(2 de 3) Mis primeros conocimientos sobre la existencia de los masones los obtuve a través de mi fenecido padre. El perteneció a una logia y siempre fue un hombre reservado, nunca hablaba de los secretos de la organización. Para desviar mi interés hacia la masonería, me contaba cosas horribles acerca de los requisitos para convertirse en masón.
De él aprendí que los masones se identificaban entre sí en las calles o en cualquier lugar del mundo utilizando códigos o lenguajes corporales. Es que la masonería pasó desde la Edad Media a nuestros días y aún funciona como una estructura de poder.
El investigador Iván Herrera Michel explica detalles claros sobre la evolución de la masonería en Latinoamérica a través del Diario Masónico, un espacio online abierto e independiente de habla hispana que opera desde la comunidad Alicante, España, diseñado para brindar información a los masones. Apunta que la masonería, como una noción surgida de las entrañas renacentistas de Europa, fue una idea más de las importadas del viejo mundo que en muy poco se enriqueció con nuestras herencias ancestrales y se encontró con estructuras políticas, sociales y económicas diseñadas esencialmente para las colonias españolas en América, y en ellas encontró un sólido eslabón para su evolución hasta la actualidad.
Veamos algunos pormenores de su investigación con relación a este tema:
“Tres siglos antes de su independencia, se había iniciado en Latinoamérica un proceso sistemático de destrucción del orden social y político de los pueblos originarios mediante una conquista que no duró más de sesenta años, y sobre la que se construyó una leyenda épica que narra cómo unos pequeños grupos de soldados españoles y portugueses sometieron a grandes imperios y aguerridas alianzas tribales por las armas, la diplomacia y la política, a todo lo largo y ancho de un territorio dos veces más grandes que Europa.
“Muy lejos de lo anterior, la realidad es que tres grandes acontecimientos posibilitaron esta rápida y arrolladora conquista:1) La tortura y ahorcamiento del gobernante Cuauhtémoc, después de la toma de Tenochtitlan, capital del imperio Azteca, el 30 de junio de 1521 por Hernán Cortés, en el actual México, con la ayuda de 200.000 indígenas al mando de los señores de Cempoala, Texcoco y Tlaxcala, aprovechando pugnas locales; 2) La emboscada y captura con engaños al Inca Atahualpa, emperador del Tahuantinsuyo, el 16 de noviembre de 1532, y posterior ejecución el 26 de julio de 1533, por parte de Francisco Pizarro, en Cajamarca, actual Perú; y 3) La muerte durante los 60 años de la conquista del 90% de los nativos por la viruela, el sarampión, la influenza, la peste bubónica, la difteria, el tifus, la escarlatina, la varicela, la fiebre amarilla y la tos convulsiva, que trajeron los españoles y portugueses, para las cuales el sistema inmunológico de los indígenas no estaba preparado.
“A finales del siglo XVIII un pequeño rocío de Logias inglesas y francesas se esparció sobre el hemisferio occidental sin mayor trascendencia para Latinoamérica. A partir de allí, viajó al nuevo mundo un puñado de masones con la misión especial de promover “Gritos de Independencias” que impidieran la circulación de bienes a la España bonapartista y juraran lealtad al “augusto y desgraciado Monarca Don Fernando VII“, a quien en ese entonces llamaban “El Deseado”.
“De esta manera, se crearon entre 1808 y 1814 Juntas de Gobierno en los actuales países de México, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, Argentina, Chile, Paraguay, El Salvador y Perú, por “Comisionados Regios“, alguno de ellos masones, integradas por miembros de una burguesía ilustrada y comercial mestiza local, que buscaron la independencia total, para instaurar estados nacionales.
“Entonces vino la sangrienta pacificación de las colonias americanas de 1814 a 1820 encargada al masón Pablo Morillo, que dejó a su paso una larga estela de masones americanos arrestados, fusilados y ahorcados y de logias clausuradas.
“En este camino, los mejores socios que podían encontrar los sublevados eran los rivales comerciales de España, que para esas fechas eran los franceses y los ingleses. Ellos arribaron en sus navíos con dos nuevas clases de masones que terminaron nucleando en nuevas logias a las clases independentistas criollas, ya sea por interés económico o por vocación libertaria.
“En consecuencia, una vez consolidada la nueva alianza, los masones en Latinoamérica, discurriendo como ingleses en lo económico y pensando como franceses en lo político, propugnaron por la adopción de medidas liberales sobre libertad de comercio, regímenes aduaneros, abolición de la esclavitud, tributación, presupuestos nacionales, empréstitos, etc., que requerían la existencia de un estado, que poco a poco fue consolidándose hasta que, llegado el siglo XX, las dos grandes guerras mundiales y sus posteriores instituciones multilaterales, políticas y financieras, el desaparecimiento del imperio francés, la reducción del señorío británico, y la bipolaridad que le siguió, dibujaron un nuevo paisaje de endeudamientos impagables y agitación social, al que continuó la adopción del modelo neoliberal. Y en esas estamos.
Narra Iván Herrera Michel que “Brasil no ofrece una historia muy diferente a la de los masones girando en torno a las luchas entre criollos y portugueses alrededor del tema económico, para luego tener un papel protagónico en la abolición de la esclavitud, la proclamación de la república y la independencia nacional. En este caso se trató de Pedro I de Brasil y IV de Portugal, quien independizó a Brasil de Portugal, que se registró el 5 de agosto de 1822 como el segundo Gran Maestro del Gran Oriente de Brasil”.
“Hoy el Gran Oriente de Brasil es una Obediencia masculina que cuenta con más de 97.000 miembros, repartidos en 2.400 logias, y la presencia de la masonería en Brasil está tan extendida, que entre antiguas, nuevas, masculinas, femeninas, mixtas, “regulares”, “liberales”, etc., en sus veintiséis estados y un Distrito Federal deben existir por lo menos 200 Obediencias Masónicas.
“Mientras tanto, en México se presentan dos de los hechos más relevante que distinguen a la masonería liberal, y que no han sido suficientemente reconocidos por la historiografía de la Orden, con frecuencia eurocéntrica: 1) Se constituye el Rito Nacional Mexicano bajo el Supremo Gran Oriente del Rito Nacional Mexicano, el 22 de agosto del año de 1825, y se crea la “Gran Logia Nacional Mexicana “La Luz“, que por primera vez en la historia ofrece la iniciación masónica en igualdad de condiciones a la mujer con el hombre; y 2) En 1865, el Rito Nacional Mexicano deja de trabajar “A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo“, y lo hace “Al triunfo de la verdad y al progreso del género humano.
“Los lazos entre los masones españoles y los latinoamericanos solo se reanudarían a partir de 1870 con la presencia de Logias del Gran Oriente Español en Cuba, Puerto Rico y Argentina, sobre todo, y se interrumpieron una vez más en el siglo XX por las dos Guerras mundiales y el franquismo. Actualmente Latinoamérica está pensando más autónomamente y un planteamiento de integración latinoamericanista muy crítico con los ejes doctrinales y diplomáticos del modelo masónico anglosajón y con la geopolítica de la Orden se impone”.
(Fuente: Diario Masónico, 26 de marzo 2017; Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña (REHMLAC), Vol. 9, no. 2, diciembre 2017-abril 2018).