron pasar. Este sistema de votaciones internas decide los resultados de las elecciones en la IED.
Temor al cambio
¿Qué está pasando con la Iglesia Evangélica Dominicana que parece más bien una institución secuestrada por una cúpula que no quiere ceder el paso a nadie?
¿Por qué no se permite que una mujer dirija esa entidad religiosa que es además, una de las más antiguas del país?
El actual secretario ejecutivo reelecto es un pastor de más de ochenta años de edad, cuyo nombre es Cancú, quien se encamina a una década en la conducción de la IED.
La impresión es que hay algo más que se esconde detrás del telón y precisamente entre bastidores retumba la inconformidad por las ventas irregulares de unos terrenos a una empresa privada ubicados en la avenida México próximo al Palacio Nacional, donde está la sede central de la IED.
Aparentemente fueron cedidos a precios de “vacas muertas” hace ya varios y allí fueron levantados unos edificios que por demás redujeron el espacio visual y área de esparcimiento de las instalaciones de la entidad religiosa.
Si asumimos que las mujeres en asuntos del manejo de los recursos económicos son más organizadas y honestas que muchos hombres, entonces queda claro que se busca evitar que algún día se conozca con exactitud qué ocurrió en esa operación poco transparente.
Probablemente, ese y otros factores impiden el crecimiento de la Iglesia Evangélica Dominicana que nació en la ciudad de San Pedro de Macorís en el año 1922.
Los hermanos que se integran a los cultos y actividades de esa Iglesia son en su mayoría gentes humildes que sacrifican sus limitados ingresos para colaborar con todas las iniciativas que allí se promueven, incluyendo la apertura de nuevas capillas en sectores de la Sultana del Este.
No olvidemos que Dios tiene el poder para castigar severamente a los fariseos que hablan y utilizan su sagrado nombre.
Domingo, 04 de febrero del 2018