Por Manuel Hernández Villeta/ La intolerancia, la exclusión y la prepotencia política es inaceptable, cuando no hay basamento ideológico. El terreno partidista de hoy se asemeja a una selva donde se remoja la carroña y las hienas van en busca de dar su mordisco.
La falta de ideología lleva a los partidos políticos a ser compraventas, donde se buscan posiciones y se cambia de chaqueta sin mayor miramiento. No se puede hablar de transfuguismo donde todos son iguales, y a los protagonistas no les diferencia prácticamente nada.
En la vida política dominicana las pasiones se mueven por el olor del dinero. En el día se tiene una posición y en forma sorpresiva se cambia en la tarde. Todo es posible, donde no hay reglas y la meta es tener un cargo gubernamental, llegar al Congreso o estar representado en los ayuntamientos.
La intolerancia en cualquier manifestación de la vida nacional, es una muestra de exclusión y prepotencia que tiene que ser rechazada. El mundo de hoy va hacia la concertación y el diálogo. Pero se debe tener en cuenta que no es claudicar a los principios y a la conciencia concertar y dialogar.
El grave problema del partidismo es que no tiene conciencia, ni programa para el desarrollo, sino un sobre para pagar por el aplauso, el voto o el comentario oportuno. Los juglares y los políticos de ahora y en el pasado reciente, están ya maleados por esas indelicadezas. Para cambiar se necesita sangre nueva. Que sean las generaciones que emerjan luego de las venideras elecciones, las que tomen las riendas de los cambios.
Esa generación no puede fracasar. Sobre sus hombros está conducir al país a nuevas metas. Fracasó la generación que surgió cerca de los tres grandes líderes del siglo 20. Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez desaparecieron físicamente, y sus escuelas políticas fueron llevadas al fracaso por sus discípulos. Bosch presentó el modelo a seguir para desarrollar el país, pero sus libros hoy están en bibliotecas sin lectores.
Las luchas por las libertades públicas de Peña Gómez se olvidaron hace tiempo. Los perredeistas y perremeistas de nuevo cuño le da lo mismo aliarse con los reformistas, los peledeistas, los empresarios y quien venga. Partidos sin ideología, sin programas, sin visión al futuro, donde el clientelismo y el populismo es su norma.
Desde que tuve conocimiento y accioné en el periodismo, tuve puntos contradictorios con el doctor Joaquín Balaguer. Hoy hay que reconocer que sentó Balaguer una escuela política en el país, donde sus adversarios y contradictorios han sido sus alumnos más aventajados. Las violaciones a los derechos humanos; la corrupción; el clientelismo; el populismo y el dejar pasar y el dejar hacer, eso era el librito de Balaguer.
El pensamiento de Balaguer logra superar a las ideas de Bosch, en el PLD, y las de Peña Gómez, en el PRD o PRM. Balaguer, que logró sobrevivir a Trujillo, que salió triunfante de los efectos colaterales de la revolución de abril, desterrado del poder por los atropellos de los doce años, se ganó y embrujo a sus opositores y hoy su forma de gobernar es el libro rojo de los partidos dominicanos. Que pasado más doloroso; que presente con amagos de tormenta y que futuro que no debe ser incierto. ¡Ay!, se me acabó la tinta.