Los conozco desde que usaban pañales. Soy testigo de cuando ella jugaba con muñecas y él empezaba a marotear en el campo. Conocí sus risas adolescentes, su inocente asombro sin palabras al escuchar a sus padres evocar un pasado de luchas libertarias cargadas de mártires y héroes, y presencié sus primeras protestas, abiertas o calladas, ante toda injusticia…Pero nunca pude imaginar, como lo veo hoy con verde alegría, que Natalia Mármol Candelario y Claudio Caamaño Vélez recogerían, con muchos, la posta de mi generación para, igual que hicimos nosotros, entregarla (ojalá que no sea necesario) a sus sucesores.