La iniciativa del Corredor Biológico del Caribe (CBC) busca establecer una aproximación institucionalizada a nivel regional para la conservación, el mantenimiento y la gobernanza de la biodiversidad terrestre y marítima en el punto caliente de las Islas del Caribe. Los países que la componen son Cuba, Haití, la Republica Dominicana y Puerto Rico, teniendo a Jamaica como observador.
Algunas características del Corredor
El Corredor Biológico en el Caribe no es precisamente un Corredor de áreas protegidas. Puede haber espacios dentro del Corredor que sean áreas protegidas y otros espacios que no, su inclusión se debe, ante todo, por su importancia para la conectividad regional. A futuro, se aspira a que cualquier área de importancia regional tenga una categoría de conservación en el CBC
El Corredor Biológico en el Caribe concibe a la conservación de la naturaleza como condición necesaria para lograr un modelo holístico de desarrollo sostenible que mejore la calidad de vida de las poblaciones que viven en su espacio geográfico. Para ello trata de resolver las causas que generan las malas prácticas en el uso de los recursos asociados a la biodiversidad mediante la búsqueda de alternativas de vida sustentables, más que aplicando medidas de prohibición. En este empeño dedica esfuerzos a la educación y a la creación de capacidades para que las instituciones y personas puedan desarrollar nuevas opciones de vida que generen beneficios con equidad y enfoque de género.
En el ámbito del Corredor la problemática ambiental es vista como un problema de seguridad humana, que solo se resuelve de manera integral con la restauración de los servicios que nos brindan los ecosistemas, como por ejemplo el suministro de agua potable, la regulación del clima, la protección de las costas, el mantenimiento de la fertilidad de los suelos, la polinización de los cultivos o la provisión de recursos pesqueros, por solo citar algunos ejemplos.
Logros de la cooperación Sur-Sur
El principal logro del CBC quizá haya sido el hecho de hacer perdurar, a lo largo de más de 10 años, una plataforma de cooperación sur-sur funcionando en las complejas situaciones que se presentan en los países del Caribe insular, que han enfrentado desde brotes de enfermedades y plagas hasta huracanes y terremotos; y mantener, pese a ello, el apoyo de los países a la plataforma, por los resultados que les aporta mediante la cooperación, en la búsqueda de soluciones ambientales y de trabajo conjunto.
Y en este logro es necesario reconocer el apoyo continuo de la Unión Europea y del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que han valorado y creído en la iniciativa, y ha permitido el éxito de este mecanismo de integración y de cooperación Sur-Sur.
Durante estos años, se han desarrollado tres tipos de proyectos en el marco de la Iniciativa del Corredor: los proyectos llevados a cabo por la propia Secretaría; los que se realizan por otras instituciones en coordinación con la Secretaría, en ocasiones sometidos incluso a los órganos de evaluación como las Reuniones Técnicas y del Grupo Ministerial; pero que no son directamente ejecutados por la Secretaría; y finalmente, los proyectos desarrollados de forma totalmente independiente pero bajo la visión y los principios del CBC y contribuyendo a sus metas y objetivos.
Es decir, cualquiera institución que implemente algún proyecto que mitigue amenazas a la biodiversidad o que incremente la resiliencia de los ecosistemas y especies de importancia para la conectividad del Caribe insular, contribuye a las metas y objetivos del Corredor Biológico en el Caribe y por tanto es bienvenido y valorado positivamente por la iniciativa.
Luego de sus primeras acciones, entre 2011 y 2015, el CBC entró en una nueva etapa realizando implementación de un proyecto con el apoyo de ONU Ambiente y el financiamiento de la Unión Europea. Esto permitió fortalecer la concepción del Corredor, establecer su primera delimitación, así como el desarrollo de proyectos de mitigación de amenazas a la conservación de la naturaleza, a los que se les llamó “proyectos pilotos”. La idea era aprender cómo seleccionar áreas de alta importancia para la biodiversidad y tratar de resolver algunas de las presiones que se generaban sobre la flora y la fauna de esos lugares.
Estos “proyectos pilotos” permitieron a los países de la iniciativa evaluar qué tipo de acción eran posibles y factibles en las diez áreas escogidas. Se probaron opciones energéticas y opciones productivas como la apicultura y la artesanía, pero siempre basadas en la reforestación de aquellas especies forestales que eran objeto de uso por las comunidades rurales. Los proyectos también revelaron dificultades de movilidad, desconocimiento de la biodiversidad y una mejor comprensión de las difíciles situaciones socioeconómicas que presentan algunas de las localidades que, por su localización, tienen importancia para el Corredor. Por ello en muchas ocasiones es necesario buscar ante todo soluciones de desarrollo sostenible que mejoren la calidad de vida de las personas, como única vía de lograr el éxito de la conservación.
