No sé si había un millón, dos millones, medio millón, 300 mil… no lo sé, no los conté; lo que sí sé es que caminaron miles de personas organizadamente, provenientes de todas partes, sin que les ofrecieran o les dieran 500 pesos, un Pica Pollo, un pote de ron o una Jumbo.
Marchó la conciencia empoderada de la ciudadanía, cansada de abusos y atropello, de la corrupción y la impunidad, de un gobierno que ha endeudado el país en más de 47 mil millones de dólares sin darle solución a los problemas nacionales, un gobierno indolente que le niega la salud al pueblo, que mantiene la Universidad Autónoma de Santo Domingo postrada sin los recursos necesarios para contribuir al desarrollo nacional, un gobierno demagogo, que no cumple sus promesas, que viola cotidianamente sus propias leyes y normas, un gobierno que mantiene salarios y privilegios elevadísimos a sus funcionarios mientras las mayorías se mantienen con salarios de miseria, los que tienen la suerte de trabajar, sin viviendas, ni salud, sufriendo los efectos de la delincuencia y el narcotráfico.
Un gobierno que desgobierna, que avergüenza a los ciudadanos honrados, que ha secuestrado y anulado el Congreso, la Justicia y demás instituciones públicas convirtiendo al Estado en un botín de guerra que se lo reparten las rapiñas y los roedores de la política.
La marchan del millón fue la marcha del repudio a todo lo que representa el Partido de la Liberación Dominicana y sus gobiernos encabezados por Leonel Fernández y Danilo Medina.
Si había un millón de hombres y mujeres de todas las edades, incluyendo a sus hijos y nietos, no lo sé, lo que sí sé es que había mucha gente, tanta que era imposible contabilizarlas. Pero lo importante no era la cifra en sí misma, un millón o dos millones, cien, doscientos o trescientos mil, lo importante es que en muchos años este pueblo no mostraba sus garras rechazando a un gobierno corrupto que le niega sus derechos; un gobierno que pretende eternizarse en el poder valiéndose de todo tipo de artimañas, un gobierno perverso y corrupto.
La marcha del millón, es decir, la marcha del repudio, fue la marcha de la rabia y el odio, la impotencia y la desesperanza, de la toma de conciencia, del empoderamiento de un pueblo que pretende dejar de ser clavo para ser martillo.
La marcha del millón, vuelvo y digo, del repudio, es una demostración de que todos, más allá de la militancia política, de la creencia religiosa, del color de la piel, pueden caminar juntos en procura de sacar del poder a los corruptos y construir un mejor país.
Es preciso crear un escenario de unidad y concordia, echando a un lado las diferencias y las malquerencias y hacer planteamientos serios de cambios y de transformaciones sociales, expreso en un programa de gobierno mínimo, de transición, de cara al futuro inmediato.
Sé que se puede. Todos unidos por el cambio, en contra de la corrupción y la impunidad, pueden derrotar al PLD –no importa quién sea su candidato- para instaurar un gobierno decente, transparente, ético, que conduzca el país por un mejor sendero.
La marcha verde del millón es la más grande manifestación de repudio que en muchos años ha realizado el pueblo dominicana. Esa expresión de masas no puede ser ignorada por el PLD, y mucho menos por sus organizadores que deben continuar con otras importantes jornadas de movilización y lucha. ¡Un pueblo unido, jamás será vencido!