WASHINGTON, 12 de junio de 2018 – Las ciudades pueden ser enormes motores para el crecimiento y el desarrollo en América Latina y el Caribe (ALC), especialmente cuando existen políticas que apoyan una mayor productividad, indicó un nuevo informe del Banco Mundial.
El aumento de la inversión en infraestructura, mejor gobernanza metropolitana, planificación urbana y capital humano (como educación) son clave para aprovechar el potencial de las ciudades de la región, según el informe Subamos el estándar para ciudades productivas en América Latina y el Caribe. Esto es particularmente importante considerando los altos niveles de urbanización de ALC, donde casi las tres cuartas partes de la población -equivalente a 433 millones de personas- viven en las 7.197 ciudades de la región.
Las ciudades latinoamericanas y del Caribe muestran niveles similares al promedio mundial de productividad, pero están a la zaga de aquellas que tienen mejores resultados en América del Norte y Europa occidental y que se encuentran en la llamada frontera productiva a nivel global, según el informe. El aumento de la productividad en las ciudades de ALC impulsaría un mayor crecimiento de los países y por ende de la región.
"Estar en el promedio no es suficiente. Nuestras ciudades deberían aspirar a colocarse en la frontera de la productividad", dijo Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. "Contar con una mejor infraestructura y gestión, así como con una población capacitada, puede lograr que esto suceda, impulsando al mismo tiempo el crecimiento económico y la prosperidad compartida en nuestros países".
Según el informe, dirigido por los economistas del Banco Mundial María Marta Ferreyra y Mark Roberts, hay varias razones para la baja productividad en las ciudades de ALC, como la falta de infraestructura, planificación urbana, servicios públicos y redes de transporte nacionales adecuados.
Múltiples jurisdicciones de gobiernos locales dentro de grandes áreas metropolitanas pueden conducir a fallas en la coordinación del gobierno y la provisión de bienes y servicios públicos. Si bien el capital humano calificado es una gran fuente de productividad para las ciudades de ALC, está muy concentrado en las grandes, en detrimento de las más pequeñas. Sin una inversión adecuada o mejoras en estas áreas, la alta densidad de las ciudades puede generar niveles de congestión que desafían a la infraestructura y a las políticas públicas, y que también pueden llevar a altas tasas de criminalidad.
Al igual que otras metrópolis en todo el mundo, las de ALC experimentan la competencia entre las fuerzas positivas de la aglomeración, o las eficiencias basadas en una mayor densidad de población, y las fuerzas negativas de la congestión. Hay una serie de políticas que los países pueden implementar para que prevalezcan los efectos positivos de la aglomeración.
"Es importante crear un entorno propicio para que las ciudades cumplan con su potencial", dijo María Marta Ferreyra, economista principal del Banco Mundial y una de las autoras del informe. "Eso implica mejorar la infraestructura urbana, incluidas las carreteras, los servicios públicos y las redes de comunicación. También implica una mejor planificación y gestión urbana, mejorar la calidad del entorno empresarial local, reducir la delincuencia y hacer que las ciudades de todos los tamaños sean atractivas para las personas capacitadas".
Asimismo, ninguna ciudad existe aisladamente, sino que su productividad está relacionada con la de otras del país. El transporte, así como otras redes para conectarlas juegan un papel fundamental. Las políticas que afectan la productividad de una ciudad tendrán repercusiones en otras. Mientras más fácil sea el flujo de bienes, recursos y personas a través de las ciudades, mayor será la contribución de éstas a la productividad nacional.
Redoblar los esfuerzos para maximizar la productividad de las ciudades desempeñará un papel clave para ayudar a ALC a acelerar el crecimiento inclusivo y brindar oportunidades para todos, señaló el informe.