La Marcha del Millón en la ciudad de Santo Domingo, indicadora del gran cuerpo de activistas y de los millones de adherentes y simpatizantes con que cuenta la fuerza convocante de esa enorme manifestación, la más grande en la historia reciente del país, muestra que el poder de atracción y movilización popular multitudinaria se ha trasladado del sistema tradicional de partidos a este novedoso movimiento político-social en expansión.
Avanza la decadencia de un reinado malicioso de medio siglo y surge algo que marca la diferencia respecto a esa degradación política-institucional. La tendencia al colapso de las fuerzas hoy gobernantes y aquellas que han gobernado y usurpado múltiples poderes en ese periodo, es más que evidente y hasta las encuestas del sistema lo devela.
Corrupción, abuso de poder, vocación para explotar, degradar y separarse opulentamente del resto de la sociedad y especialmente de la pobrecía, ha hecho trizas su legitimidad y diezmado en grande el respaldo popular que otrora exhibieron.
Los tres (partidos) que echaron al pueblo en el pozo, PRSC, PLD, PRD-PRM y sus socios en fechorías, con volúmenes y estilos diferenciados, están pagando irremediablemente las consecuencias de sus actos; sus jefes sobre todo, responsables del sistema de corrupción e impunidad establecido y de la conversión de la política en sucio negocio. Claro, que el que ahora detenta el poder mafioso, la pasa peor.
La contrapartida es el poder verde. Un inmenso poder de calle, todavía con indefiniciones y procesos pendientes de desenlaces en su contenido y propuestas políticas, dada su extraordinaria diversidad y necesidad de avanzar unido y creciendo, e incorporan al pueblo de a pié. Y lo va logrando, paso a paso, confrontando con el sistema impuesto poder y diferenciándose de él.
Se trata de un poder esperanzador muy grande, que en lo adelante habrá que saber emplear a fondo, evitando equívocos que auxilien a los enfermos de maldad que han generado esta alegre indignación popular.
Primero, alejándose de lineamientos, alianzas y propuesta electoreras que le facilitarían a los partidos tradicionales e instituciones putrefactas reciclarse y salir de su actual postración.
Segundo, potenciando su autodeterminación y haciendo suyo el proceso destituyente de presidentes y vice, cúpulas partidarias y empresariales, que comenzaron usurpando la escasa democracia existente y terminaron degradándolas y gangrenándolas.
Tercero, contribuyendo a convertir al pueblo en lucha en poder constituyente de lo nuevo, luego de esa necesaria ruptura a cargo del poder verde desplegado en calles y campos del país, desconociendo la trampa montada para el 2020 que tendría como actores principales el continuismo morado y una oposición de derecha de parecida calaña.( Domingo 26 –o8-2018)