El ministerio de Educación y el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) firmaron un convenio de cooperación interinstitucional para la implementación de programas de concientización vial en los centros educativos, dirigidos a estudiantes, docentes y los padres, madres y amigos de la escuela.
El acuerdo abarcaría iniciativas que conduzcan al estricto cumplimiento de la Ley 63-17 sobre Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial.
La idea es reducir el número de accidentes de tránsito que ocurren en el país y que, en su mayoría, afectan a niños de ambos géneros, además de jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 40 años.
Con esa alianza estratégica se espera generar una nueva cultura vial de total respeto a la ley y a las normas establecidas, una pretensión en la cual las familias deberán jugar un rol estelar.
Esa inquietud es correcta en razón de que la incorporación de las familias al proceso será clave en la consecución de esa nueva conducta ciudadana en la conducción de vehículos que deje atrás las amenazas constantes que enfrenta la población en el tránsito en las calles.
Según el plan, las autoridades pretenden aprovechar las plataformas de contenidos tecnológicos que incluirá el programa República Digital Educación en 150 liceos a nivel nacional, con la instalación de módulos virtuales sobre tránsito.
Los técnicos trabajarán de manera directa en las regionales como la 15 y 10 de Santo Domingo, donde se estima se da la mayor concentración de accidentes de tránsito, así como las regionales 8 de Santiago y 10 de Azua, se podrían utilizar como plan piloto de educación vial virtual.
En términos eventuales, creo que si se aplicara esa iniciativa, que no quedara en simples palabrerías mediáticas, el país avanzaría y nos daría la oportunidad de acabar con el desorden mental que actualmente exhiben muchos ciudadanos cuando conducen en las calles, carreteras y autopistas.
A los niños hay que adiestrarlos en las escuelas, y en el hogar, sobre cómo respetar las señales de tránsito al cruzar las vías. Esa tarea también debe abarcar a los profesores y a los progenitores o tutores, pues se trata de un problema que debe ser enfrentado desde la raíz.
He visto conductores en las calles, tomando bebidas alcohólicas, acompañados de niños y otros miembros de la familia, “comiéndose” la luz roja y exhibiendo entre risotadas un manejo imprudente y temerario.
También he sido testigo de muchos que se van en rojo, circulan en vía contraria, mientras transportan niños y adolescentes en vehículos escolares.
¿Qué dirían esos niños cuando observan el comportamiento de los adultos?
Obviamente, por su ignorancia, lo verían como algo normal y harían lo mismo cuando les corresponda tomar el timón de un vehículo.
De ahí la importancia de este plan. Ahora que están pequeños, hay que enseñarles a ser mejores personas. Se debe incluir, por lógica, a los medios de comunicación impresos y electrónicos como plataforma educativa.
La televisión, por ejemplo, está repleta de programas de diversas temáticas que pudriéramos utilizarlos, si es necesario mediante un decreto presidencial, para difundir vídeos orientadores a la ciudadanía sobre el respeto a la ley de tránsito.
Ya es tiempo de que la educación se imponga a todos los niveles y así salir del atraso social como país para dejar una herencia cultural, ejemplarizadora, a la generación de relevo.
Pienso que es una fórmula de eliminar el “desorden organizado” que impera de cual somos testigos.