En mi anterior artículo, titulado “Los símbolos más poderosos del mundo”, les comentaba sobre los famosos Caballeros Templarios, Los Illuminatis y los masones, considerados en el contexto coloquial como las poderosas estructuras de dominación más influyentes y radicales del mundo.
En esa demoledora maquinaria de poder se incluye la simbología conocida como el “Ojo de la Providencia o el que todo lo ve”, vista por algunos estudiosos como una señal de Omnisciencia Divina y para otros una influencia siniestra sobre la humanidad, en especial sobre aquellos ingenuos que todavía creen en un ser divino que vigila la tierra y el universo.
Esa señal aparece en playeras, tazas, billetes estadounidenses de un dólar, en internet y otras efigies, pero los orígenes van mucho más atrás en el tiempo que el simple billete de un dólar, y ha formado parte de la iconografía de todas las religiones.
Se cree que el “Ojo que todo lo ve” nació hace miles de años y se dispersó entre las antiguas culturas, aunque en casi todas ellas con un significado similar, evocando una fuerza o deidad vigilante del universo que supuestamente nos protege y ayuda o una clara alusión al despertar espiritual de los seres humanos.
Según algunas vertientes historiográficas, esa simbología fue creada por seres extraterrestres de inteligencia superior para vigilar los movimientos de los humanos, estudiarlos y mezclarse con ellos. Incluso, determinados historiadores que estudian los Objetos Voladores no Identificados (Ovni) aseguran que a la par con ese sistema de observación, seres de otros planetas construyeron ciudades en las profundidades de la tierra adelantándose al surgimiento, para su protección, de fenómenos naturales como los huracanes, erupciones volcánicas y otros catastróficos, como el famoso Diluvio, para poder estar con nosotros y vigilarnos.
A diario vemos documentales donde expertos en Ovnis aseguran que en el planeta Tierra existen extraterrestres con figuras humanas y que en parte es una causa del crecimiento desbordado de la población mundial. Es decir, nos vigilan de cerca.
Se asume como una realidad que una de las primeras referencias conocidas sobre este símbolo aparece en el Rigveda, uno de los más antiguos textos de la humanidad y que data del año 3000 antes de Cristo. En él se hace referencia a deidades oculares como Shiva, Dios hindú que posee un tercer ojo en la mitad de la frente en representación del conocimiento ilimitado y que, de abrirse, es capaz de destruir el mal, siendo el tercer ojo, también relacionado con el despertar espiritual de las personas.
Según la cultura egipcia, su origen se le atribuye al mito del “Ojo de Horus” que relata que luego de batallar con el Dios Seth, esté habría recibido un ojo con poderes mágicos, con el cual reviviría a su padre Osiris, convirtiéndose así en un símbolo de vida y resurrección.
Una interpretación más actual sugiere que esa simbología “representa un mapa de la corteza cerebral, en donde figura el tálamo, la glándula pituitaria y pineal. Esta última conocida como el centro de la conciencia divina”.
Para el cristianismo, el “Ojo de la Providencia” data del siglo XVI y se compone de un ojo dentro de un triángulo (pirámide), rodeado por rayos de luz brillante. Es una figura geométrica que representa la Santísima Trinidad y que en su conjunto representa la Omnipresencia de Dios y su observación constante de la creación. De ahí el mito que siempre nos han vendido de que Dios está en todas partes, lo ve todo y escucha las oraciones de cada humano.
De esa parte hablaremos en nuestra próxima entrega cuando comentemos la simbología impregnada por los Illuminatis en el billete de un dólar estadounidense y el poder de los presidentes masones norteamericanos y de otras naciones.