No sé de quién fue la “brillante” idea de responder la multitudinaria Marcha del Millón en contra de la corrupción y la impunidad, publicando portadas falsas en los diarios impresos del país, pagando cuatro páginas con los supuestos logros del gobierno. (Seguro que la idea no fue de Joao Santana).
Las críticas fueron generalizadas en los programas de radio y televisión, en las redes sociales, en las tertulias, súper mercados, colmados y colmadones. Hasta la mayoría de las bocinas del Palacio lo decían calladamente. La gente se sintió ofendida al ver como los recursos públicos se utilizaban en responder lo que no había que responder. La mejor muestra de que la Marcha del Millón tenía razón en sus reclamos fue justamente la respuesta del gobierno, destemplada, irrespetuosa, hueca, que insultaba la inteligencia de la gente.
Las portadas falsas, donde se gastaron millones de pesos de los ciudadanos que marcharon, fueron una muestra más de malversación, corrupción y de impunidad.
La idea fue mala; páginas mal diseñadas, feas. Apenas se podían leer. Todo un fiasco, repulsivo y de mal gusto.
La Marcha del Millón no era contra “los logros del gobierno”, que supongo debe haberlos; fue contra la corrupción y la impunidad. La respuesta debió ir en esa dirección, en tal caso. Esas páginas para ocultar en vano el impactante éxito de la manifestación, debió mostrar los casos en que los acusados de prevaricación, estafa o roto de los bienes del Estado fueron sometidos a la justicias y adquirieron el carácter de la cosa irrevocablemente juzgada; debió enseñar fotos con los presos en distintas cárceles.
Nadie marchó en contra de la construcción de hospitales y su equipamiento, fue en contra de la corrupción demostrada en las obras. Pueden construirse miles de hospitales y de escuelas. Nadie se opone. A lo que nos oponemos es a la sobrevaluación, a la prevaricación, a la estafa, a la falta de transparencia, al robo. Nadie se opone a la construcción del Metro; a lo que nos oponemos es al “Métrico” de la Tiradentes y otras “indelicadezas”; la gente protesta porque el presidente Danilo no ha cancelado un solo funcionario “por tan solo el rumor público” como prometió.
Lo que justifica y sigue justificando la Marcha del Millón es que en el caso Odebrecht no estén todos los involucrados en los sobornos; que no se haya explicado por qué el Estado le pagó a Joao Santana más de mil 400 millones de pesos violando todos los procedimientos.
La gente quiere saber si es verdad que Odebrrecht, a través de su oficina de sobornos en Santo Domingo por razones de seguridad, financió la campaña electoral del propio presidente Danilo Medina y la de muchos senadores y diputados para que le otorgaran las obras más cuantiosas, como la de Punta Catalina.
Esas son las cosas que debió aclarar el gobierno en su respuesta a los organizadores de la Marcha del Millón, y al país.
Me habría gustado leer en esas páginas: tenemos un ministerio público independiente, jueces a todos los niveles incluyendo los de las altas cortes comprometidos con la justicia y una policía bien pagada y bien entrenada para combatir la delincuencia y la corrupción porque en el Estado “no hay vacas sagradas” y las cárceles están llenas de corruptos, señalando los nombres.
De ese modo el gobierno habría “desarmado” o les habría quitado su bandera de lucha a los miles y miles de hombres, mujeres y niños que marcharon en contra de la corrupción y la impunidad. Hizo todo lo contrario con las portadas falsas. Todo se volvió en su contra como un boomerang.