El presidente de Haití, Jovenel Moise, ha empleado las palabras adecuadas para repudiar la bochornosa conducta del personal de Oxfam en su país, “violación extremadamente grave de la dignidad humana. No hay nada más escandaloso y deshonesto que en un depredador sexual que utiliza su posición como parte de la respuesta humanitaria a un desastre natural, para explotar a las personas necesitadas en sus momentos de mayor vulnerabilidad”.
Mostrando lo mucho que le importaba la tragedia vivida por Haití a raíz del terremoto devastador del 2010, con secuelas conservadoras de más de 400 mil fallecidos, 350 mil heridos y sobre el millón y medio de personas en la intemperie, Oxfam envió a ese país una misión encabezada por Roland van Hauwermeiren, que, en 2004 y 2006, en repúblicas de Chad y Liberia, había dejado clara evidencia de su concepto de la solidaridad: carnada para selección de participantes en bacanales de sexo.
Al The Times revelar que la ayuda que Oxfam brindó en Haití consistió en usar los recursos para la contratación de prostitutas y abuso infantil, la subdirectora general de la organización mundial, Penny Laurence, ha presentado su renuncia admitiendo que la selección del personal destinado al servicio en el país más pobre del hemisferio occidental se hizo con conocimiento de sus perversidades en otros lugares.
Oxfam RD se ha declarado libre de culpas, alegando que su personal no se ha involucrado en abusos sexuales, pero por la situación que padecía Haití personal de las entidades que acudieron a brindar auxilio a los haitianos pernoctaban en nuestro país, y frente a esa situación hay que suponer que la principal base de apoyo del equipo de esa organización era la base dominicana.
Y es extraño que, cuando menos, no tuvieran conocimientos de las tropelías de sus homólogos porque se hicieron tan ruidosas, que Oxfam Novid, que es la entidad en Holanda, con el océano Atlántico de por medio, ha declarado que lo sabía todo pero que no lo denunció porque ese rol correspondería a Oxfam británica.
Paradójicamente, el estudio más reciente de la organización en República Dominicana se titula “Se buscan recursos para garantizar derechos”, que en nuestro país no solo escasean por la mala calidad del gasto y el desvío que representa la corrupción, sino porque los capítulos sociales tienen encima la pobreza de dos países.
Si para muchos dominicanos pobres el derecho a la salud sigue siendo precario, se debe a que el 30% del presupuesto destinado a la salud se destina a extranjeros ilegales, ineficiencia que no será superada mientras la ayuda internacional destinada a Haití sirva para hacer más ricos a unos pocos y para financiar sus francachelas .
En varias oportunidades Donald Trump, en los debates presidenciales con Hillary Clinton, le enrostró a su marido ser un beneficiario de la pobreza haitiana, alusión de la que ella no escapaba por las importantes concesiones para la explotación minera y la telefonía buscada por ellos para parientes muy cercanos.
La mayoría de las ONG que gestionaron fondos para la recuperación de Haití acabaron manejándolos a su antojo, alegando la desconfianza en las autoridades haitianas, por eso los pocos proyectos ejecutados se hicieron sin normas de contraloría, mientras que fondos de los pendientes, se esfumaron.
Para lo único que muchas ONG beneficiadas de fondos de solidaridad les han sido útiles a los haitianos es para presionar a la República Dominicana para que reciba todo el peso de la carga.