La República Dominicana es uno de los pocos países de América que en los actuales momentos presenta niveles envidiables de paz social, estabilidad económica y política.
Cuando vemos países como nuestro vecino Haití, Nicaragua, Venezuela, incluso Brasil y Ecuador, no podemos dejar de reflexionar y dar gracias a Dios que nos ha permitido que nuestro sistema de partidos no haya colapsado y todavía posea mucha confianza de la población. Y afirmo esto, porque hay que estar claros que los 4 partidos principales de nuestro país, el PLD, el PRM, el PRD y el PRSC, siguen concitando los mayores apoyo de la población, hasta el punto que son ellos los que acapararon en conjunto más del 95% de los votos en las pasadas elecciones.
Y el otro elemento por el que debemos dar gracias es porque la conducción del estado dominicano en los actuales momentos, está en manos de un presidente que, como Danilo Medina, es un gran gerente, un líder sencillo, humilde, cercano de la población, que desarrolla políticas públicas muy favorables a las grandes mayorías y que todas las semanas con sus visitas sorpresas, se acerca a la población para escuchar directamente de ella sus preocupaciones, sus necesidades y sus sueños.
Miremos el espejo de Haití, Nicaragua y Venezuela, y sintámonos muy bien porque no hay un estallido social en nuestra patria. En Haití, por una subida en los combustibles se produjo una poblada de tal magnitud que parecía una rebelión irracional y destructora de todo lo existente. En Nicaragua, muy lamentablemente, hay un proceso de protestas contra el gobierno sandinista que lleva ya tres meses y ha dejado más de 200 muertos. Y pensar que hasta hace sólo unos meses, Nicaragua era uno de los países más seguro y más estable de América Latina. Y el caso de Venezuela es mucho más doloroso, pues es una nación con grandes riquezas petroleras, pero que debido a la grave crisis política de los último años, se encuentra estancada económicamente y en un enfrentamiento político diario que no parece tener fin. Y eso lo que hace es generar inestabilidad y desconfianza.
Ante ese desolador panorama de esa naciones hermanas, debemos dar a gracias porque Dios siempre ha bendecido nuestra nación y nos ha librado de una debacle del sistema de partidos y, pese a los diversos conflictos en las elecciones, hemos preservado y mantenido el respeto a las normas y al resultado que salen de esos proceso electorales.
Debemos dar gracias también porque hemos tenido en el poder a un partido, el PLD, y dos presidentes, Danilo y Leonel, que han mantenido un crecimiento económico sostenido durante los últimos 13 años, han mantenido políticas públicas muy favorables a la población y, pese a los errores, han sabido conducir la nación y el estado dominicano con un criterio de progreso y bienestar para todos los sectores de la sociedad dominicana.
Esa estabilidad, ese crecimiento y esa paz social que hemos logrado en la última década no puede perderse. La inestabilidad de países hermanos de América es el mejor espejo para mirarnos y no transitar ese camino de confrontación, estancamiento económico y guerra social. El país debe entender que no podemos tirar por la borda todo ese que hemos alcanzado. Debemos seguir construyendo una sociedad con crecimiento económico, con paz social y con esperanzas de mucho más progreso.