Ajusticiar al tirano Trujillo en 1961 no implicó arrancar de raíz la tiranía. Igual el derrocamiento de su efímera continuidad heredada a seguidas por el déspota ilustrado, Joaquín Balaguer.
Sus estructuras, su sub-cultura política, sus esencias despóticas continuaron con cierto maquillaje encubridor y desplazamientos de sus rostros más desacreditados.
El poder a cargo de EEUU -vía Unión Cívica Nacional (UCN) y la denominada oligarquía anti-trujillista- no permitió entonces superar aspectos fundamentales de su impronta antidemocrática en lo político, económico, institucional e ideológico.
Intentos bloqueados y consecuencias.
El triunfo de Bosch y el PRD en 1962 apuntaron en la dirección superadora de las causas de esa larga tiranía a través de la vigencia de la Constitución democrática de 1963. Pero ese gobierno fue tempranamente derrocado un 25 de septiembre de 1963, para imponer por la fuerza a continuación la restauración del poder de la oligarquía y las elites eclesiales y militares asociadas y dependiente de EEUU.
Esa restauración conservadora duró -como lo vaticinará Bosch- “menos que una cucaracha en un gallinero”, porque una insurrección cívico-militar, democrática-popular, la pulverizó e inicio un proceso de construcción de un poder soberano y democrático llamado a erradicar las raíces de la tiranía.
Ese promisorio acontecimiento, revertido por la invasión de 42 mil marines estadounidense, fue un intento profundo y radical hacia el logro de esa meta inconclusa, truncado por la potencia más poderosa y agresiva del sistema imperialista mundial.
Desde entonces -pasando por una breve provisionalidad- nos impusieron en nombre de la democracia la dictadura balaguerista (doce años de terrorismo de Estado), las democracias restringidas del PRD tuteladas por EEUU, la reimposición del balaguerismo 10 años más y los posteriores gobiernos de PLD y el PRD con características de seudo-democracias neo-liberales recolonizadas…hasta llegar a la actual dictadura constitucional mafiosa presidida por Danilo Medina-PLD y precedida por dos periodos consecutivos a cargo de Leonel Fernández-PLD, precursor de este nefasto modelo político actualmente en crisis.
Vale destacar que como consecuencia de ese largo proceso impregnado de despotismo, corrupción impune y patrimonialismo de Estado, todo -o casi todo- el sistema tradicional de partidos, apegado a las prácticas electoralistas, ha sido impregnado de la herencia conservadora trujillista-balaguerista, exhibiendo a la vez una altísima responsabilidad en la resultante que lo desacredita.
Igual esa partidocracia ha sido uno de los factores fundamentales, no solo de la continuidad de esa herencia contaminante, sino de su reforzamiento y extensión por la vía de su ejercicio readecuado y edulcorado de la ideología y la persistencia de concepciones y prácticas corruptoras de trujillismo y el neo-trujillismo balaguerista.
Y esto no solo como expresión del conservadurismo en sentido general, sino además de un conservadurismo fascistoides, armónico con los nuevos engendros de un capitalismo decadente y en descomposición, que apelan al racismo, la xenofobia, el paramilitarismo, las respuestas militares-policiales contra los flujos migratorios y contra otros problemas críticos generados por el empobrecimiento y las atroces desigualdades impuestas por los poderes constituidos en esta fase de gansterización, exclusión y sobre-explotación extremas.
De lo soterrado y endémico al nuevo intento de legalización y distracción.
Eso, entre otros factores, explica el intento del trujillismo mondo y lirondo de salir a la palestra política y levantar cabeza con su propio rostro, con nombres y apellido (Ramfis y Trujillo); reivindicado su oprobioso régimen tiránico frente una seudo-democracia corrompida y descomposición, con características de democracia constitucional (al que algunos llaman dicta-blanda), la misma que le ha permitido perdurar soterradamente durante décadas y emerger a la superficie, incluso desafiando la ley que le prohíbe actuar en política, ejercer derechos políticos y electorales.
Esto… acompañado del uso perverso que fuerzas del sistema de dominación le están dando a eses factor perturbador, que incluye sacar de la agenda mediática la demanda del fin de corrupción y la impunidad, así como todos los reclamos que tiene en vilo al actual gobierno.
Está claro, que aunque el régimen establecido sea una dictadura constitucional mafiosa, el hecho de decirse democrático, adoptar el disfraz de la democracia y estar obligado a respetar las leyes vigentes, incluida la LEY ANTITRUJILLISTA, es absolutamente pertinente emplazarlo a que le prohíba categóricamente al nieto de Trujillo (que desfachatadamente reivindica a su abuelo y su tiranía), hacer lo que está haciendo impunemente.
Hay que prohibirle actuar en política y hay que ilegalizar al partido que lo postule.
El PARTIDO DEMOCRÁTICO INSTITUCIONAL (PDI) es una franquicia comprada por el nieto del tirano, que pretende ser usado por el trujillismo con la protección de centros de poder.
El Estado en su conjunto, su JCE, TSE, Congreso y Poder Ejecutivo debe ser emplazado a actuar.
El trujillismo es de los peores fascismos.
El fascismo es un ultra-enemigo de la democracia y la libertad.
En nuestro país nadie que se proclame trujillista debe tener acceso y competir en el marco de una legalidad mínimamente democrática, o que se asuma como tal.
La sangre derramada, las torturas, los abusos, el saqueo, el despojo y el latrocinio practicado por la tiranía no pueden ser burlados. En ese orden no debe haber ni olvido histórico ni perdón.
La memoria de los héroes y heroínas, de los/as mártires asesinados/as a lo largo de los 31 años de la TIRANÍA DE TRUJILLO y de los 22 años del BALAGUERATO, no debe ser ofendida en forma tan cínica y brutal. 53 años de sangre y dolor merecen continuar la lucha por arrancar de raíz la tiranía y detener de inmediato este nuevo intento de rehabilitación abierta y descarada del trujillismo protagonizado ahora por sus descendientes directos y sus secuaces. (PORTAL: z101digital.com / última semana de marzo)