Está presente cada instante del día y de la noche, en el trabajo, en la fiesta y en cada fecha de guardar. Hace llorar y reír. Llegas a él desde cualquier espacio de Tierra, hacia y desde el cielo y sus otros planetas. Es omnímodo y omnipresente. Lo sabe todo, tiene todas las imágenes, los recuerdos, sueños individuales y colectivos, los hechos de hoy, de ayer y hasta del mañana. Es agitador y, al mismo tiempo, adormecedor de conciencias. Tiene miles de millones de templos portátiles y predica en todos los idiomas. Es Papá Google. El otro Dios, con el que comulgamos más de cinco mil millones de humanos.