El mundo del cine y la televisión estuvo dominado en el siglo XX por magnates como Jack Warner, Walt Disney o Rupert Murdoch. Personalidades que desde Nueva York o Los Ángeles crearon imperios de entretenimiento cinematográfico y de la televisión.
Sin embargo, cambios tecnológicos económicos y sociales ahora hacen que estas empresas de medios (llamadas también como generadoras de contenidos) se conviertan en parte de compañías de telecomunicaciones como herramienta competitiva para combatir próximas batallas en el sector.
A finales de 2009 Comcast, una de las empresas de televisión por cable más importantes de los Estados Unidos, anunció su interés por adquirir 51% de las acciones de NBC Universal por unos 13,700 millones de dólares. Esta operación, que culminó en 2011 con la aprobación del Departamento de Justicia estadounidense inició una serie de adquisiciones similares que no han parado. Entre 2015 y 2017 la empresa de telecomunicaciones Verizon adquirió los portales de internet AOL y Yahoo!, tras invertir 8,900 millones de dólares en el camino, mientras que en 2016 la empresa de telecomunicaciones Telefónica compró la mayoría de las acciones de Canal+ por 750 millones de euros.
La escala de estas adquisiciones palideció cuando la empresa de telecomunicaciones AT&T anunció en octubre de 2016 su interés por adquirir la totalidad de Time Warner, grupo que contiene en su portafolio al estudio Warner Bros., el canal premium HBO y otros como CNN, Cartoon Network y TNT. Nuevamente, una empresa de infraestructura buscando adquirir a una de contenidos, convergencia que deriva en consolidación a todo vapor. Esta operación, que implica una inversión de alrededor de 85,400 millones de dólares es de tal magnitud que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos interpuso en noviembre de 2017 una demanda para evitar que dicha adquisición se lleve a cabo. Ambas empresas tienen intereses en México por lo que la operación fue supervisada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) en sesión del pleno realizada en agosto de 2017, aprobando la operación a cambio del cumplimiento de requerimientos como la obligación de no negar las peticiones de otros operadores de telecomunicaciones para llevar en sus redes contenidos de Time Warner.
Este interés de las empresas de telecomunicaciones por comprar estudios de cine o portales de internet no es un capricho.
El modelo de negocio del sector se encuentra frente a una estabilización tanto en la cantidad de personas a quienes pueden ofrecerle sus servicios como en los precios que pueden cobrar por ello. Virtualmente todos los adultos en el país vecino del norte ya usan internet de acuerdo con un estudio del Pew Research Center y en México este índice ya llega a las 85 subscripciones de telecomunicaciones móviles por 100 personas de acuerdo con datos del Banco Mundial.
Paralelamente los ingresos que cada suscriptor paga a su proveedor de telecomunicaciones decrecen paulatinamente. Datos de la Federal Communications Comission (FCC) de los Estados Unidos indican que el ingreso promedio mensual por suscriptor, métrica conocida como ARPU, ha disminuido en Estados Unidos de manera sostenida en los últimos años entre los suscriptores de servicios móviles de telecomunicación.
Este fenómeno se replica en México, donde la consultoría The Competitive Intelligence Unit ha medido la evolución de esta misma variable.
Las empresas del sector deben buscar nuevas fuentes de ingreso y elementos que permitan atraer nuevos clientes o retener a quienes están con ellos. Por ello no han dudado en invertir miles de millones de dólares comprando empresas que poseen contenido audiovisual exclusivo con el que podrán atraer nuevos clientes o recompensar su lealtad.
De hecho, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos indicó en el pliego de la demanda publicado el pasado 20 de noviembre, que con la adquisición de Time Warner, “la empresa tendrá una capacidad inigualable de atraer y mantener audiencias cautivas con contenido premium”.
Por su parte, las empresas de contenido pueden financiar las cada vez más intensas inversiones que requiere su negocio. De acuerdo con la revista Forbes, la producción de cada episodio en la sexta temporada de la serie Game of Thrones costó un promedio de 10 millones de dólares. Más aún, Netflix, la plataforma de distribución de contenido audiovisual más importante del mundo gastará este 2018 entre 7 mil y 8 mil millones de dólares en la producción de contenido de acuerdo con el sitio TechCrunch.
El negocio de los contenidos necesita enormes inversiones y la industria de las telecomunicaciones tiene el dinero y un muy buen motivo para invertir en estas empresas.
En el Instituto del Derecho de las Telecomunicaciones veremos con gran interés la decisión de la corte del distrito de Columbia sobre este caso (número 1:17-cv-02511) y cuya conclusión probablemente ocurrirá este mes de junio, en virtud de las profundas implicaciones que tendrá para futuras adquisiciones y fusiones entre empresas de los sectores de telecomunicaciones y producción de contenidos.
Pase lo que pase, queda patente que ambas industrias caminarán cada vez más de cerca en los años por venir.