“Más de 15 mil niños han muerto en los últimos cinco años”, según cifras oficiales.
En estos días he pensado mucho en los obispos, dirigentes políticos, diputados y senadores, grupos cristianos diversos, etc., que se oponen al aborto radicalmente indicando que la vida comienza desde la concepción. (¿?)
Esas personas no aceptan ni siquiera las “tres causales”: que esté en peligro la vida de la madre, incesto y violación.
Un hijo fruto de una violación debe ser devastador y las consecuencias tanto para la madre como para la criatura, necesariamente traumáticas. De igual modo, dejar morir una madre para intentar salvar un bebé inviable, es un crimen. Que una mujer, generalmente adolecente, sea embarazada por su padre, abuelo, hermano, tío, etc., no puede permitirse.
Hace unos días leí que una niña de 14 años, violada sistemáticamente desde los 4 por un pariente degenerado, está preñada. Me pregunto: ¿Puede esa niña de once años tener un hijo en esas condiciones? ¡De ningún modo!)
Una nota publicada en los diarios ofrece datos espeluznantes sobre las muertes maternas infantiles en la Republica Dominicana: “En el 2013 se notificaron 3,318 muertes; en el 2014 3,214, en 2015, 2,719 muertes de menores de cinco años. En el 2016, 2,616, en el 2017, 2,932. Y en los primeros tres meses del año en curso 849 muertes maternas.
El entonces presidente del Colegio Médico Dominicano, Waldo Ariel Suero denunció que en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia en tan solo un fin de semana murieron 14 niños recién nacidos. A todas esas muertes, perfectamente evitables, nadie le hizo ni siquiera un guiño. Tal parece que el Estado dominicano está en guerra contra las madres y sus hijos a juzgar por las muertes. ¡Más de 15 mil muertos en 5 años! (En la guerra de Abril del 65 no murieron tantos a pesar de la intervención militar norteamericana)
A los que defienden la vida desde la concepción no parece preocuparles esas muertes. La sinrazón de mentes retrogradas medievales se impone. A ellos no les preocupan los “Ni-Ni”, jóvenes que ni estudian ni trabajan, más de un 20%, desechos sociales que mueren en difusos “intercambio de disparos” con la Policía. Tampoco les preocupan los miles de niños explotados laboralmente en nuestro país, ni los más de 200 millones en todo el mundo que viven en las calles, desnudos y hambrientos.
Me preocupan más los que han nacido que los que están por nacer. Me duele ver a niños y niñas en las esquinas convertidas en mendigos pidiendo un trozo de pan. Hasta no hace mucho en Brasil y Colombia bandas paramilitares salían en las noches a cazar niños y niñas abandonados por sus padres o convertidos en delincuentes para poder sobrevivir.
La iglesia, que se opone a los métodos anticonceptivos, a la planificación familiar y la masturbación, inclusive, no tiene moral para condenar el aborto, mientras permite pedófilos entre sus miembros los cuales en muchas ocasiones son protegidos por el alto clero. Además el celibato es anacrónico y contradictorio con el mandato bíblico de “creced y multiplicaos”.
Sólo cinco países en el mundo penalizan el aborto en cualquier circunstancia, incluyendo las tres causales, lo cual me parece una estupidez.
El aborto es asunto de mujeres. Los hombres no paren. Si parieran la humanidad estaría reducida a la mitad. Si menstruaran tendrían toda clase de excusas para no asistir al trabajo.
Sociedades de hombres imponiéndoles sus leyes a las mujeres para mantenerlas en un plano de subordinación, utilizándolas como objetos sexuales para satisfacer sus fantasías y sus perversidades, ignorando que ellas constituyen no sólo la mitad de la población del mundo, sino la madre de la otra mitad, una de las tantas razones por las cuales debe ser tratada con respeto y amor, sin decir, para no redundar, que constituyen una fuerza laborar de cambios y transformaciones igual o superior a sus acosadores históricos.