El presidente Danilo Medina abordó ayer temas de mucha importancia nacional durante su intervención en la sesión conjunta de las Cámaras Legislativas, cumplimentando el mandato de la Constitución de la República de acudir al Congreso cada 27 de febrero a depositar las memorias sobre las ejecutorias del Gobierno el año previo.
El mensaje presidencial abarcó muchos aspectos, entre ellos el referente al tema migratorio y al aparentemente indetenible ingreso de haitianos cuya presencia es cada día más masiva y su gravitación en determinados ámbitos de la vida nacional es más que visible.
Era un tema cuya atención por el jefe del Estado había sido sistemáticamente demandada por parte de los diversos sectores de la vida nacional, y el jefe del Estado se detuvo a tocarlo con la importancia que el caso amerita.
Ahora bien, en un ámbito regionalista me quiero ocupar del anuncio del primer mandatario de que este año habrán significativos avances en la ejecución de la presa de Monte Grande, una obra que está llamada a impactar tremendamente en un cambio en las condiciones de vida de los habitantes de las provincias Barahona, Baoruco, Independencia y Pedernales.
Se trata de un anuncio trascendental para una población de casi 400.000 personas cuyas condiciones de vida mejorarán dramáticamente con el suministro de agua potable a través de un acueducto múltiple dotado de los adelantos modernos en materia de dotación de ese vital servicio.
Pero además, la entrada en operación de Monte Grande representará un cambio radical de la vida de esa población al poner bajo irrigación modernizada más de 700.000 tareas en una zona particularmente árida y donde la producción de alimentos depende en gran medida de obsoletos sistemas de riego y de las escasas lluvias.
Estamos hablando que la terminación de esa obra representará un antes y un después para esa población del suroeste, cuya existencia ha estado marcada por las precariedades al ser la región de nuestro país con menor nivel de desarrollo y en la cual se ha puesto menos énfasis en los programas estatales de forma recurrente.
Sabemos que la región de influencia de la futura megaobra ha vivido permanentemente en medio de la incredulidad respecto de la virtualidad de las promesas de realización de la misma. Esto se ha debido a que en al menos 10 ocasiones durante los pasados 20 años se anunció la realización de este proyecto, pero todas ellas quedaban diluidas en la bruma de las ofertas.
Sin embargo, en esta ocasión las promesas han pasado al plano de lo concreto con el desembolso de los primeros 30 millones de de dólares de una inversión que se calcula inicialmente en 290 millones de dólares. Esperamos.