En la presente etapa no se espera desarrollar un número grande de proyectos, sino que se pretende realizar intervenciones de conservación mayores, enfocadas a zonas que permitan una transformación significativa y crear las bases para mantenerlas a largo plazo. En ellas se podrán desarrollar investigaciones, establecer estaciones de monitoreo a largo plazo, y en otras desarrollar acciones de mitigación de amenazas y de promoción de alternativas de producción y medios de vidamás sostenibles.
Nuevos Retos
Los escenarios de cambio climático imponen nuevos retos a la conservación de la biodiversidad, y esta amenaza es particularmente aguda en el Caribe insular por el aumento de la temperatura y del nivel medio del mar y también en la intensidad esperada de los huracanes. Este panorama hace necesario re-evaluar la urgencia con que deben atenderse los problemas que enfrentan y enfrentarán las comunidades humanas, ecosistemas y especies más vulnerables a los impactos previstos por estos cambios, e implementar medidas de adaptación, de reducción de la vulnerabilidad y de mejoramiento de la resiliencia; necesidad que se ha hecho patente en los desastres vividos durante los últimos años en nuestros países.
El reto para el CBC es poder identificar y generar las vías para incrementar la resiliencia de los ecosistemas naturales frente a estos escenarios de cambio, puesto que tanto las investigaciones, como la implementación de soluciones factibles y efectivas en el campo del enfrentamiento al cambio climático están prácticamente comenzando.
ONU Medio Ambiente ha planteado que todas las acciones que se hagan para adaptarse al cambio climático son en última instancia de naturaleza ecosistémica, por lo tanto, la primera prioridad para la conservación frente al cambio climático pasa por encontrar las vías para mejorar la resiliencia de los ecosistemas.
Otro gran desafío lo representan las desigualdades sociales y económicas en la región, donde hay países con amplios grupos sociales muy vulnerables debido a la pobreza, factor que está muchas veces en la raíz de los problemas ambientales presentes y que es necesario enfrentar para encontrar soluciones ambientales durables: Se hace más difícil garantizar la preservación para las futuras generaciones de los recursos que representan una especie o un ecosistema, si la supervivencia de las comunidades del presente depende del consumo de esos recursos hoy .
Por otra parte, existen también barreras culturales entre los países que componen el Corredor, que representan un desafío para su funcionamiento efectivo. Con la ampliación de la demarcación del Corredor, hay tres países de origen hispano, y Haití con una raíz africana y francesa muy fuerte; y si se incorporara Jamaica se sumaría un país de influencia inglesa. Las barreras idiomáticas representan ya un importante desafío a la hora de encontrar mecanismos efectivos de cooperación e integración.
Más de una década para celebrar
Desde la Declaración de Santo Domingo, firmada el 7 de julio de 2007 por los Ministros de Medio Ambiente de Cuba, Haití y República Dominicana para crear al Corredor Biológico en el Caribe, los gobiernos de los tres países trabajaron para materializar esta iniciativa. Para ello decidieron establecer, por las facilidades logísticas y de operaciones, una oficina de coordinación en la República Dominicana que más tarde se convertiría en la Secretaría del CBC. En cada país, además, existe un punto focal en los Ministerios de Ambiente, que da seguimiento y apoyo a las acciones acordadas. Periódicamente se realizan reuniones Técnicas y del Grupo Ministerial para mantener la visión regional y evaluar la eficiencia y ejecución de los proyectos; cuyo mayor volumen de actividades hasta el momento, por decisión de los países, se ha desarrollado en Haití.
El día 20 de julio de este año 2018, el Corredor Biológico en el Caribe estará realizando en Santo Domingo, República Dominicana, una reunión del Grupo Ministerial para celebrar más de una década de esfuerzos compartidos en pro de la biodiversidad y la conectividad del Caribe insular. Al mismo tiempo, se estará realizando el lanzamiento oficial de un nuevo proyecto que, con el acompañamiento de ONU Medio Ambiente y el apoyo financiero de la Unión Europea, pretende fortalecer la iniciativa del CBC, mejorar el conocimiento de la biodiversidad en su espacio, establecer un sistema regional de monitoreo y expandir su alcance geográfico integrando a nuevos países e incorporando al ámbito marino en sus prioridades. Este trabajo continuo por más de una década del Corredor Biológico en el Caribe, es un ejemplo de integración regional que merece ser reconocido.